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Gordon Brown pone fin a su carrera política

Renuncia al liderazgo laborista y a su escaño en Escocia

I. SÁENZ DE UGARTE

Poco después de las siete y media de la tarde, James Gordon Brown se rindió a la evidencia. Los conservadores comunicaron a Downing Street que habían alcanzado un acuerdo con los liberaldemócratas para formar un gobierno que tendría mayoría en la Cámara de los Comunes. A partir de ese momento, el primer ministro cumplió con los últimos requisitos del protocolo político.

Acompañado de su mujer, Sarah, Brown se dirigió a los periodistas, no para presentar en ese momento la dimisión, sino para anunciar que se dirigía después al Palacio de Buckingham para presentar la renuncia ante la reina y recomendar que David Cameron forme el nuevo Gobierno. Se cumplen así las 'convenciones constitucionales' que permiten a la reina no tener que tomar ninguna decisión política.

'He tenido el privilegio de aprender mucho sobre lo mejor de la naturaleza humana, y también bastante sobre sus flaquezas, incluidas las mías. Por encima de todo, ha sido un privilegio', dijo en su breve discurso. Hasta el final, Brown tuvo que hacer una referencia, aunque fuera de pasada, a su indomable carácter, que tantos disgustos le ha dado en su carrera política.

Es el final de una larga trayectoria que comenzó en 1979 cuando fue candidato sin éxito a un escaño por Edimburgo. Cuatro años después, consiguió entrar en el Parlamento que ahora abandona. Brown no sólo dimitió como primer ministro sino también con efectos inmediatos como líder del Partido Laborista.

No esperará durante varios meses hasta que los laboristas elijan a su sucesor. No sería muy agradable para él tener que enfrentarse al futuro primer ministro, David Cameron, en los Question Time de los martes en los Comunes.

Esa responsabilidad recaerá en la número dos del partido, Harriet Harman. Ocupará el puesto de forma temporal durante todo el proceso de primarias que se llevará a cabo probablemente a lo largo del verano.

Se espera que Brown también abandone su escaño por la circunscripción de Kirkcaldy y Cowdenbeath, que deberá volver a celebrar elecciones.

Tras comunicar a la reina su dimisión, Brown se dirigió a la sede central laborista para agradecer al personal de partido su trabajo en la reciente campaña.

Les dijo que él era el único culpable de la derrota electoral, pero apuntó que había sido el esfuerzo laborista el que había negado a Cameron la victoria por mayoría absoluta que buscaba.

Minutos después, le preguntaron por esas palabras al ya ex ministro Peter Mandelson. 'Es típico de Gordon asumir toda la responsabilidad', respondió el mejor aliado que tuvo al principio Tony Blair, y por tanto feroz enemigo de Brown, y que terminó convirtiéndose en un apoyo básico del ex primer ministro.

Pocos dirigentes laboristas se creerán las palabras de Mandelson. En los cálculos o simples especulaciones que han hecho, muchos han reconocido a la prensa que la presencia de Brown como líder les ha costado no menos de 40 escaños.

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