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El granero de Pakistán desaparece bajo el agua

Más de la mitad de los damnificados por las inundaciones vive en la provincia de Punjab. Muchos lo han perdido todo

PAU MIRANDA

No sabemos si aún tenemos casa, tuvimos que irnos de noche y dejarlo todo atrás'. Ghulam Qassim llegó hace una semana con su mujer, Amina, y sus seis hijos a Sultan Colony, uno de los 25 campos de área de Muzzafargarh, en el sur de la provincia de Punjab, en los que se hacinan cientos de miles de damnificados por las peores inundaciones que vive Paquistán en 80 años. Qassim vivía en Sanawan, uno de los lugares en los que cedieron los diques de contención del río Indo, anegándolo todo.

Sanawan se encuentra a unos 40 kilómetros al norte de la localidad de Muzzafargarh, donde hace dos semanas los altavoces de las mezquitas empezaron a avisar a los habitantes de que tenían que dejar sus casas y dirigirse a zonas más altas. Se calcula que 750.000 personas fueron evacuadas de Muzaffargarh y sus alrededores, dando lugar a imágenes que no se veían desde la partición de la India.

'Era agricultor, pero ahora no habrá trabajo en el campo', dice un afectado

En el campo de Sultan Colony, unos 60 kilómetros al sur de Muzzafargarh, 10.000 personas viven de la ayuda que periódicamente reparte el ejército paquistaní.

A pesar de tener que vivir en tiendas de campaña y sin ningún tipo de servicio, para cientos de familias lo más duro no ha llegado. Se enfrentan a un futuro incierto, en el sentido más amplio de la palabra. 'Esta catástrofe puede acentuar el círculo vicioso del subdesarrollo y la pobreza contra el que luchamos hace tanto en este país', explica Luigi Damiani, coordinador en Pakistán de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Zaffar Iqbal tiene 30 años y fue de los primeros en llegar al campo de desplazados. Con la mirada perdida, confiesa que lo ha perdido todo, incluida su modesta casa. 'Somos 14 miembros de mi familia y estamos bien en este campo, nos dan de comer, pero espero poderme ir en una o dos semanas'. Cuando se le pregunta por el futuro, sólo expresa el deseo de poder llevarse la tienda de campaña que ocupa y de conseguir trabajo en la construcción o en lo que sea. 'Antes era agricultor, pero no creo que ahora vaya a haber mucho que hacer en el campo'.

La FAO teme que no se podrá volver a cosechar trigo hasta junio de 2012

'Hasta que no baje el nivel del río, el agua no empezará a retirarse de los campos inundados y eso puede tardar hasta dos meses', afirma Damiani.

Esta zona es la gran reserva de trigo en un país en el que ese cereal es la base de la alimentación. 'Para la próxima cosecha, hay que plantar este octubre. Si eso no se consigue, aquí no volverá a recogerse trigo hasta junio de 2012', dice el responsable de la FAO.

Un vuelo en helicóptero por la zona revela la magnitud de la catástrofe. En algunos momentos, todo lo que se ve desde el aire son campos inundados. Todo es agua. Sólo algunas casas-isla han sobrevivido, pero han quedado totalmente aisladas y, además, sus campos han quedado inservibles. Los helicópteros parten sin cesar desde la base del ejército en Multán.

El capitán Danish Ghafoor reconoce que suele hacer cuatro salidas diarias para llevar víveres a las localidades de la zona, como Alipur, a la que han ido a parar miles y miles de refugiados que viven bajo un plástico al lado de la carretera. Su viejo helicóptero Mi-16, de fabricación rusa, se ha vuelto una herramienta imprescindible para llevar ayuda a los desplazados.

En pocos días han llegado a Multán seis helicópteros más, donados por los Emiratos Árabes y Japón, para poder aumentar la capacidad de distribución, que sigue siendo insuficiente. Esta provincia acoge la mitad de los afectados de todo el país 'y hay unos tres millones de personas que necesitan de forma urgente cobijo, comida y agua', afirma Ketsamay Rajphangthong, responsable de UNICEF para el Punjab.

Hace unos días, un responsable de Naciones Unidas afirmaba que 'en Haití el terremoto duró 30 segundos, pero aquí ya hace un mes que dura y aún no ha acabado'. Los habitantes de Sultan Colony sólo esperan, como otros millones de desplazados en el país, que sus vidas vuelvan a empezar, aunque sea de cero.

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