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Guerra Rusia - Ucrania Putin y la "guerra de sombras": ¿un riesgo para la invasión de Ucrania?

La batalla de los servicios de inteligencia, con sus estrategias de desinformación y propaganda, es precisamente el territorio oscuro que más teme el presidente ruso, Vladímir Putin.

La multitud ondea banderas rusas mientras el presidente ruso Vladimir Putin camina para pronunciar un discurso durante un concierto celebrado para conmemorar el octavo aniversario de la anexión de Crimea por parte de Rusia en el estadio Luzhniki.
Miles de personas ondean banderas rusas mientras el presidente ruso Vladimir Putin camina para pronunciar un discurso para conmemorar el octavo aniversario de la anexión de Crimea por parte de Rusia. Europa Press

La guerra en Ucrania se está librando no solo sobre el terreno bélico y la mesa de unas negociaciones hasta ahora muy opacas. La crisis ha desatado una "guerra de sombras" donde los servicios de inteligencia de las partes implicadas directa o indirectamente en la contienda mantienen una dura pugna que podría llevar incluso a una conclusión prematura de la conflagración al margen de las balas y los acuerdos diplomáticos.

La batalla de los servicios de inteligencia, con sus estrategias de desinformación y propaganda, es precisamente el territorio oscuro que más teme el presidente ruso, Vladímir Putin, forjado en las filas del espionaje soviético en Alemania Oriental. Esa inquietud se ha plasmado en la purga de algunos de los principales jefes de la inteligencia rusa por su presunta negligencia a la hora de valorar la capacidad real de resistencia ucraniana o por suponer una velada amenaza a su poder.

Ucrania ya había sido el tablero de ajedrez de los servicios de inteligencia occidentales y rusos desde principios del siglo pasado

Ucrania ya había sido el tablero de ajedrez de los servicios de inteligencia occidentales y rusos desde principios del siglo pasado, con agentes británicos y alemanes recorriendo su territorio tras la Revolución de 1917, o estadounidenses al finalizar la Segunda Guerra Mundial, una vez recobrada esa república socialista soviética por el Kremlin. Así, en 1949, Estados Unidos lanzó paracaidistas en los Cárpatos ucranianos para tratar, infructuosamente, de crear grupos de disidencia armada. A principios de la década de los años cincuenta, grupos de partisanos pagados y formados por la CIA realizaron diversas operaciones en Ucrania, pero pronto se vieron infiltrados y destruidos por los servicios secretos soviéticos. El Kremlin respondió con dureza y el NKVD, antecesor del KGB, infiltró a sus propios agentes en los movimientos de resistencia ucranianos que funcionaban desde Europa Occidental y asesinó con gas venenoso a algunos de sus líderes, como Lev Rebet (en 1957) o Stepan Bandera (en 1959).

Con el fin de la Guerra Fría y tras la independencia ucraniana de la URSS en 1991, la CIA desplegó en Ucrania una amplia red de "colaboradores". Su actividad fue especialmente relevante en la Revolución Naranja ocurrida en el país eslavo entre noviembre de 2004 y enero de 2005, y de modo más destacado durante los sucesos ocurridos entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, en la llamada Revolución de la Dignidad o Euromaidán. Estos acontecimientos llevaron a la salida del poder del presidente prorruso Víctor Yanukóvich y fueron considerados por Moscú como un golpe de Estado orquestado por la CIA.

La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de nuevo puso en marcha sobre el terreno a los agentes occidentales y rusos, después de meses de tareas de desinformación, infiltración en los órganos de poder ucranianos, amenazas de atentados de "falsa bandera" y ciberataques contra instalaciones oficiales del Gobierno del presidente Volodimir Zelenski. Tras la invasión, la "guerra de sombras" ("voyná tenéy"), como se llamó en Rusia en el siglo XIX al "Gran Juego", ese pulso entre espías británicos y zaristas por el control de Asia Central y Afganistán, osciló entre los intentos de los agentes emplazados por Moscú para facilitar blancos de ataque a la aviación y misiles rusos, y la caza y captura de estos quintacolumnistas por la contrainteligencia ucraniana.

Según los servicios secretos de EEUU y la OTAN, los fallos en la interpretación de la información entregada por esos agentes al Kremlin, y que llevaron a minusvalorar al Ejército ucraniano, estarían detrás de las purgas lanzadas por Putin en el seno del FSB y el SVR, los servicios de contrainteligencia y de inteligencia exterior rusos, respectivamente, herederos del KGB soviético. La GRU, la inteligencia militar y joya de la corona del espionaje ruso, de momento ha quedado fuera de esta caza de brujas.

Los fallos en la transmisión de informaciones estratégicas y la desconfianza creciente en el seno de los servicios secretos rusos conforman una amenaza seria para el propio Putin

Esos fallos en la transmisión de informaciones estratégicas y la desconfianza creciente en el seno de los servicios secretos rusos conforman una amenaza seria para el propio Putin. La desconfianza es paralela a la presión ejercida por el presidente ruso sobre su círculo de poder más cercano, que, por ejemplo, ha llevado esta semana a la salida de Anatoli Chubáis, un veterano de la época de Borís Yeltsin, cuando trabajó en la privatización de las antiguas empresas estatales soviéticas. En los años 2000 se convirtió en uno de los pretorianos de Putin por sus relaciones con los oligarcas rusos.

La partida de Chubáis de Rusia seguía a la caída en desgracia de importantes jefes de la inteligencia. Ahí estuvo la humillación pública que, en vísperas de la invasión, Putin infligió a Serguéi Narishkin, responsable del SVR. Días después, el jefe de la Quinta División del FSB, Serguéi Beseda, y su adjunto, Anatoli Boluj, fueron puestos bajo arresto domiciliario. Beseda había estado en Ucrania en 2014 para ayudar a Yanukóvich a mantenerse en el poder, aunque no le fue muy bien en esa tarea. Se filtró que la detención de Beseda se debía a una investigación sobre malversación de fondos militares. La razón real, según fuentes disidentes rusas en Francia, habría sido el desatino sobre la potencia real del Ejército ucraniano.

Putin trajo la estabilidad a Rusia durante dos décadas, tras su subida al poder en el año 2000. A su sombra prosperó un nuevo orden basado en los "siloviki", esos "hombres fuertes" surgidos del seno de los servicios secretos soviéticos, que muy pronto se impusieron a los oligarcas, esto es, los magnates y grandes empresarios que dominaron la era Yeltsin en los noventa. Sin embargo, con la guerra de Ucrania y las fuertes sanciones impuestas por Occidente a Rusia, la prosperidad de esa élite se ha venido abajo y las dudas han crecido entre los "siloviki", para quienes el factor de cohesión en la cúpula del poder queda reducido al liderazgo autocrático de Putin.

Una de las informaciones de la inteligencia ucraniana revelaba esta semana un complot contra Putin y un posible sucesor de éste en el actual director del FSB, Alexander Bortnikov, otro "siloviki" que habría perdido el favor del presidente. El reporte añadía que los conspiradores tratarían de "envenenar" a Putin, aunque no se excluía otro tipo de "accidente" o "enfermedad".

Los camaradas de Putin en el poder sienten que esta guerra es "una amenaza directa" para la economía rusa, su propio estatus y, en general, para la humanidad, explica Vladimir Osechkin, un activista de derechos humanos que se ha convertido en una fuente reconocida sobre lo que sucede en el corazón del Kremlin.

Osechkin fundó la web Gulagu.net en 2011. Exiliado en Biarritz, es considerado el Julian Assange ruso

Osechkin fundó la web Gulagu.net en 2011. Exiliado en Biarritz, es considerado el Julian Assange ruso, en referencia al autor de las filtraciones de Wikileaks. Osechkin es colaborador del opositor ruso Alexéi Navalny, actualmente encarcelado. Grupos chechenes cercanos al Kremlin pusieron precio a la cabeza de Osechkin después de que denunciara la corrupción existente en el Ministerio del Interior ruso y la práctica de torturas en las cárceles rusas, donde pasó él mismo cuatro años. Especialista en temas de inteligencia, centra numerosas de sus denuncias en el FSB. Osechkin asegura que dispone de varias "gargantas profundas" en los servicios secretos rusos.

Según Osechkin, en Moscú se despreció el papel de los servicios de inteligencia ucranianos y su interconexión con la CIA y el MI6 británico. También se confió demasiado en los agentes rusos infiltrados en Ucrania. Como refiere en su web, en los servicios secretos rusos está primando "el aventurerismo" sobre el "sentido crítico".

Osechkin difundió en la prensa británica un informe atribuido a una de sus fuentes en el FSB, según el cual la invasión de Ucrania está destinada al "fracaso total". Los servicios de inteligencia rusos "jugaron y mintieron". La guerra "debe terminar lo antes posible, sin ninguna condición", asevera Osechkin en Gulagu.net. Y advierte de que Putin podría responder con un ataque nuclear táctico en Ucrania, como ultimátum a Occidente para que levante las sanciones que pesan sobre Rusia.

Según Osechkin y sus informantes, la invasión de Ucrania detuvo los planes de un ataque similar que China tenía previsto lanzar contra Taiwán este otoño

Según Osechkin y sus informantes, la invasión de Ucrania detuvo los planes de un ataque similar que China tenía previsto lanzar contra Taiwán este otoño. Pekín considera a esa isla parte de su territorio nacional y nunca ha descartado apoderarse de ella por medios militares. Un analista del FSB le comunicó a Osechkin que el presidente chino, Xi Jinping, necesitaría "una pequeña victoria" de cara a las luchas de poder que podrían surgir en el vigésimo Congreso del Partido Comunista Chino, que tendrá lugar en octubre próximo. Sin embargo, la guerra en Ucrania "cerró la ventana a esa oportunidad".

Tal información fue corroborada por Christo Grozev. Este periodista búlgaro con base en Viena y especializado en Rusia para la web Bellingcat indicó que dos de sus contactos en el FSB le confirmaron que el informe de Osechkin sobre Taiwán, "sin ninguna duda, fue transmitido por uno de sus colegas" en la contrainteligencia rusa. Bellingcat está especializada en la verificación de hechos e inteligencia de fuentes abiertas. En 2019, Grozev fue galardonado con el European Press Prize Investigative Reporting Award.

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