Este artículo se publicó hace 13 años.
"Hay que encontrar la forma de canalizar la culpa del que ha sobrevivido"
William Rodríguez. Superviviente de los atentados de Nueva York. Fue el último en salir vivo del infierno
William Rodríguez sigue conservando la llave maestra de las escaleras de la torre norte que permitió a los bomberos evacuar parte del edificio y salvar cientos de vidas el día de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Rodríguez era uno de los miembros del equipo de mantenimiento y sobrevivió por los pelos.
Fue el último en salir de los edificios atacados antes de que una de las torres gemelas se desplomara. Los atentados cambiaron su vida. Ya no es el hombre que aparece en la foto de la tarjeta magnética del World Trade Center que también ha guardado. El 11-S le ha convertido en un "orador motivacional" y ahora se gana la vida hablando de la fuerza de voluntad que le permitió escapar del horror que vivió aquel día hace diez años.
Rodríguez, de origen puertorriqueño, se ha convertido en un orador motivacional
"Las heridas siguen abiertas", dice Rodríguez, que ha elegido volver a la Zona Cero para hablar con Público. Este ya no es el agujero de muerte que dejaron los atentados, es casi imposible escucharse con el ruido de las grúas y el ir y venir de los obreros de la reconstrucción. "He pasado de barrendero a conferenciante. Ahora me dedico a dar charlas por todo el mundo", explica.
Lo consiguió un poco de casualidad. Tras los atentados, Rodríguez, de origen puertorriqueño, empezó a hablar en nombre de las víctimas hispanas, algunas de ellas indocumentadas, a las que nadie parecía hacer caso, como los cocineros del Windows of the World, el restaurante de lujo que desde 1976 operaba en los pisos 106 y 107 del World Trade Center.
Rodríguez contribuyó a que las autoridades de Nueva York decretaran en junio de 2002 una amnistía para los trabajadores ilegales y las empresas que los empleaban, para que también pudieran acceder a las ayudas como convalecientes del 11-S.
«Muchas noches he soñado con las imágenes de la gente quemándose»
Pero el propio Rodríguez no ha recibido compensación alguna. "Puesto que no había sido herido, no pude optar a ninguna de las ayudas de la Cruz Roja o del Fondo Federal de Compensación a las Víctimas y tuve que buscarme la vida. Pasé momentos muy duros".
Confiesa que estos han sido "diez años de recuperación emocional porque el ser un superviviente te marca como un estigma, la gente te ve como dañado, marcado y luego hay que encontrar en sí mismo la forma de canalizar la culpa del que ha vivido. Muchas noches he soñado con las imágenes de la gente quemándose", rememora Rodríguez.
Las heridas no se han curado, relata el sobreviviente, porque sigue habiendo muchas preguntas sobre los atentados que la muerte de Osama Bin Laden a manos de un comando especial de EEUU en Pakistán este verano no ha resuelto. Y luego está el delicadísimo problema de los restos, puesto que muchas de las víctimas quedaron pulverizadas en el derrumbe de las torres. Rodríguez se hace eco de las protestas de algunos de los familiares que han protestado contra la construcción del museo del 11-S que, en su opinión, vulnera un sitio sagrado, por construirse en lo que, al fin y al cabo, es una gigantesca tumba.
«Habrá un declive en la cobertura de los aniversarios por la saturación»
Especulación inmobiliariaRodríguez también culpa a la Corporación para el Desarrollo del Bajo Manhattan, (LMDC por sus siglas en inglés), el ente creado por el estado de Nueva York y la ciudad para reconstruir la zona cero, de haberse lucrado de la especulación inmobiliaria "que durante años paralizó las obras porque todo el proceso estuvo muy politizado desde el principio". En otras palabras, el dolor y el trauma de los atentados que unieron a los estadounidenses y a los neoyorquinos, desapareció rápidamente. "Las mismas divisiones que separaron a las familias en el 11-S siguen existiendo", subraya.
Reconoce que muchos estadounidenses están cansados del 11-S. "Primero porque se usó de excusa política para justificar las guerras y la pérdida de muchos derechos civiles" y luego porque en este momento la principal preocu-pación es la crisis. "Después de estos diez años va a haber un declive en la cobertura de los aniversarios porque hay una innegable saturación".
Los atentados cambiaron su vida de muchas maneras. William Rodríguez, de 50 años, se casó con una periodista de Ecuador, Elizabeth, que vino a entrevistarle y ahora es padre de un niño y una niña pequeños. Sigue con sus giras "porque lo que he me ha dado esta tragedia es la voluntad y la oportunidad de ayudar al otro". Desea irse de gira con Mario Sepúlveda, el más famoso de los mineros chilenos, rescatados hace casi un año, para enseñar a los jóvenes las tres cosas más importantes que le han quedado de su experiencia del 11-S: "El valor de la familia, de los amigos y de la responsabilidad social".
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