Lograr 850.000 votos sin haber hecho ni un minuto de campaña es el sueño de cada político. Hillary Clinton se declaró vencedora de las peculiares primarias del Partido Demócrata en Florida.

Cosechó la mitad del voto de los simpatizantes demócratas que fueron a depositar su papeleta, aún sabiendo que podría ser un gesto meramente simbólico.

La dirección del partido ha castigado a sus correligionarios en Florida por haber adelantado las primarias al 29 de febrero en contra de la orden que había dado a todos los estados y que permitía a tan sólo cuatro de ellos –Iowa, New Hampshire, Nevada y Carlonia del Sur– celebrar sus votaciones antes del 5 de febrero, el inicio oficial de las primarias.

Por ello, los 210 delegados que estaban en liza en Florida –uno de los estados más poblados de EEUU– no tienen derecho a votar en la nominación del candidato oficial en la convención demócrata en agosto en Denver. Se hablaba, entonces, de un beauty contest (concurso de belleza).

Ante esta situación, todos los candidatos habían pactado no hacer campaña en el Sunshine State, aunque dejaron sus candidaturas inscritas en el registro.

Pero los simpatizantes demócratas acudieron el martes en gran número a apoyar a su candidato.

Clinton no desperdició la oportunidad de presentarse como triunfadora e hizo un viaje relámpaga para celebrar la extraña victoria en la localidad de Davie en Florida.

En EEUU se espera que los abogados de la campaña de la ex primera dama ya están buscando fórmulas para que se revoque la decisión de excluir a los delegados floridianos.