Este artículo se publicó hace 12 años.
Hollande presenta su programa para desalojar a Sarkozy del Elíseo
El candidato socialista presenta sus 60 compromisos por Francia' para conquistar a las clases medias bajas. La principal alternativa a la derecha francesa ha logrado recuperarse de sus primeros patinazos
Fue un símbolo nítido y rotundo. El candidato socialista a la presidencia de Francia, François Hollande, se alejó ayer de su cuartel general palaciego en la selecta Avenue de Ségur, de los barrios ricos de París, y se personó en una sala emblemática y obrera del barrio más populoso, el de Belleville Ménilmontant, para presentar su programa presidencial. Sus 60 compromisos por Francia pegaron fuerte en los medios de comunicación durante todo el día, por ser un catálogo de medidas muy concretas, técnicas y de apariencia brillante, destinadas a conquistar el voto de las clases medias bajas.
Hollande llegaba con buenos resultados en los sondeos a la presentación de ayer en la Maison des Métallos, histórico local de los metalúrgicos parisinos, hoy sala de moda y muy alterglobalista.
Su primer mitin nacional, el fin de semana pasado ante unas 12.000 personas en la periferia norte de la capital, logró impactar a la opinión, marcar la agenda de los medios, y relegar al presidente Nicolas Sarkozy a una esquina de la pantalla.
Tanto, que los primeros espadachines conservadores han empezado a ponerse nerviosos y a exigir que su líder, Sarkozy, salte a la arena rápido en lugar de seguir esperando al último minuto, cosa que en principio era su estrategia.
De hecho, el primer efecto que está teniendo este Hollande "versión turbo", es el de rebipolarizar la campaña concentrándola en los dos candidatos centrales que disponen de grandes maquinarias electorales, Sarkozy y su Unión para un Movimiento Popular (UMP), y Hollande y su Partido Socialista (PS).
Los dos grandes partidos tratan de polarizar la opinión de la población
A mediados de enero cundía el pánico en ambos campos. En el de Sarkozy, porque el centrista François Bayrou y la neofascista Marine Le Pen subían en los sondeos, restando margen a las ya de por sí escasas esperanzas del presidente conservador de cara a la primera vuelta de las presidenciales, el 22 de abril próximo.
En el de Hollande, igualmente cundió el pánico, porque Bayrou sube, pegado al flanco derecha de Hollande, pero sobre todo porque el Frente de Izquierdas, de Jean-Luc Mélenchon, sube a niveles de entre el 8% y el 9% declarado en los sondeos, algo nunca visto para la izquierda real desde 1981. Y la ola aumenta.
Como un resorte tras surgir el Hollande peleón, Sarkozy acaba de anunciar, contra todo pronóstico, una intervención televisiva masiva: el domingo próximo surgirá nada menos que en cuatro cadenas nacionales para una entrevista en la que se medirá solo, durante una larga hora y pico, con periodistas cuidadosamente seleccionados y nada combativos.
Sarkozy buscará ganar protagonismo con una entrevista masiva en televisión
Oficialmente va a hablar de una serpiente de verano que es la "reforma del mercado laboral" y la "refundación de la financiación del modelo social". Pero los analistas afines ya especulaban ayer con la posibilidad de que, como mínimo, diga varias frases sobre algo que es, en este país, un momento mágico de su particular mística política: su encarnación, desde presidente saliente, en candidato real.
Momento claveEste es, pues, el momento clave en que los dos mastodontes, Hollande y Sarkozy, tienen un interés común: apretar las correas para que la campaña vuelva a bipolarizarse, y frenar así el ascenso fulgurante de los tres challengers, el centrista François Bayrou, la neofascista Marine Le Pen y el líder de la izquierda real, Jean-Luc Mélenchon.
Pero no está ganado de antemano, dada la grave situación económica de Francia y dada la exasperación social. Sarkozy tiene problemas para simplemente llegar a presentar un balance de sus cinco años de mandato; Hollande, para encarnar la idea de una alternancia real y de cambio.
Precisamente para cobrar esa apariencia de alternativa, Hollande tuvo que adentrarse en el barrio popular de Belleville Ménilmontant, probablemente por primera vez en su larga vida política de notable socialista y de burócrata de partido. "Sólo prometo lo que podré cumplir. Ni más ni menos", reiteró el candidato.
Así, enumeró una larga serie de medidas concretas técnicas que, claramente, benefician a las clases medias bajas. Pero no por larga, la lista es muy sustancial: no hay absolutamente nada sobre salarios. Es más, su supuesto proyecto de "justicia fiscal" y de impulso al empleo sólo pesa, según su propio cálculo socialista, 20.000 millones de euros.
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