Este artículo se publicó hace 4 años.
HuracánIota, el primer huracán de 2020 en alcanzar la categoría 5, se acerca a Centroamérica
La madrugada de este lunes Iota se intensificó hasta convertirse en un huracán de categoría mayor, alcanzando el máximo nivel en la escala Saffir- Simpson, mientras se prevé que toque tierra esta noche.
El ciclón Iota, que se convirtió en huracán la madrugada del pasado domingo, ha alcanzado este lunes la categoría más alta (5), en la escala de Saffir- Simpson, que clasifica los ciclones tropicales según la intensidad del viento. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) había anunciado el domingo que Iota seguiría fortaleciéndose mientras se acercaba peligrosamente a Centroamérica, en momentos en que la región aún se está recuperando de la destrucción causada por la tormenta Eta.
A las 09.00 horas, hora local en Honduras (1500 GMT), Iota se ubicaba a unos 315 kilómetros al este de la colombiana Isla de Providencia y a 540 kilómetros al este sureste del cabo Gracias a Dios, que divide a Nicaragua de Honduras y donde se espera que toque tierra la noche del lunes, de acuerdo con datos del NHC.
Esto es lo más tarde en el año que ha habido una categoría 5 en la Cuenca Atlántica y ha sido el primer huracán de 2020 en alcanzar este nivel, según ha indicado el Centro Nacional de Huracanes.
Este domingo, el ciclón se movía hacia el oeste- noroeste a 15 kilómetros por hora (km/h) y soplaba vientos máximos sostenidos de 150 km/h con ráfagas más fuertes. Sin embargo, ha alcanzado vientos de hasta 257 km/h. Y se "espera que Iota se fortaleciera rápidamente en un gran huracán", comunicaba el NHC este fin de semana.
"Traerá consigo vientos potencialmente catastróficos, marejadas ciclónicas amenazantes a la vida e impactos de lluvia a Centroamérica", agregó. El sábado, las autoridades empezaron a evacuar a los pobladores de las zonas más vulnerables al huracán en Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Iota deja incomunicada a la isla colombiana de Providencia
El huracán ha dejado incomunicada desde las 03.00 hora local (08.00 GMT) a la isla colombiana de Providencia, poblada por unas 5.000 personas y donde los fuertes vientos se llevaron los techos de dos de los refugios habilitados para la emergencia.
Así lo informó este lunes el coordinador de Gestión del Riesgo de San Andrés, Walden Downs, quien aseguró que en este momento no se puede hacer un reporte concreto sobre lo que está ocurriendo en el archipiélago de San Andrés y Providencia porque el huracán aún sigue pasando por allí.
"La preocupación de nosotros es con el municipio de Providencia porque no hemos tenido ningún reporte de ellos desde las tres de la mañana", aseguró en una llamada telefónica Downs, quien está en la isla de San Andrés.
Sin embargo, manifestó que antes de que se cortaran las comunicaciones con Providencia, una isla que tiene una superficie de 17 kilómetros cuadrados, fueron informados sobre "dos refugios que se les volaron el techo" y muchos "árboles caídos". "Vamos a ver ahora que baje la brisa para poder comunicarnos con ellos", agregó.
Según el Centro Nacional de Huracanes, el viento sostenido del huracán Iota ya es de 225 kilómetros por hora, con rachas aún más elevadas, con una presión mínima de 935 milibares. Sobre San Andrés, donde viven más de 43.000 ciudadanos, Downs manifestó que hay "muchos árboles en la vía pública y otros muchos han caído sobre algunas viviendas", pero advirtió que aún no puede dar una cifra concreta de daños porque "estamos pasando por las lluvias fuertes".
San Andrés, del que también hacen parte las islas de Providencia y Santa Catalina, es el único departamento insular de Colombia y su economía se basa en el turismo.
De la catástrofe de Eta al huracán Iota
A principios de noviembre, Eta, una de los ciclones más poderosos que impactó Centroamérica en años, tocó tierra en Nicaragua. En los días siguientes, la tormenta avanzó por la región descargando potentes lluvias y vientos que dejaron más de un centenar de fallecidos, decenas de miles de damnificados e infraestructura destrozada.
Una de las áreas más golpeadas fue la zona central guatemalteca Alta Verapaz, donde una montaña se derrumbó sobre el poblado Quejá, enterrando vivas a decenas de personas. Ante la imposibilidad de encontrar a los atrapados bajo metros de lodo y piedras, la zona será declarada camposanto.
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