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Un informe denuncia torturas de los soldados británicos a civiles iraquíes

El documento, elaborado por un Tribunal, parte de la investigación abierta por el asesinato de un recepcionista en Basora en 2003

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Baha Mousa fue asesinado de manera 'violenta y cobarde' por soldados británicos desplegados en Basora en 2003, después de 36 horas de interrogatorio. Así lo ha decretado el juez Sir William Gage, encargado de investigar durante dos años la muerte de este recepcionista de hotel iraquí y que, pese a que no ha querido afirmar que las torturas a civiles eran sistemáticas en los primeros años de la invasión de Irak, ha denunciado la 'pérdida de disciplina y falta de coraje moral' de las tropas.

El informe publicado por Gage contiene juicios muy duros contra militares y oficiales en particular y deja bien a las claras que las tropas  desconocían las normas internacionales sobre el tratamiento a detenidos en conflictos.

'Al menos durante todo el periodo de la guerra hasta la muerte de Mousa los detenidos eran encapuchados, maniatados y obligados a permanecer en posiciones de estrés sometiéndolos a temperaturas extremas', dice Gage. La mayor parte de estas prácticas están prohibidas por la convención de Génova de 1972.

En cualquier caso, esto contrasta enormemente con la información publicada en octubre de 2010 por el diario The Guardian . Según el periódico británico, los militares tienen manuales de tortura muy detallados que incluyen las técnicas que denuncia Gage.

Entre los militares acusados está el Coronel Jorge Mendonca, que según el juez tiene 'una gran responsabilidad por estos hechos' ya que tenía que conocer lo que estaba sucediendo en los centros de detención. También el cabo Donald Payne, hasta ahora el único militar detenido por la muerte de Mousa y quien llevó a cabo 'un horrible catálogo de violencia injustificada y brutal contra los detenidos indefensos'.

También se encuentra en la lista de los acusados directamente por Gage el lugarteniente Craig Rodgers, que 'incumplió de manera muy seria su deber' al no denunciar los abusos. Rodgers era el cargo al mando de las cárceles y 'si hubiera tomado cartas en el asunto desde el primer momento que tuvo conocimiento de lo que ocurría, Baha Mousa habría sobrevivido con toda seguridad'.

Junto a ellos, el mayor Michael Peebles, encargado de la supervisión de los detenidos, fue acusado de 'comportamiento inaceptable'. 

Gage hace referencia, además, al padre Peter Madden, cura católico que visitó la unidad de detención temporal de Basorajusto el día de la muerte de Mousa. 'Tendría que haber intervenido de manera inmediata o haberlo puesto en conocimiento de la cadena de mando', denuncia el juez.

Mousa murió el 15 de septiembre de 2003 tras ser detenido en el hotel de Basora en el que trabajaba, acusado de haber participado en un atentado contra las tropas británicas. La autopsia reveló que su cuerpo tenía 93 tipos de lesiones diferentes.

En enero de 2004, el Ministerio de Defensa británico pagó una compensación económica a su familia, pero en julio de ese mismo año, los padres decidieron llevar el caso a los tribunales. Hasta julio de 2009 no comenzó la investigación pública, que concluye con el informe presentado hoy por Gage.

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