JERUSALÉN -El atentado terrorista de París constituye otro jalón en la transición que está viviendo Europa hacia una presencia más significativa del islam, un camino salpicado de desencuentros que se inició hace ya varias décadas, que sigue adelante a día de hoy y que conducirá hacia un continente plenamente multirreligioso dentro de muy pocas décadas.

Ciertas proyecciones publicadas en los últimos años señalan que la geografía humana de Europa habrá cambiado sustancialmente en torno a 2050, cuando en algunos países europeos, incluidos Francia, Alemania y el Reino Unido, el islam pueda convertirse en la región mayoritaria.

Estas proyecciones se basan fundamentalmente en los índices de inmigración y nacimientos, pero suelen ignorar las conversiones al islam de los europeos nativos. Las conversiones de los nativos han arrancado a un paso lento, casi inapreciable, pero poco a poco van siendo más significativas.

Las conversiones de los nativos han comenzado a paso lento, pero poco a poco van siendo más significativas

El atentado contra Charlie Hebdo y otros sucesos de esta naturaleza van a polarizar a la opinión pública europea y esto, a medio plazo, redundará en beneficio del islam, ya que donde hay un conflicto de esta naturaleza la parte más débil es la que gana.

La polarización acelerará el proceso de implantación del islam y aunque seguramente habrá todavía numerosos choques y fricciones con las fuerzas opuestas al islam, el continente no tendrá más remedio que aceptar una realidad que a día de hoy parece imposible de evitar o esquivar.

Hay una pregunta que no es ociosa: ¿Ha dejado Europa de ser religiosa o ha dejado solo de ser cristiana?

Hay una pregunta que no es ociosa en ese sentido: ¿Ha dejado Europa de ser religiosa o ha dejado solo de ser cristiana? En el segundo caso, el islam jugará un papel muy importante a medio plazo, mientras que en el primer caso su papel será secundario.

Las sociedades mutan continuamente, algunas veces con una lentitud pasmosa pero otras a una gran velocidad, y Europa está inmersa en un proceso de mutación profundo que no solo tiene que ver con el islam sino también con lo que un observador ha calificado de cansancio de los valores derivados de la Ilustración.

El mismo posmodernismo es un síntoma de ese agotamiento. Los valores de la Ilustración que tantos millones de europeos consideraron inmutables durante dos siglos se desmoronan y la democracia sufre rabiosas críticas explícitas o implícitas de pensadores tan ilustres como Alain Finkielkraut en favor de las llamadas “ideas comunitarias”, que en no son otra cosa que reaccionarias.

Europa está inmersa en una mutación que tiene que ver con un cansancio de los valores derivados de la Ilustración

Atravesamos un momento en que muchos occidentales colocan las ideas de grupo como la religión o el nacionalismo por delante de las ideas universales que defendió la Ilustración y que se habían considerado progresistas hasta ahora. Se ha de decir, no obstante, que el islam es probablemente la religión con una mayor ambición universal, aunque en Europa se perciba como otra cuestión simplemente comunitaria.

El proceso de decadencia europeo tal vez se deriva de un exceso de cultura que resulta imposible de asimilar, dándose la situación de que la compleja civilización occidental probablemente carece de la fuerza y la voluntad necesarias para combatir un puñado de valores sencillos y directos que apelan principalmente a los sentimientos, y a menudo a los sentimientos más primitivos.

El islam está en una disposición idónea para recibir a muchos de los descontentos de la enorme complejidad en que vivimos, y hay una buena parte de descontentos que ni siquiera sospechan que mañana se sentirán atraídos por la sencillez del islam, por algunos de sus simples valores que atraen a millones de musulmanes, de los que, no hay que olvidarlo, únicamente son yihadistas una pequeñísima fracción. Una fracción que aunque sea la más ruidosa no es la más numerosa.