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Israel promueve "la experiencia egipcia"  para desarticular a los islamistas en Túnez

Esta semana se han revelado más detalles del papel que Egipto está jugando en el proceso tunecino que se inició con el golpe de estado de julio y con el que el presidente Kais Said, respaldado por la alianza que lideran Israel y los Emiratos Árabes Unidos.

Imagen de febrero de 20290 de la toma de posesión del presidente tunecino, Kais Saied, en el palacio presidencial de Cartago, en las afueras de la capital, Túnez. REUTERS/Fethi Belaid/Pool
Imagen de febrero de 20290 de la toma de posesión del presidente tunecino, Kais Saied, en el palacio presidencial de Cartago, en las afueras de la capital, Túnez. Fethi Belaid/Pool / REUTERS

Ya puede decirse que todo el norte de África, con excepción de Argelia, se haya bajo la tutela de la coalición que lideran Israel y los Emiratos Árabes Unidos, y de la que también son elementos clave Egipto y Arabia Saudí. El caso de Túnez es un ejemplo claro de esta ofensiva, como el caso de Líbia, cuyo primer ministro acaba de entrevistarse con el director del Mosad, David Barnea, según han informado medios árabes y hebreos.

La coalición que dirige Israel tiene por principal enemigo el islam político, que en Túnez representa el partido Ennahda. Lo que está tratando de hacer la coalición es descoyuntar el movimiento islámico tunecino, a pesar de que desde el reciente golpe del presidente Kais Said, Ennahda, como ocurrió en 2013 tras el golpe egipcio, ha demostrado que descarta la violencia.

El veterano periodista David Hearst, de The Middle East Eye (MEE), desvela en su último artículo que el coronel egipcio Ali Mohamed al Farran es el contacto de la coalición israelí para "replicar (en Túnez) la experiencia egipcia", es decir para desarticular a los islamistas.

En su informe Hearst, citando fuentes que no descubre, indica que Farran ha preparado planes para acabar con Ennhada. En su calidad de miembro de los servicios de inteligencia egipcios, Farran quiere replicar lo sucedido en Egipto después del golpe militar de Abdel Fattah al Sisi en 2013, al que siguió una fuerte represión contra los Hermanos Musulmanes.

Como en Túnez, los islamistas egipcios decidieron no recurrir a la violencia y desde entonces han sufrido los embates continuados de los servicios de inteligencia de El Cairo. Said estaría imitando al presidente Sisi con el objetivo de aplastar las estructuras islamistas más básicas en Túnez.

Hearst añade que Farran, que tiene a su cargo el "Expediente tunecino", está trabajando estrechamente con Khaled al Yahyaoui, director de la Seguridad Presidencial además de consejero del presidente Kais Said. En esta misión Farran ha obtenido un "acceso sin restricciones" a lo que sucede en Túnez con el fin de aplastar a los islamistas.

El partido Ennahda obtuvo una mayoría relativa en el parlamento en las últimas elecciones. Durante la gobernanza cometió errores de bulto, y su programa fue finiquitado definitivamente en julio, cuando Said dio el golpe. Hasta ese momento Ennahda se había comportado como un partido democrático, y de hecho ha mantenido esta misma actitud tras el golpe.

Said justificó el golpe aduciendo que era necesario combatir el elevado desempleo, la corrupción y la pandemia de coronavirus. Para ello suspendió el Parlamento y destituyó al primer ministro al tiempo que se atribuía prácticamente todos los poderes constitucionales.

"Numerosas fuentes" confirmaron a The Middle East Eye que funcionarios de la seguridad egipcios aconsejaron al presidente Said desde antes del golpe y estuvieron presentes en el palacio presidencial, dirigiendo las operaciones desde antes del golpe y colaborando con Said en esa dirección.

Esta circunstancia confirma otra vez que hubo intervención extranjera en el golpe tunecino. En este mismo sentido, con anterioridad al golpe de julio, la administración de Facebook suspendió varias cuentas que se dedicaban a "crear opinión" política desde internet en Túnez, es decir a fomentar la desestabilización y el malestar social preparando el golpe, una operación en la que estuvieron implicados directamente elementos israelíes, información que apareció en su momento en las páginas del Yediot Ahronot y Haaretz.

Una de las fuentes mencionadas por MEE, que se publicó en julio, el mes del golpe de estado, señalaba que el presidente egipcio Sisi "se ofreció para proporcionar a Said todo el apoyo que necesitara para el golpe, y Said lo aceptó".

"Personal militar y de la seguridad egipcia se trasladó a Túnez con el respaldo absoluto de Mohammad bin Zayed, el príncipe de la corona de Abu Dabi", según MEE, que citaba una fuente al respecto. El príncipe Bin Zayed es la personalidad árabe más implicada en todos los conflictos árabes y colabora estrechamente con Israel.

David Hearst añade que desde que Said elaboró el plan para el golpe en mayo, ha seguido fielmente lo que había previsto para declarar una "dictadura constitucional", "concentrando todos los poderes en manos del presidente de la república". El plan también preveía poner bajo arresto domiciliario a dirigentes de Ennahda, como después ha sucedido.

Uno de ellos, Noureddine Bhiri, número dos de Ennahda, fue detenido por agentes de paisano el 31 de diciembre, que le acusaron de "terrorismo", una acusación calcada de las que hizo Sisi a los islamistas de los Hermanos Musulmanes detenidos tras el golpe de 2013. Bhiri, que está enfermo, fue ingresado dos días después en un hospital.

Esta semana, por segunda vez en menos de dos meses, el ministro del Interior tunecino ordenó el martes la jubilación de altos responsables de la seguridad, lo que en el país se interpreta como una purga política. El ministro del Interior, Tawfiq Sharaf al Din, no ha dado ninguna explicación satisfactoria que explique esa orden, y algunos medios indican que a los cesados se les considera próximos a Ennahda y que a quienes los sustituyen se les exige lealtad política.

En noviembre sucedió algo parecido cuando una veintena de responsables de la seguridad fueron cesados por el ministro, y algunos de ellos se encuentran bajo arresto domiciliario. El presidente Said sigue ignorando las protestas que se celebran en el país y parece determinado a no ceder y consolidar el golpe de julio con el apoyo de la coalición israelo-emiratí.

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