Este artículo se publicó hace 11 años.
Italia: un país preso por una ley electoral injusta y un Parlamento podrido
La corrupción del Gobierno Berlusconi, la pasividad del centroizquierda y la llegada de los tecnócratas han sido clave para el ascenso del Movimiento 5 Estrellas que hoy se aprovecha de una ley hecha por y para el 'Cavaliere'
El bloqueo parlamentario que vive estos días Italia tras la irrupción del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo no se debe a otra cosa más que a una ley electoral ideada en 2005 por el antepenúltimo Gobierno de Silvio Berlusconi para frenar el avance del centroizquierda que, liderado por Romano Prodi, estaba colocado en la primera posición para obtener una holgada victoria en las elecciones de 2006. No lo consiguió, pero aquel Ejecutivo nació tocado de muerte al no gozar de una mayoría clara en la Cámara Alta. En 2007 los democristianos le retiraron su apoyo y cayó.
El guión estaba tan bien escrito que en las siguientes elecciones generales de 2008 Berlusconi obtuvo una impresionante mayoría blindada en el Senado por el sistema de representatividad regional que habían ideado. Prodi podía haber reformado en sus dos años como primer ministro una ley cuyo propio inventor, el varias veces ministro de la Liga Norte, Roberto Calderoli, definió como 'La porcata', es decir, 'La cerdada'. Pero no lo hizo, como con otras tantas leyes que estaban atenazando al país.
La norma, además del enjuague en el Senado, de prohibir votar en esta Cámara a los menores de 25 años y de dar el premio de mayoría a la fuerza más votada en el Congreso (un 55% extra de escaños), permitía lo que en la última etapa del Cavaliere se reveló como la verdadera perversión del sistema. Los electores votan a un líder que, en su nombre, elige a dedo a los parlamentarios, lo que tiene graves consecuencias.
Sólo por citar algunos ejemplos: Berlusconi nombró ministro de Desarrollo Económico a Claudio Scajola, que no duró ni dos años en el cargo al verse obligado a dimitir por estar viviendo en un apartamento frente al Coliseo regalado por un empresario, Diego Anemone, imputado por haber desviado fondos públicos. "Dimito porque un ministro no puede estar viviendo, sin él saberlo, en una casa pagada por otro", dijo sin pudor; eligió como diputado por Campania a Nicola Cosentino, considerado el "nexo entre la política y la Camorra" al conceder favores a cambio de votos al clan de los Casalesi; puso como ministro de Agricultura a Saverio Romano, imputado por asociación mafiosa; y apoyó siempre al senador y amigo Marcello Dell'Utri, "enlace de Berlusconi con la Cosa Nostra", según los tribunales.
En la izquierda, las cosas tampoco estaban mucho mejor. Luigi Lusi: senador por el Partido Democrático (PD) de Pierluigi Bersani, detenido por hacer desaparecer 23 millones de euros de subvenciones electorales de La Margherita, partido que se fusionó con otras formaciones en el PD para confluir a las elecciones de 2008. Domenico Scilipoti: diputado en las filas de Italia de los Valores (IdV) del exfiscal Antonio di Pietro. Experto en acupuntura. Tuvo un repentino ataque de responsabilidad el 14 de diciembre de 2010 y votó en contra de la moción de censura a Berlusconi. Montó un grupo independiente y pasó a apoyar a la derecha; Bruno Cesario: empezó la legislatura como diputado del PD, también votó en contra de la moción de censura y acabó como subsecretario de Estado de Economía de Berlusconi.
Hubo parlamentarios tránsfugas que reconocieron que el Cavaliere les había ofrecido 300.000 euros para pagarles la hipoteca. Otros decían en público que no podían permitir que se acabase la legislatura hasta que no cumplieran los cinco años en el Parlamento, lo que les daría automáticamente la pensión vitalicia. Mientras tanto, Berlusconi, primer minitro de Italia, estaba imputado en cinco casos por delitos tan variados como prostitución de menores, abuso de poder, apropiación indebida, soborno, evasión de capitales y fraude fiscal. Su última andanza se conoció el jueves. Está siendo investigado por la Fiscalía de Nápoles por haber sobornado al senador del IdV, Sergio de Gregorio, en 2006.
El empresario sobrevivió gracias a la mayoría que le regaló la ley electoral y a todas las leyes ad personam que aprobó para frenar a la magistratura. Es posible que en España no se recuerden episodios como los vuelos de estado con prostitutas a su mansión de Cerdeña, la vergonzante rueda de prensa con Zapatero en la que negaba que hubiera pagado alguna vez en su vida por mantener relaciones sexuales con mujeres, la fotografía con Noemi Letizia en su 18 cumpleaños, la joven que solía llamarle "papi", la conversación con Obama en la que le decía que el problema de Italia eran los jueces comunistas, el plantón a Merkel en una reunión de la OTAN en Alemania, el apodo de "culona infollable" que puso a la canciller y dio la vueta al mundo, el casting de belleza de mujeres para promocionarlas al Parlamento Europeo, los ataques racistas contra los rumanos, el beso en el anillo a Gadafi, las explicaciones sobre el bunga bunga, sus confesiones con una prostituta de lujo sobre la cama que le había regalado Putin y la rocambolesca historia sobre el origen de Ruby Robacorazones, presunta nieta del exdictador egipcio, Hosni Mubarak, según Berlusconi.
Así fue la última legislatura en una Italia sumida en la peor crisis económica desde la II Guerra Mundial. Y así han sido los 15 años anteriores, fruto de la transición inacabada que se dio con Tangentopoli y el proceso Manos Limpias. Cambió el escenario político, cambiaron los partidos, se constituyó la II República, pero los responsables últimos siguieron en el Parlamento. Todo esto terminó con el momento más genuinamente antipolítico que ha vivido el país: la llegada del Gobierno de Mario Monti.
El Ejecutivo de Berlusconi acabó en la lona por la prima de riesgo, no por sus corruptelas, y cuando los partidos se reconocieron incapaces para gobernar, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, en lugar de dejar que los italianos decidieran, hizo encaje de bolillos con la Constitución y llamó a un fontanero recomendado por la Unión Europea. Excomisario de la competencia, exconsejero de Goldman Sachs, miembro de la Comisión Trilateral y asistente a las reuniones del Club Bilderberg. Todo un currículum para amansar a las fieras de los mercados.
Bruselas y el eje París-Berlín se pasaron la soberanía de un país entero por el arco del triunfo. Hasta ese momento, cada vez que estallaba un escándalo en Italia los europeos miraban a los italianos con la sonrisa de medio lado y pensaban: "Tienen lo que se merecen por votar a Berlusconi". Monti es fruto de esa simplificación. Como los italianos no saben elegir a sus gobernantes, nosotros tenemos la obligación de ponerles uno por el bien de la estabilidad económica. Nadie debió pensar que, pese a que Monti fuera primer ministro, la mayoría parlamentaria la seguía controlando el mismo hombre al que todos despreciaban.
Berlusconi, cuando vio que su Italia estaba hasta las narices de los recortes, resucitó de entre los muertos y apuñaló al tecnócrata por la espalda. Como siempre ha hecho. Pero esta vez no ha ganado él, sino el Movimiento 5 Estrellas al que, después de lo visto en la última legislatura, contemplan desde fuera como la peor amenaza para Italia. El premio Nobel Dario Fo hacía esta reflexión el martes por la mañana tras confirmarse los resultados: "Finalmente alguno entenderá dónde está la antipolítica, dónde están los que han utilizado la política sólo en su propio interés". Siguen en el Parlamento, pero ya son muchos menos.
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