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João Camargo: "La derecha española es más conservadora, oscura y represiva que la portuguesa"

HÉCTOR JUANATEY

Han pasado cuarenta años y parece, a veces, que no haya pasado ninguno. Todo aquello que el pueblo portugués había conseguido recuperar gracias a la Revolución de los Claveles, se ha desvanecido poco a poco, pero no por ningún proceso físico, sino que ha sido liquidado por la burguesía más rica, a través de una redistribución de la riqueza a la inversa: de los pobres a los ricos. Al menos así es como analiza João Camargo, uno de los portavoces del movimiento luso Que se lixe a troika (Que se joda la troika), las últimas cuatro décadas que ha vivido la sociedad portuguesa, que todavía hoy entona el Grândola, vila morena con el fin de recuperar la soberanía.

El pasado día 25 se cumplieron 40 años de la Revolución de los Claveles. ¿Cuánto han cambiado las cosas desde entonces? ¿Vive Portugal hoy en día en una verdadera democracia?

El 25 de abril de 1974 permitió liberar a todas las fuerzas de la sociedad de una dictadura retrógrada, conservadora y represiva. En un primer momento, el principal apoyo a la revolución fue una gigantesca adhesión popular, que empujó el sentido de la misma hacia una emancipación del pueblo, a una mejora de las condiciones de vida, formando estructuras sociales y de sentido socialista, con la imposición de una reforma agraria contra el latifundio agrícola, con la nacionalización de la banca privada y de todos los monopolios naturales, haciendo una transferencia de la riqueza en sentido descendente, reequilibrando de algún modo la sociedad portuguesa. Después de ese momento, que duró algunos años, otras de las fuerzas liberadas de la revolución, es decir, la burguesía más rica, que siempre había vivido a la sombra y con el favor de la dictadura, recuperaron primero lentamente y después de forma acelerada la riqueza que había sido distribuida por la sociedad. Y, en los últimos años, la concentración de la riqueza se hizo en el sentido exactamente inverso de aquel que había ocurrido el 25 de abril, es decir, de los pobres pasó a los ricos. Mientras tanto, se fueron desmantelando los principales sistemas de redistribución de la renta, como el Servicio Nacional de Salud, la Escuela Pública, la Seguridad Social y la función pública. En términos teóricos, en Portugal aún existen elecciones libres, aún existe libertad de expresión y de manifestación, pero la incapacidad de una sociedad de hacer que su voluntad sea respetada, ya sea a través de la dimisión de los elegidos o de la retirada de determinadas políticas, materializa una especie de post-democracia, mucho más teórica que práctica. En la práctica, con la degradación generalizada de las condiciones de vida, la incapacidad de hacerse oír, de ser representado y de hacerse representar, con la desigualdad de derechos entre quien trabaja y quien vive de expedientes, intereses y especulación, hace que existan de facto ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, con un Gobierno, aunque elegido, que gobierna directa y declaradamente contra quien trabaja. De modo que se no se puede concluir que exista de facto una verdadera democracia.

'En Portugal no existe de facto una verdadera democracia'

Hace unos meses, el ‘Grândola, vila morena' interrumpió un discurso de Passos Coelho en el Parlamento portugués y él comentó que era un honor ser cortado de esa forma. ¿Se podría cantar la canción hoy en día para echar también al actual Gobierno portugués?

El Grândola sigue siendo un símbolo real y efectivo de la resistencia contra las mayores injusticias y la arbitrariedad, de modo que es una música antagónica a este Gobierno, un Gobierno que no soporta la fraternidad entre la población, que quiere que luchen y estén en competición permanente entre sí, un Gobierno que no acepta que sea el pueblo quem mais ordene, porque sabe que su política no es lo que el pueblo quiere, sino lo contrario de lo que quiere. Este Gobierno es anti 25 de abril, porque el 25 de abril es el pueblo. Por tanto, esta música continúa siendo un arma totalmente adecuada contra los tecnofascistas que gobiernan hoy en Portugal, y en muchos otros lugares de Europa.

Contra este Gobierno y contra este sistema surge el movimiento Que se lixe a troika (Que se joda la troika). ¿En qué punto está ahora?

Que se lixe a troika, como todo movimiento social y toda la población del país, está en un momento un poco bajo. La magnitud de lo que se consiguió chocó directamente con una falta de cambio de políticas y de rumbo del Gobierno de la troika. La dimisión del ministro de Finanzas y del ministro de Negocios Extranjeros en julio de 2013 tuvo un profundo impacto en la población portuguesa porque a esas alturas hubo una percepción clara de que solo la troika mandaba, de que solo la troika decidía cuando un Gobierno caía o no. Eso tuvo impactos colectivos importantes, aunque Que se lixe a troikatuvo por lo menos un importante evento después de eso, en octubre de 2013. Actualmente se piensa en futuras acciones y se analiza lo que sucederá en los próximos meses.

¿Cómo planteáis la lucha? ¿Preferís por pocas protestas a las que acuda mucha gente o un gran número de protestas?

Convocamos varias manifestaciones en los últimos dos años. Las dos principales fueron multitudinarias, pero hubo otras importantes, con buena dimensión, como la del 1 de junio de 2013 (Povos Unidos Contra a Troika) o la del 26 de octubre de 2013 (Que se lixe a troika, não há becos sem saída). La de Povos Unidos Contra a Troika, si bien no tuvo el impacto que esperábamos y para el que arriesgamos, fue una manifestación muy interesante, articulada en conjunto con el Blockupy en Frankfurt y resultando en más de 100 convocatorias en decenas de países europeos, aunque ninguna de ellas terminó siendo una manifestación de masas. También hicimos iniciativas como la de A Merkel Não Manda Aqui, cuando Angela Merkel vino a Lisboa, o la Moção de Censura Popular. Y participamos en otras iniciativas, no todas organizadas por nosotros. Pienso que estamos en un intermedio, con ganas de hacer manifestaciones significativas, pero procurando crecer en el camino hacia las mismas.

 'Las cosas están peor que antes, a pesar de todo lo que se ha conseguido'

¿Qué éxitos ha logrado Que se lixe a troika?

Consiguió organizar las mayores manifestaciones en Portugal desde el periodo revolucionario de 1974-1975, con números por encima del millón de personas en la calle en dos ocasiones en menos de un año, el 15 de septiembre de 2012 y el 2 de marzo de 2013. Pero el gran éxito no fueron solo los números. Se consiguió romper de facto la hegemonía del discurso, creando una disensión masiva contra la austeridad y las políticas del Gobierno, que estuvo en más de una ocasión a punto de derrumbar la coalición gubernamental y que avaló toda la estructura de la sociedad. En concreto, Que se lixe a troika consiguió derrumbar medidas concretas de austeridad, como el TSU (Tasa Social Única), y posponer durante más de seis meses la introducción de recortes en los salarios, pensiones y servicios públicos.

Después de todo, ¿las cosas están mejor o peor que antes?

Están peor, a pesar de todo lo que se ha conseguido.


Estuviste hace poco en España para participar en la manifestación Pueblos Unidos Contra la Troika y también para presentar tu libro, Que se lixe a troika! ¿Está Que se lixe a troika en contacto con movimientos sociales del Estado español? ¿Qué similitudes políticas ves entre Portugal y España?

Estuvimos bastante en contacto con movimientos sociales de España durante la preparación de esa manifestación, pero después de eso no se consiguió, infelizmente, retomar el contacto y mantener acciones coherentes. Pero varios de nosotros y de los colectivos en los que participamos individualmente mantenemos fuertes enlaces con lo que allí pasa. Políticamente, tenemos diferencias culturales importantes, en particular el nivel de vuestra derecha. En España la derecha es más conservadora, más oscura y más represiva que en Portugal. La propia policía española recurre con mucho mayor facilidad a la violencia y al miedo que la portuguesa. Por otro lado, el campo de las alternativas en España es muy grande y desorganizado, mientras que en Portugal está más organizado, si bien tiene menos iniciativa de movimiento social por sí misma, como ocurre ahí. Es una situación complementaria, diría. Si vosotros tuvieseis partidos de izquierda y sindicatos más fuertes, como los que tenemos aquí, en articulación con vuestros movimientos sociales, más dinámicos, la austeridad tendría la vida mucho más dura. Por otro lado, nosotros necesitaríamos tener unos movimientos sociales y una sociedad civil más fuerte para poder derrotar al Gobierno y a la troika. Pero estamos todos evolucionando y espero que lleguemos a ese punto. En conjunto, si fuera posible.

Muchas personas hablan de la necesidad de unión de los países del sur de Europa: Portugal, España, Grecia, Italia...

Estoy totalmente de acuerdo. He estado en contacto lo máximo posible con compañeros y compañeras de esos países para sondear todas las posibilidades de conocernos, articularnos, poder criar acciones conjuntas siempre que fuera posible, y aumentar este campo de lo posible para muchas más ocasiones. Hasta tengo un nombre que inventé: ALPES, Aliança para a Libertação dos Povos da Europa do Sul.

Dentro de poco son las elecciones europeas. ¿Apuesta por alguien Que se lixe a troika? ¿Y Jõao Camargo?

Que se lixe a troika reúne varias sensibilidades de izquierda, desde la más institucional a la más revolucionaria, pero no puede apoyar a ninguna, aunque varios de sus miembros sean candidatos a las elecciones europeas. Yo apoyo al Bloco de Esquerda, que es mi partido.

¿Es el momento de la izquierda en Europa?

O eso o es el momento del salvajismo y la barbarie, que no es un espejismo lejano, sino una realidad concreta que se materializa en el Frente Nacional en Francia, el Fidesz en Hungría, Aurora Dorada en Grecia, y muchos otros resquicios de lo miserable y del chauvinismo que gobernó Europa durante tantos siglos. La izquierda es la única alternativa, porque incluso el fascismo es una herramienta de liberalismo y del rumbo de la austeridad continua, que no necesita de democracia para nada, y hasta tendrá ventajas si se libra de ella.

'La posibilidad de guerras civiles no me parece distante si continúa la derecha en Europa'¿Qué pasará si continúa gobernando la derecha en Europa?

Una mudanza del espectro político para la derecha más fundamentalista que se asociará con el ultraliberalismo económico, el conservadurismo, el chauvinismo, la violencia y el autoritarismo. La posibilidad de guerras civiles no me parece distante.

Hace más de un año escribiste: 'Vivimos, por tanto, en una nueva época terrible de la larga historia de la humanidad. Pero sabemos, como Galeano, que este mundo podrido, sucio y mentiroso está necesitado de otro mundo. Y creemos en ese otro mundo. Tenemos que creer. El no solo es posible. Está al alcance de nuestras manos. Está al alcance de nuestra capacidad de articulación, organización, de emprender la tarea más importante de nuestras vidas: la de rescatar un futuro para nosotros y para la sociedad'. ¿Qué importancia pueden tener las elecciones europeas para conseguir este otro mundo?

Son más un momento formal cuya importancia, para mí, no es decisiva se no hay grandes sorpresas. La única manera de que estas elecciones se vuelvan decisivas es que haya alteraciones radicales en la composición del Parlamento Europeo. La insistencia en votar a los partidos de la austeridad: liberales, socialdemócratas, socialistas, verdes... No hará que estas elecciones sean decisivas. Por otro lado, si las elecciones producen alteraciones importantes en el consenso neoliberal, podemos asistir al inicio de un proceso de inversión, que tendrá una fuerte oposición por parte de los vencedores de la crisis pero será la única posibilidad de que Europa sea un lugar habitable para el ciudadano, para la ciudadanía media.

¿O povo é quem mais ordena?

Siempre que perciba que puede mandar, es el que manda. Es preciso para eso no dejar caer la idea hegemónica de que tiene que ser la población quien mande. Y mandará mucho mejor y más racionalmente que la burguesía, que además de destruir la sociedad, está destruyendo el propio planeta.

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