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Lavitola: "Tenemos a Berlusconi cogido por los huevos"

Se filtran los pinchazos telefónicos de los chantajes al primer ministro italiano por contratar a prostitutas

DANIEL DEL PINO

Como suele ocurrir en Italia con cada escándalo judicial de Silvio Berlusconi, los pinchazos telefónicos de los fiscales acaban en los periódicos. Y la trama de chantajes dirigida por el director del diario Avanti!, Válter Lavitola, y el empresario Giampaolo Tarantini, que extorsionaron más de 500.000 euros al primer ministro a cambio de ocultar que prostitutas de lujo acudían a sus fiestas, como denunció el jueves la Fiscalía de Nápoles, no podía ser menos.

Los fiscales napolitanos han interrogado incluso a la secretaria de Berlusconi, Marinella Brambilla, la persona encargada de negociar telefónicamente con Lavitola.

La transcripción de las conversaciones telefónicas entre Lavitola y Tarantini, los dos chantajistas, publicadas a toda página dibujan a Il Cavaliere como una persona a merced del primer delincuente que se acerca a su entorno. Un títere en manos de rufianes que se aprovechan de su discutible estilo de vida.

En realidad, a Berlusconi le ha acompañado el oprobio desde sus inicios. Desde el pizzo (impuesto mafioso) que pagaba a Cosa Nostra en los años noventa a través de su fidelísimo Marcello Dell'Utri para proteger los intereses de su emporio Fininvest, pasando por el dinero prometido a la menor Ruby Robacorazones para que guardara silencio, el ascenso político de su exhigienista dental Nicole Minetti, y los apartamentos gratis en Via Olgettina a las prostitutas que acudían a la mansión de Arcore.

Berlusconi dijo que no sabía nada de meretrices en su casa

Pero esta realidad poco edificante nunca había quedado tan bien plasmada como en esta ocasión. Tarantini procuraba mujeres a Berlusconi en 2009 para sus fiestas en Roma y Cerdeña. Una de ellas, Patrizia D'Addario, lo denunció y el empresario acabó en manos de los fiscales de Bari imputado por inducción a la prostitución y por proporcionar droga a las jóvenes.

Berlusconi dijo que no sabía nada de meretrices en su casa. Si lo hubiera reconocido no habría cometido ningún delito, pero por salvar su imagen se complicó la vida confiando en que Tarantini, asiduo a las cenas de Arcore, no abriría la boca.

El precio es otra cosa. Porque Tarantini, que, según el informe de la Fiscalía, recibió de Berlusconi 500.000 euros, más 20.000 mensuales para gastos en abogados y en concepto de alquiler, siempre quería más.

En una conversación del pasado 17 de julio con el periodista Lavitola, que ejercía de intermediario, el empresario exigía más presión sobre Il Cavaliere: 'Sabes cómo es; tú hoy le pides 500 y dentro de dos meses le dices mira, que [Tarantini] se los ha gastado en una gilipollez, le debes dar otros 500', y va y te los da'[...] '¿Cómo hemos hecho en el último año y medio? Le hemos contado cuatro, cinco gilipolleces y siempre nos ha dado todo lo que queríamos', aseguraba.

Tarantini desconfiaba de la capacidad negociadora de Lavitola y quería tener un cara a cara con Berlusconi a toda costa, pero al final el periodista le convenció de que había que seguir 'teniéndole por los huevos [] presionándole con esas cosas y así tú lo que necesites te lo llevas igual', porque creía que si la prensa se enteraba de esa reunión la cosa iba a 'acabar mal para todos'.

'Il Cavaliere' no ha salido mal parado por ahora del escándalo 

El juicio a Tarantini lleva dos años y medio de retraso, pero los periódicos habían retomado el caso D'Addario y el empresario estaba seguro de que los pinchazos de sus conversaciones con las jóvenes acabarían en las portadas, lo que probaría la inducción a la prostitución. Lo sabía porque, según demuestran las charlas con Lavitola, Tarantini tiene contactos en la Fiscalía de Bari: 'Se han puesto de acuerdo, porque mientras no concluya las pesquisas, no se publican los pinchazos'.

Tras conocerse la existencia de este supuesto topo en Bari, otra Fiscalía, la de Lecce, abrió una investigación para saber si ha habido irregularidades en el proceso judicial. Mientras tanto, como tantas veces, Berlusconi no ha salido mal parado por ahora del escándalo, incluso habiendo dicho que Italia es 'un país de mierda' en una llamada de Lavitola.

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