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La legión negra de Gadafi

El dictador cuenta con 6.000 mercenarios subsaharianos para defender su régimen

ANDRÉS PÉREZ

Transformaremos el país en un 'mar de sangre', pero 'no tocaremos los pozos de petróleo, porque pertenecen al pueblo'. Las frases fueron pronunciadas por el padre, Muamar, y por su hijo, Saif al Islam. Y la secuencia debe ser entendida así: Gadafi confía en 20.000 mercenarios extranjeros y en 3.000 miembros de fuerzas especiales entrenados y coordinados por altos exgenerales extranjeros, para aplastar la revolución democrática. Unas fuerzas que financia con los ingresos petroleros.

Desde el mismo momento en que el clan Gadafi optó por aplastar la revolución con medios militares, empezaron a afluir los testimonios sobre el uso de mercenarios. Yusuf, un egipcio que escapó de Trípoli, dijo: 'Vi a mercenarios subsaharianos por las calles. Los libios cuentan que el régimen les paga 10.000 dólares para que ataquen a los manifestantes'. A esos testimonios han venido a sumarse lo que empiezan a recopilar los expertos de la ONU. José Luis Gómez del Prado, presidente del grupo de trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios como medio para impedir el ejercicio del derecho a la autodeterminación de los pueblos, explica: 'Tenemos informes que indican que hay extranjeros armados' entre las fuerzas represivas.

La mayoría estaba en Libia desde hace años y formaba un 'Ejército durmiente'

Según Alí Zeidan, responsable de la Liga Libia de Derechos Humanos, Gadafi ha desplegado a '6.000 mercenarios en todo el país, unos 3.000 de ellos en Trípoli'. Se trata, en su mayoría, de personas surgidas de toda aquella galaxia que fueran, en su día, los ejércitos revolucionarios internacionales a los que Gadafi confiaba su seguro ascenso al trono de 'rey de los reyes ancestrales africanos'.

La mayoría de esos 6.000 mercenarios se encontraban en Libia desde hace años, en campos de entrenamiento. Era un 'Ejército durmiente', principalmente de chadianos, nigerinos, malienses, sudaneses y zimbabuenses. Según la Liga Libia de Derechos Humanos, los oficiales superiores cobran unos 7.000 dólares al día, los de grado medio, unos 2.000, y un soldado raso, 300.

Zeidan considera que Gadafi está tratando ahora de traer aún más mercenarios, el máximo posible del total de 20.000 del 'Ejército de reserva' que todavía tendría esparcidos por todo el continente. Entran ahí en juego las alianzas pasadas de Gadafi, en Níger, Malí, Chad, Zimbabue, Sierra Leona y Liberia. La prensa anglosajona está insistiendo en que, por ejemplo, miles de combatientes irregulares del Chad estarían afluyendo con armas para aplastar a la población civil libia.

Los soldados vienen sobre todo de Chad, Níger, Malí, Sudán y Zimbabue

El riesgo es real y la posibilidad de que ocurra en proporciones inquietantes también. De ahí que el Consejo de Seguridad de la ONU, en su resolución sobre Libia del sábado, incluyera una prohibición del envío de mercenarios. Por eso, las ONG están aumentando las presiones sobre la Corte Penal Internacional para señalar que cualquier jefe de Estado africano que autorice el envío de mercenarios a Libia podría ser cómplice de crímenes contra la humanidad.

Sin embargo, hay que andar con cuidado. Libia es un país con un 20% de población extranjera, masivamente subsahariana y sin papeles. 'Esta gente tiene hambre, les falta de todo, no tienen alternativa, y si el poder les exige que disparen contra la población y les ofrece 50 dólares, están obligados a hacerlo. Si no, se llevan un tiro en la cabeza', explica Zeidan. Para el activista, los rebeldes han confundido a simples inmigrantes desperdigados con mercenarios. Cosa que hace más urgente que nunca lo que la Federación Internacional de Derechos Humanos llama 'no una injerencia, sino ejercer el deber de protección de la población' en Libia.

Las televisiones que utilizan la terrible figura del mercenario pasan bajo un completo manto de silencio el otro capítulo del problema. Gadafi también se apoya en un cuerpo de unos 3.000 miembros de fuerzas especiales que cuentan 'con el mejor entrenamiento, armamento y equipos', explica Gómez del Prado. Y quien dice mejor, dice occidental. 'Hace dos años, se reveló que el Ministerio de Defensa alemán había bloqueado un contrato de una Compañía Militar Privada con esas fuerzas', añade. La firma militar privada francesa Geos reconoce que tiene operaciones en Libia. 'Son precisamente los países occidentales los que votan contra los trabajos de nuestro grupo' sobre mercenarios en la ONU, explica Gómez del Prado.

Las ONG temen que se confunda a simples inmigrantes con combatientes 

Alí Zeidan, de la Liga Libia de Derechos Humanos, explica que si Gadafi puede financiar a sus 20.000 combatientes extranjeros rasos en reserva, y el entrenamiento y armamento de élite internacional de sus 3.000 milicianos, es porque 'el aparato represivo se lleva el 60% de los ingresos petroleros'. British Petroleum anunció la semana pasada en un comunicado que prosigue sus prospecciones offshore en sus concesiones en Libia. Royal Dutch Shell hizo lo propio. La italiana Eni fue aún más lejos: ni siquiera suspende sus operaciones en tierra.

En el punto nueve de la resolución del Consejo de Seguridad del sábado se prohíbe explícitamente el uso de mercenarios. Pero remite a una lista de excepciones que pueden ser entendidas como una autorización del uso de Compañías Militares Privadas, tanto por una posible operación militar internacional como por las compañías petroleras. La resolución no decreta, sea cual sea el final del conflicto, un embargo sobre el petróleo libio.

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