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El maratón de Boston registra más participantes un año después de los atentados

SVEA HERBST-BAYLISS (REUTERS)

Hace un año, Piper Peterson estaba a punto de terminar su quinto maratón de Boston cuando dos bombas artesanales causaron el caos en la línea de meta, desatando el pánico entre los miles de espectadores y corredores.

Este año, la mujer de 67 años de Spokane, Washington, es una de los 36.000 participantes - 9.000 más que el año pasado - y de los alrededor de un millón de espectadores que acudieron a la prueba de 42,2 km con el objetivo de borrar los terribles recuerdos del año pasado, cuando tres personas murieron y más de 260 resultaron heridas.


'Tengo un asunto sin terminar aquí', dijo el lunes, antes del inicio de una carrera en la que se impuso Meb Keflezighi, el primer estadounidense - aunque de origen eritreo - en ganar el maratón de Boston en tres décadas.

Entre las mujeres, la mejor fue la keniana Rita Jeptoo, que sumó su segundo triunfo en la ciudad de la costa este batiendo un récord de 12 años.

Atletas y espectadores se mostraron desafiantes en la soleada mañana del lunes en la edición número 118 de la prueba, asegurando que seguiría siendo la celebración familiar y festiva de siempre.


En varios puestos de control a lo largo de la línea de meta, los espectadores esperaban en silencio a que se inspeccionaran bolsos y mochilas y aplaudían a rabiar cuando los agentes de la policía pasaban en bicicleta.

Marsha Quimby, sentada en una esquina de las calles Boylston y Exeter, acudió al mismo lugar del año pasado, a pocos metros de distancia de donde explotaron las bombas. A pesar del pánico de entonces, no ha dudado en volver para animar a su marido, que corría este año.

'Me siento perfectamente segura', dijo. 'Hay un gran entusiasmo este año y hay mucha gente que podría no haber venido'.

Una de esas personas que hizo su primer viaje a Boston es Pam Black, que acudió a animar a su nieta. 'Me siento más segura aquí que en un estadio de béisbol en Arlington, Texas', respondió con una risa.


En algunos lugares se podían ver homenajes a las víctimas, como en la tienda Marathon Sports, cerca de donde explotó la primera bomba, y en la que una corona de flores permanecía en la vitrina.

Un emotivo llamamiento por parte de las autoridades fue seguido por muchos atletas, entre ellos algunos de élite.

'Pueden habernos hecho daño, pueden habernos derribado, pero como consecuencia somos más fuertes y estamos más unidos', dijo Ryan Hall, el estadounidense que tenía la mejor marca.

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