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La marcha de Draghi añade tensión política a una UE sumida en la incertidumbre económica por la guerra

La inestabilidad en la tercera economía europea abre un escenario desconocido en Roma y Bruselas en tiempos de déficit desbordado, emergencia energética y crisis alimentaria.

21/07/2022-El exprimer ministro italiano Mario Draghi habla en el Parlamento el 21 de julio en Roma (Italia)
El exprimer ministro italiano Mario Draghi habla en el Parlamento el 21 de julio en Roma (Italia). Roberto Maldonado / Europa Press

Mario Draghi pone fin a su gobernabilidad en el país ingobernable y aboca a Italia a elecciones anticipadas en tiempos de contracción económica, guerra a las puertas de la UE y precios récord de energía y alimentos. La marcha del tecnócrata dibuja un escenario de incertidumbre en Roma y Bruselas cuando los liderazgos europeos no atraviesan su mejor momento.

La tarde del miércoles, el Parlamento transalpino vivió una de esas jornadas memorables y surrealistas de la política italiana. La Liga, Forza Italiana y el Movimiento 5 Estrellas decidieron no votar la moción de censura empujando al ex banquero a dimitir. El presidente Sergio Mattarella ya ha anunciado que habrá elecciones anticipadas, concretamente el 25 de septiembre.

Esta llamada a las urnas podría traer el regreso de un gobierno populista y ultraderechista. En 2018, la alianza entre el Movimiento 5 Estrellas y La Liga convirtió a Italia en el primer país fundador de la UE liderado por un Ejecutivo euroescéptico. Y el experimento no gustó en la capital comunitaria: debates anti-inmigración encendidos, vetos y más caos en la mesa del Consejo Europeo.

Todas las encuestas elevan al ultraderechista partido Fratelli d'Italia, más a la derecha que La Liga de Matteo Salvini, como el partido más votado. Una coalición junto a La Liga, Forza Italia y el Movimiento 5 Estrellas sería una mala noticia en Bruselas por muchas razones. Y una de ellas sería el fortalecimiento de las fuerzas ultras y de líderes en afrenta continua con la UE como el húngaro Víktor Orbán, cuya postura —la más laxa de la UE— con Putin le ha relegado al aislamiento entre los Veintisiete.

En la capital comunitaria el apetito para lidiar con una Giorga Meloni, líder de Fratello d'Italia, o un Matteo Salvini, con las riendas de La Liga, en un momento de inflación récord, de crisis alimentaria y de emergencia energética es nulo. Además, el temor añadido es que se instale la ingobernabilidad paralizando decisiones trascendentales como el plan de ahorro energético y dando herramientas a Putin para explotar las fracturas europeas. Poco antes de la moción en el Parlamento advirtió a los parlamentarios de que "estarían haciendo un favor a Putin" si arrastran a Italia al caos político. La incertidumbre, la crisis o las divisiones entre las capitales europeas juegan en beneficio del presidente ruso.

Es en el panorama bélico donde la marcha de Draghi será más punzante para la UE. A lo largo de estos 17 meses, el primer ministro se ha ido ganando el respeto de la comunidad internacional. Se hizo un hueco en las llamadas de Joe Biden, algo que no ocurrió con Pedro Sánchez. Dentro y fuera de Bruselas era escuchado. Su palabra iba inmediatamente después de la del canciller alemán Olaf Scholz, que de momento está manteniendo un perfil bajo, y de la del presidente galo Emmanuel Macron, que está debilitado a pesar de haber ganado las elecciones en abril.

La economía mantiene la respiración

Así las cosas, la tercera economía entra en terreno desconocido. O más bien demasiado conocido en suelo transalpino. Italia es el caos controlado. Es el lugar donde los Gobiernos caen y brotan como pocas partes en el mundo. Concretamente 67 en los últimos 76 años. Pero el salvador del euro no ha podido salvar la estabilidad política de Italia. Draghi aterrizó en febrero de 2021 con la principal tarea de gestionar los fondos post-pandemia. Con 70.000 millones de euros, Roma es la capital europea que más dinero tiene asignado del Fondo Europeo de Recuperación.

Tan solo un año después, estalló la guerra en Ucrania. Su postura ha sido la de mantener la mano dura con Rusia, algo no tan común en Italia, y la de la prudencia con Ucrania. No es de los países que más armas está enviando o que cuenta con un lenguaje más agresivo. De hecho, el italiano es uno de los pocos líderes que habla de la necesidad de caminar hacia las negociaciones de paz, llegando a presentar un plan de paz ante Naciones Unidas. Dentro de casa, ha jugado sus cartas duplicando la compra de gas a una Argelia que se encuentra en plena crisis con España.

La falta de certidumbre no es nunca una buena noticia. Pero lo cierto es que la marcha del italiano llega en el peor momento posible para la UE. Camino de los cinco meses de guerra en Ucrania, los europeos atraviesan su momento más complicado. Con siete paquetes de sanciones aprobados, la maquinaria punitiva parece estar tocando techo. Poco queda ya por sancionar con fuerza y no hay unanimidad para decretar un boicot al gas. Entretanto, los suministros de gas al Viejo Continente se están reduciendo anticipando un otoño y un invierno fríos y duros.

Bruselas presentó una propuesta de ahorro energético y de solidaridad entre Estados miembros esta semana. Pero no ha caído bien en algunos Estados miembros como España, que fue el primer país en mostrar su oposición. Entretanto, la inflación de la zona euro se encuentra en un nivel récord de 8,6% y para contenerla, el Banco Central Europeo (BCE) ha subido este jueves los tipos de interés por primera vez en once años.

Los próximos meses se preveían muy duros en suelo comunitario. El vacío italiano es otro contratiempo que añade palpitaciones a una UE instalada en la policrisis y absorbida por las consecuencias políticas y socioeconómicas que está dejando la guerra en Ucrania. En lo que repercute a España, el 'ciao' de Drahi implica perder a un aliado con el que había sintonía y lazos y circunstancias similares. Pero en el otro lado de la moneda un Gobierno de perfil más bajo en Roma puede suponer una oportunidad para que Pedro Sánchez escale en su influencia y liderazgo en Europa.

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