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México es más pobre con Calderón

Entre 2006 y 2008, cinco millones más de ciudadanos se unieron a quienes no tienen ni para comprar comida

SERGIO RODRÍGUEZ

S i la guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente mexicano, Felipe Calderón, se ha saldado con más violencia y muertes, sus políticas de desarrollo no sólo no han conseguido reducir la pobreza en México, sino que tampoco han puesto coto al aumento del número de mexicanos que viven en la más absoluta de las miserias: los que no tienen ni para comer.

Entre 2006 y 2008, los dos primeros años de su presidencia, al frente del Gobierno del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), más de cinco millones de mexicanos engrosaron las filas de quienes no tienen medios suficientes para alimentarse correctamente lo que se conoce como pobreza alimentaria, y que ahora engloba ya a 19 millones y medio de personas en México.

El dato lo acaba de divulgar el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), un organismo oficial encargado de llevar a cabo informes periódicos sobre el resultado de los programas de desarrollo.

Las conclusiones de su último estudio no dejan gran lugar a la duda sobre el fracaso de las autoridades mexicanas a la hora de reducir el número de personas al borde de la indigencia. Un fracaso especialmente grave si se tiene en cuenta que Felipe Calderón que se presentaba en su campaña para las elecciones de 2006 como 'el presidente del empleo' intenta desde su llegada al poder convencer a los mexicanos de que los programas sociales y la creación de empleo son dos de los ejes de su acción política.

A la luz de los resultados del documento, Calderón lo tiene ahora difícil para defender sus planes de desarrollo. En el texto se precisa que no sólo han aumentado los pobres que no tienen ni para comprar alimentos, sino que también han subido las cifras de lo que se conoce como pobreza patrimonial. Esta denominación se refiere a la incapacidad para satisfacer las necesidades de salud, educación, vivienda, vestido y transporte público.

El incremento de este tipo de pobreza fue, en los dos años estudiados, de un 4,8 %. Esto quiere decir que los 44,7 millones de mexicanos que no conseguían satisfacer estas necesidades básicas en 2006, cuando Vicente Fox dejó la presidencia del país, pasaron a ser más de 50 en 2008.

Unas cifras que podrían ser peores de no existir la emigración mexicana en Estados Unidos, cuyas remesas se elevaron en 2008 a 23.000 millones de dólares. Un dinero que va a parar en su mayor parte a las zonas rurales del país, precisamente en las que se registra el mayor porcentaje de personas en situación de miseria extrema, según precisa también el informe del CONEVAL. Algunos expertos calculan que, sin el dinero procedente de los emigrantes, la pobreza en México podría alcanzar al 75% de la población.

Tras la difusión de este informe, que deja tan maltrecha la lucha contra la miseria de las instituciones, el Gobierno mexicano se apresuró a asegurar, a través de su Secretaría de Desarrollo Social, que, de no existir sus programas sociales, habría 2,6 millones más de pobres de solemnidad en México. Un dato difícilmente comprobable.

Sin embargo, al mismo tiempo que se divulgaba el documento sobre la pobreza del organismo oficial, Agustín Carstens, secretario de Hacienda, anunció nuevos recortes del gasto público. Y no pequeños. La disminución de la inversión en programas de ayuda social confirmada por Carstens se elevará a 50.000 millones de pesos, que se sumarán a la reducción de otros de 35.000 millones que se aplicó hace unas semanas. En total, el Gobierno mexicano restará 85.000 millones de pesos (casi 5.000 millones de euros) a sus programas de desarrollo social.

'En México, un trabajador que recibía un salario mínimo en 2006, tenía que trabajar algo más de 13 horas para poder adquirir la cesta de alimentos básica; ahora tiene que trabajar casi 20,5 horas. Si quiere que le llegue para comer, tiene que trabajar siete horas más de lo que trabajaba hace dos años y medio, lo que es imposible para una sola persona', explica David Lozano, economista y director del Centro de Análisis Multidisciplinario mexicano.

Esta es la razón que, según Lozano, explica que 'las familias mexicanas tengan que incorporar a más miembros de la familia al trabajo, sobre todo a los hijos. Eso o tener dos empleos. Ambas opciones afectan a las familias y a sus integrantes por igual'.

'De las más de 43 millones de personas que tienen trabajo, casi 27 no tienen seguro médico en sus empresas. Este dato no incluye a los familiares de estos trabajadores, que también se encuentran desprotegidos a causa de esta situación. En resumen, el 62% de la población activa ha quedado despojada de los derechos conquistados a través de la lucha social', deplora el economista.

A estos trabajadores que, a pesar de estar supuestamente integrados en la economía formal, no tienen cobertura médica, hay que añadir, recuerda Lozano, 'los más de 11,5 millones de mexicanos que, según las estadísticas oficiales, pertenecen al sector informal (la economía sumergida) que incluye, por ejemplo, el comercio ambulante'.

La descripción de este experto convendría a un país del Tercer Mundo, pero, en realidad, desde 1993 se considera a México un país desarrollado, que forma parte del primer mundo. De ahí que el Estado mexicano no reciba ayuda al desarrollo para luchar contra la pobreza.

Las cifras del informe sobre la miseria en el país deberían bastar ahora para acabar con los sueños de grandeza del sistema político mexicano, al que el pueblo ha vuelto la espalda. Así se ha llegado a la actual situación, en la que el 65 % de los mexicanos se abstiene de participar en las elecciones.

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