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Un ministro francés alquila un jet para ir a hablar sobre Haití

El secretario de Estado de Cooperación gastó 116.500 euros para ir de París a Martinica

ANDRÉS PÉREZ

Un miembro del Ejecutivo de Nicolas Sarkozy gastó la semana pasada 116.500 euros para poder ir de París a las Antillas Francesas y dar una conferencia, antes de regresar a toda prisa en plena crisis de Gobierno causada por la hecatombe electoral de los conservadores. Así lo reveló el sábado pasado la web Mediapart, provocando de inmediato una áspera polémica.

El secretario de Estado de la Cooperación, Alain Joyandet, miembro del Gobierno con rango de ministro, efectuó el 23 y 24 de marzo el controvertido viaje en un jet privado, alquilado con el simple propósito de poder pronunciar un discurso en Martinica.

Francia ya estaba representada en el foro al que asistió Joyandet

El tema de su plática era la reconstrucción de Haití tras el terremoto, en el marco de un foro sobre la ayuda a ese país. Francia ya estaba representada por la secretaria de Estado para los territorios de Ultramar, Marie-Luce Penchard, que había ido en vuelo regular.

En sus primeras declaraciones tras la polémica, Joyandet no negó las informaciones sobre el coste del viaje, ni sobre su facturación al erario público. No obstante, afirmó que se trató de un 'viaje excepcional' e insistió en que 'debía estar en el Consejo de Ministros del miércoles' en París.

El aludido responde que 'debía asistir al Consejo de Ministros' en París

Francia culminó el 21 de marzo las elecciones regionales, que se saldaron con un auténtico varapalo al Gobierno. En reacción a esos comicios donde la izquierda recogió más del 54% de los votos, y los sarkozystas menos del 36%, el presidente, Nicolas Sarkozy, inició una tensa remodelación del Ejecutivo. Joyandet fue una de las personalidades del Gobierno que, pese a ser derrotadas como candidatas en las urnas, logró salvar su sillón ministerial en París.

La tensión persistía aún ayer, con una reunión entre el primer ministro, François Fillon, y los parlamentarios conservadores, que están exigiendo cambios en las orientaciones de Sarkozy.

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