Este artículo se publicó hace 12 años.
"Tenemos mucho miedo. No dormimos y casi no salimos de la habitación"
Una familia hispano-palestina residente en Gaza vive con "rabia e impotencia" los ataques. "Ojalá no hagan morir más niños"
La familia Sousi, con nacionalidad española y palestina, permanece encerrada en su casa frente a la playa de Gaza capital desde hace cuatro días, tratando de ahuyentar el miedo y entretener las horas con la esperanza de que la ofensiva militar israelí toque pronto a su fin. Los Sousi duermen estos días instalados en colchones en el despacho del padre, Salah Awad, profesor de Farmacia licenciado en la Universidad Complutense de Madrid y exdecano de la Universidad de Gaza.
"Estamos frente al mar. Aquí vienen los aviones y barcos israelíes y nunca sabes desde dónde van a disparar. Es una zona peligrosa, porque la usan para atacar desde aquí toda Gaza. Por la noche vibran los cristales y dormimos interrumpidamente", explica el profesor, que añade que su hija pequeña, Rania, "es la que más asustada estaba al principio, pero ahora ya se ha adaptado".
Califica los ataques de "atroces", "inoportunos" e "innecesarios" y dice "que la resistencia lo que hace es resistir" y que "no hay ninguna equivalencia entre los ataques de uno y otro lado", ya que las milicias pueden, únicamente, "causar un daño psicológico a Israel".
"Estoy rabioso y me siento impotente porque soy un académico, me dedico a enseñar y ahora no veo una posibilidad futura de paz para ambos pueblos", dice Saleh, que vivió veinte años en Madrid, donde nacieron cuatro de sus cinco hijos.
"Tenemos mucho miedo, casi no salimos de la habitación, por las bombas. Si voy a la cocina o a la terraza a lo mejor me llega algo, tenemos mucho miedo", afirma su esposa Omaya. Además de ver las noticias y algún partido de la liga española de fútbol, invierten las horas muertas en hablar con los familiares y amigos para comprobar que todos estén bien.
Están cansados, deseando que la ofensiva militar israelí toque a su fin. "No dormimos por la noche, no tenemos ganas de cocinar ni de hacer nada. Estamos esperando a que alguien salga por la tele y diga que ya se ha acabado todo. Ojalá no tarde", dice Omaya. Salah explica que "todo el mundo está asustado, aunque haya chavales jugando al fútbol en la calle mientras se oyen bombardeos. Aquí se han acostumbrado a esta situación, es una barbaridad".
La moral entre los residentes en la franja, asegura, "está muy alta" y la mayoría quieren "que la resistencia continúe con los cohetes, para que tengan una mayor capacidad negociadora a la hora de acordar un alto el fuego y que este sea de las dos partes, equilibrado y con garantías internacionales".
"La gente piensa que mientras ellos resistan aquí, la opinión árabe e islámica saldrá a manifestarse, como en la guerra anterior" y se extenderá un movimiento de protesta. Este profesor universitario cree que "esta es una guerra totalmente política. Israel ha convocado elecciones anticipadas y el Gobierno de Netanyahu quiere ganarlas trasladando el mensaje de que él acaba con el terrorismo y mata a los milicianos".
Otro motivo detrás de la ofensiva israelí sería, a su entender, "provocar a Egipto para averiguar hasta qué punto el nuevo Gobierno islamista es solidario con Hamás. El fin último es demostrar que (la península de) el Sinaí es un nido de terroristas y reclamar la presencia allí de tropas internacionales".
Un tercer objetivo es "presentar al mundo una imagen terrorista de Palestina en el momento en que ésta busca su reconocimiento a la ONU", lo que hace pensar a Sousi que la ofensiva seguirá "hasta que el presidente Mahmud Abás presente en la ONU su petición, el próximo 29 de noviembre".
Por último, cree que esta operación trata de preparar a la opinión pública israelí para un futuro ataque a Irán, que provocará también una lluvia de cohetes sobre su población como el que viven ahora, si no más intenso. Pero Salah, que políticamente no se decanta "ni por Al Fatah ni por Hamás, sino por Adolfo Suárez", considera que Israel no tendrá la tarea muy fácil.
"Gaza puede aguantar así mucho tiempo, al menos mientras Egipto mantenga abierta la frontera de Rafah", opina, convencido además de que "esta vez, Israel no se va a atrever a llevar a cabo una invasión terrestre". Su hija Amina, fisioterapeuta de 27 años, asegura que para ella "estos cuatro días han sido muy difíciles" y que lo que más le hace sufrir "son los niños muertos, aquí o en Israel, porque ellos no tienen que pagar este precio. Ojalá pongan fin a esta guerra y no hagan morir más niños".
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