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"Si no viene el helicóptero, no tenemos para comer"

Los damnificados por las inundaciones en Tabasco dependen de una ayuda que a veces no llega para sobrevivir.

SERGIO RODRÍGUEZ

A una hora al norte de la ciudad de Villahermosa, en el Estado mexicano de Tabasco, hasta hace unos días sólo se podía acceder en helicóptero. En todos estos lugares los pobladores estaban en la carretera para llamar la atención de los aparatos con trapos rojos y camisetas.

'Nos venimos desde las seis de la mañana para pedir a los helicópteros que bajen. Hoy estuvimos más de siete horas esperando, no nos hacen caso. Allá en Villahermosa, donde sí llegan TV Azteca y Televisa, la ayuda llega. Aquí nada, estamos olvidados', dice uno de los habitantes.

La ayuda que llegó fue gracias a la Cruz Roja y consiste en latas y pañales. Un helicóptero de Telmex (la empresa del hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim) llegó con botellas de agua. Tres litros (una botella) por familia (de hasta seis o siete miembros).

Las botellas están 'debidamente' etiquetadas con la leyenda 'donado por Fundación Telmex'. No hay que olvidar la propaganda de Telmex que se puede ver por todo el país: 'Todo México es territorio Telmex'.

'Los pollos se murieron, las plantaciones de chile se inundaron, y no podemos pescar porque el agua está contaminada', dicen los campesinos. Agregan más adelante: 'Nos traen poco. Sólo nos alcanza para uno o dos días. Si no viene el helicóptero, no comemos'.

'Aquí el problema apenas viene, aquí estamos acostumbrados al agua, vivimos aquí a la orilla del río, tenemos cayucos, y nuestras casas son un poco más altas, pero se acabó todo, se perdió toda la cosecha, se murieron los animales'.

En la ranchería La Manga, en una Iglesia, hay un letrero que dice 'Familias albergadas aquí: Los Olvidados'. Son doce familias de lugares distantes que perdieron todo. En total, 37 personas en una pequeña iglesia protestante.

No hemos recibido nada, nada, ni una lata, ni pañales, nada. Somos carnada de los políticos', afirmó una señora de unos 70 años de edad.Y luego agrega: 'Llegan los militares a pedirnos datos y datos, y dicen mañana, mañana, pero no traen nada. Llegó una avioneta aquí cerca y fuimos a pedir ayuda, nos dijeron que no, porque no somos de aquí'.

'Claro que no somos de aquí, venimos aquí porque perdimos todo, porque nuestras casas están bajo el agua, nos dicen que vayamos a nuestra casa, que ahí nos llevarán ayuda, pero ¿cómo vamos a ir, si no hay casa, no hay tierra?'

En la ranchería Acachapán ocurre algo que podía haber acabado en tragedia: un helicóptero azul aterriza en medio de la carretera, los pobladores se acercan para recibir lo que ellos suponen que es ayuda.

No hay nada, se bajan diez policías fuertemente armados y dicen que vienen a detener a una persona que, según una denuncia anónima, vendía cerveza, violando la ley seca impuesta por el Gobierno: no la encontraron.

Al despegar, el helicóptero se enredó con un cable de energía; el rotor del aparato se rompió y perdió momentáneamente el control. Hubo dos heridos leves por el golpe del cable de luz. Por momentos parecía que el aparato iba a caer sobre la gente que corría despavorida.

Al final, ni ayuda ni helicóptero, solamente un susto mayúsculo. En la noche, el aparato seguía ahí, en el mismo lugar, descompuesto, una guardia armada para vigilarlo, y la peligrosa vendedora de cerveza logró huir.

Los pobladores nos decían con una mezcla de humor y amargura: 'Ese helicóptero era más grande que los que traen despensa (lotes de ayuda). Recuerdo la primera vez que vinieron, hace algunos días, seis personas en el helicóptero, contando a un camarógrafo, que bajaron y entregaron 25 despensas en una localidad de más de 70 familias. Puro show, eso sí, bien filmado'.

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