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Obama intenta evitar el cierre de la Administración del Gobierno

La lucha por el presupuesto con los republicanos amenaza con dejar sin fondos a Washington

ISABEL PIQUER

La ciudad de Nueva York podría verse obligada a cerrar la Estatua de la Libertad y la de Washington cancelar el tradicional desfile que celebra los cerezos en flor si demócratas y republicanos no llegan hoy a un acuerdo presupuestario que evite una paralización administrativa parcial del Gobierno. La crisis venía gestándose desde la victoria republicana de las elecciones legislativas de noviembre pasado, cuando los conservadores llegaron al Congreso dispuestos a recortar 100.000 millones de dólares del actual presupuesto, en un pulso con el Gobierno por el control de la agenda política, pero nadie pensaba llegar a tales extremos.

Las negociaciones maratonianas no auguran nada bueno, aunque podría surgir un compromiso de ultimísimo minuto. Barack Obama volvió a reunirse ayer con el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid.

Con el cierre sólo se mantendrían actividades imprescindibles

El desencuentro de los dos partidos sobre los gastos del Estado ha llevado a esta situación dramática y absurda. El año pasado no llegaron a un acuerdo sobre el presupuesto general para el año fiscal corriente (de octubre a octubre) y han tenido que sufragar los costes del Gobierno mediante prórrogas puntuales del presupuesto anterior. La última fue el pasado 18 de marzo, cuando también se habló de un posible cierre.

'Lo único que impide un acuerdo es una cuestión de ideología' se quejaba Harry Reid, 'porque las cifras están sobre la mesa'. Los republicanos han propuesto una nueva prórroga de dos semanas, con recortes presupuestarios adicionales de 12.000 millones de dólares, algo que los demócratas y la Casa Blanca rechazan. Ya concedieron la semana pasada una rebaja de 33.000 millones y no quieren ceder un centavo más, sobre todo en temas como la protección del medio ambiente, que consideran parte integrante del programa de Obama.

Ante la perspectiva de que no se llegue a un acuerdo, el Gobierno ha comenzado ya los preparativos para la posible paralización de sus oficinas, que afectaría a cerca de 800.000 funcionarios federales, obligaría a cerrar parques y museos nacionales y detendría el proceso de devolución de impuestos por parte de Hacienda.

Los republicanos exigen un recorte del gasto de 100.000 millones de dólares

Se mantendrían en funcionamiento las actividades imprescindibles para 'garantizar la protección de la vida y de la propiedad', es decir, las Fuerzas Armadas y la Policía, aunque, de prolongarse la parálisis administrativa, los soldados estacionados en Afganistán podrían empezar a cobrar la mitad de su sueldo, advirtió ayer el secretario de Defensa, Robert Gates. Correos seguiría funcionando pero el Servicio Nacional de Meteorología sólo estaría para avisar de catástrofes.

Semejante situación no se producía desde 1995, cuando un Congreso también mayoritariamente republicano, liderado entonces por Newt Gingrich y su revolución conservadora, le echó un pulso a Bill Clinton y acabó perdiendo. Es lo que la Casa Blanca pretende de nuevo esta vez: responsabilizar del cierre a un partido secuestrado por el extremismo del Tea Party.

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