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Obama intenta recuperarla magia de hace dos años

El presidente hace campaña con su mujer y Bill Clinton para evitar una debacle

ISABEL PIQUER

Es imposible conservar la magia en tiempos de crisis. La esperanza de 2008 se traslada mal a la recesión de 2010 y Barack Obama ha reclutado a su mujer, Michelle, para que le ayude a entusiasmar a los votantes demócratas y aporte algo de glamour a su mensaje electoral. En la carretera, de mitin en mitin, también están el vicepresidente, Joe Biden, que conecta bien con el electorado blanco conservador, y Bill Clinton, porque en momentos de incertidumbre no hay nada como la nostalgia.

'Decidme, en Ohio ¿estáis tan animados como hace dos años?', preguntó Michelle ante los 35.000 espectadores de Columbus (Ohio) que el pasado domingo contestaron con el 'Sí podemos' de las presidenciales. Eran otros tiempos. 'Han pasado ya dos años', reconoció el inquilino de la Casa Blanca, 'sé que es difícil conservar ese espíritu de posibilidad y sé que a veces no parece que siempre podamos hacer las cosas'. Era la primera vez que los dos aparecían juntos en campaña desde 2008.

Michelle no había hecho mítines con su marido desde las presidenciales

La Casa Blanca esperaba que Michelle pudiera colmar el abismo de entusiasmo entre demócratas y republicanos. Es más popular que su marido (con el 65% de opiniones favorables frente al 45% de él, según una encuesta de la CNN) y ha sabido equilibrar su imagen de madre, siempre tranquilizadoraen época de crisis, y de primera dama, activa en temas como la lucha contra la obesidad infantil o el cuidado de los veteranos de Irak y Afganistán.

Es complicado hacer campaña en pleno marasmo económico. 'Quiero decirlo claramente: estas elecciones son muy difíciles, el clima político es muy duro', dijo Obama el sábado en Delaware, donde acudió a respaldar al candidato a senador, Chris Coons, frente a la contendiente del Tea Party, Christine O'Donnell. Esta semana, el presidente tiene mítines en Portland, Seattle, San Francisco, Los Ángeles, Las Vegas y Minneapolis.

El 2 de noviembre se renueva toda la Cámara de Representantes (435 escaños) y un tercio del Senado. En estos momentos los demócratas están en mayoría: 255 contra 178 republicanos (más dos escaños vacíos) en la Cámara de Representantes; 57 demócratas (más dos independientes que suelen votar con ellos) frente a 41 republicanos, en el Senado. Todos los pronósticos anticipan un importante derrota del Gobierno, aunque el margen varía de semana en semana.

'Sé que es difícil conservar ese espíritu', reconoce Obama en Ohio

El electorado está desencantado y Obama parece haber perdido esa capacidad de comunicación que le llevó en volandas a la Casa Blanca. De ahí que los demócratas hayan movilizado a los pesos pesados. El vicepresidente Biden, que lleva semanas en campaña, y el gran orador mitinero, Bill Clinton, que ha recuperado el carisma que perdió cuando respaldaba a su mujer, Hillary, en las primarias demócratas.

Biden, que viene de un estado blanco y conservador Delaware, se mueve bien en el antiguo cinturón industrial, en sitios como Ohio y Pensilvania. 'Es el que todos los candidatos piden para sus mítines', declaraba recientemente a The New York Times el ex vicepresidente Walter Mondale, que sigue jugando un papel en el partido. 'Entiende mejor a la clase trabajadora y pone mucho énfasis en su fe y en su familia; la gente se siente a gusto con él', dijo Mondale. Desde el pasado septiembre ha visitado ya 90 circunscripciones.

El ex presidente Clinton es la sorpresa de la campaña del 2-N

Obama funciona mejor en ciudades universitarias o con clase media multicultural. En otros estados no quieren ni verle. Algunos candidatos demócratas, que deben convencer a electorados especialmente conservadores, han basado sus campañas en su oposición al plan de reforma sanitaria del Gobierno.

La sorpresa de las últimas semanas es Bill Clinton. El ex presidente estuvo la semana pasada en California, defendiendo al candidato a gobernador y ex rival político en los años noventa, Jim Brown, y en Nevada con el senador demócrata Harry Reid. 'Sabéis que la única razón por la que esta carrera es tan dura es porque la gente lo está pasando mal', dijo Clinton en Las Vegas hace una semana. 'Cuando la gente está furiosa, es cuando hay que pensar'.

La estrella de la ultraderecha del campo republicano, Sarah Palin, despierta pasiones bien distintas entre sus correligionarios. La semana pasada en California la ex candidata republicana a la vicepresidencia dio un mitin electoral al que faltaron las dos principales aspirantes en el ‘Estado de Oro’. Carly Fiorina, ex consejera delegada del gigante de ordenadores Hewlett Packard y aspirante a un puesto de senadora, y Weg Whitman, antigua jefa de la web de subastas Ebay y candidata a suceder a Arnold Schwarzenegger como gobernadora, consideraron que las posiciones de Palin deben resultar demasiado radicales para el electorado californiano, tradicionalmente más moderado. Al contrario, los pesos pesados de los republicanos en Florida se han apuntado al acto electoral que celebrará Palin el próximo sábado en Orlando, sobre todo Marco Rubio, otra de las estrellas del movimiento Tea Party. Este hijo de exiliados cubanos dio un fuerte golpe al ‘establishment’ republicano al imponer su candidatura a un escaño del Senado. 

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