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A las órdenes de Dios

E. GARCÍA GASCÓN

Har Braja (Monte de la Bendición, en hebreo) es una colonia relativamente pequeña, de 178 familias, situada en el norte de Cisjordania, cerca de la ciudad palestina de Nablus, que estos días ocupa las portadas de la prensa israelí. Primero fue un destacamento militar, como tantos otros asentamientos, hasta que en 1983 se convirtió en una colonia residencial. Al principio no atrajo a muchos israelíes pero en 1991 el rabino Eliezer Melamed se estableció allí y fundó una yeshiva (escuela rabínica) que con el tiempo ha adquirido un gran prestigio entre los colonos más radicales.

La escuela forma parte del grupo de yeshivas que han firmado un acuerdo con el Ejército, que permite que sus alumnos estudien la Torá y pasen allí casi la mitad de los tres años que dura el servicio militar. A cambio reciben una asignación económica de los ministerios de Defensa y Cultura. La yeshiva de Har Braja en concreto percibe casi 120.000 euros al año sólo de Defensa, una cantidad que representa el 20% de su presupuesto.

Hace unos días el rabino Melamed escribió en su columna del semanario Besheba un artículo polémico, en el que recomendaba a los soldados que no obedecieran a sus mandos si éstos les ordenaban desalojar a los colonos de los asentamientos judíos de Cisjordania. 'Las órdenes de Dios están por encima de las órdenes del Gobierno', escribió Melamed, para quien ir a parar a un calabozo por algo así tiene que ser motivo de 'orgullo'.

'De la misma manera que un soldado que recibe la orden de golpear a su madre no debe telefonear a su rabino y preguntarle si debe acatar o no la orden de su superior, lo normal es que un soldado tampoco le pregunte a su rabino si recibe la orden de desalojar a judíos o de ayudar a su expulsión. Es algo que debe quedar muy claro', escribió el rabino.

Su artículo se publicó coincidiendo con un momento delicado. El debate no sólo está en la calle sino también dentro del Ejército. El número de militares radicales es cada vez más alto. En el último mes tres unidades de combate han exhibido pancartas en público en las que anunciaban que no obedecerán las órdenes de sus superiores si éstos les piden que desalojen a judíos de las colonias de Cisjordania.

El ministro de Defensa se ha visto obligado a tomar cartas en el asunto. Convocó el 13 de diciembre al rabino Melamed, pero éste no apareció. Melamed adujo que un rabino no debe estar al servicio del Ejército, implicando que sí que debe de estar al servicio de Dios. El ministro Ehud Barak respondió al desplante ordenando que Defensa suprima la ayuda de 120.000 euros a la yeshiva de Har Braja.

Un grupo de rabinos ya ha dicho que lo más probable es que la polémica yeshiva reciba a partir de ahora más donaciones privadas y que su presupuesto incremente. Otros acusan a Barak de actuar con tanta 'contundencia' para apartar la atención de la prensa de los escándalos en los que está inmerso. El último ha saltado al descubrirse que el ministro emplea en su domicilio a una asistenta filipina sin permiso de trabajo.

El Ministerio de Defensa israelí le ha retirado una ayuda de 120.000 euros

En cualquier caso, la polémica ha reforzado la posición del rabino díscolo, quien ha recibido apoyos explícitos y tácitos desde varios sectores. Numerosos soldados de la reserva ya han dicho que no acudirán a las milicias si el Ministerio de Defensa no restaura su apoyo económico a la yeshiva. 'Es un rabino excepcional. Su nombre en hebreo significa Mi Dios me ayuda a enseñar', comenta Jonatan Behar, un colono de Har Braja de 49 años que cada tarde asiste a la clase del rabino.

En sus textos religiosos, Melamed ha justificado la política conocida en Israel como Tag mejir que consiste en hacer la vida imposible a los palestinos, tirando piedras a sus coches, incendiando sus cultivos, talando sus olivos o frutales... Una política cada vez más extendida entre los colonos.

La vida continúa. La yeshiva se encuentra en un edificio moderno y amplio en mitad de Har Braja. En su interior decenas de jóvenes y adultos estudian libros religiosos, tanto durante el día como durante la noche. La yeshiva nunca cierra. Es mediodía y a pocos metros de distancia se construyen viviendas para satisfacer la creciente demanda de jóvenes que quieren vivir cerca del rabino. La 'congelación' de la construcción que acaba de anunciar el primer ministro Binyamin Netanyahu a bombo y platillo no ha llegado a Har Braja. Tampoco a Yitzhar, otro asentamiento próximo. En realidad, las obras siguen adelante por todas partes en Cisjordania.

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