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Oslo reúne hoy a los líderes de Tiananmen

Unos 40 dirigentes de la revuelta de 1989 asisten a la entrega

D. BRUNAT

Sólo ocho ciudadanos chinos que viven actualmente en el país asiático acudirán hoy a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz. Podrán estar allí porque residen en Hong Kong, administrativamente territorio chino pero con un sistema legal y de gobierno occidental, legado de sus años como colonia británica. De hecho, los ocho asistentes son miembros del Parlamento local o de destacadas organizaciones civiles.

'Queremos demostrar con nuestra presencia que también dentro de China hay gente que apoya a Liu Xiaobo, y que si no están en Oslo es sólo porque Pekín ha ejercido una presión brutal sobre ellos', aclara a Público uno de los asistentes, Patrick Poon, vicepresidente de Chinese Human Rights Lawyers Concern Group.

Sólo ocho chinos residentes en China (Hong Kong) estarán hoy en Oslo

'Sabemos que no será fácil que Pekín entre en razón y libere a Liu, pero él merece que sigamos luchando por su libertad y por el respeto de los derechos humanos, desde China y desde el resto del mundo', indica a su vez Emily Lau, vicepresidenta del Partido Democrático de Hong Kong. 'Que un ciudadano chino haya sido galardonado con el Nobel de la Paz es importantísimo, un gran reconocimiento para la gente que lleva tantos años luchando por los derechos humanos, la democracia y la justicia en el país. Estar en Oslo es nuestro derecho y nuestra contribución', añade.

Lau lleva 20 años sin poder entrar en la China continental. Su participación en la revuelta de Tiananmen en 1989 le vetó la entrada probablemente de por vida. 'Será un reencuentro muy especial, es histórico poder juntar a tanta gente otra vez', confiesa sobre el encuentro de más de 40 líderes estudiantiles de Tiananmen hoy en la ceremonia, la primera vez que algo así ocurre desde que el régimen comunista reprimiera a sangre y fuego la protesta pacífica, el 4 de junio de 1989. 'Será un excelente momento para recordar la masacre al mundo y para animar a mucha gente a luchar por la libertad en China', augura Lau.

'Liu merece que sigamos luchando por su libertad', dice una política

Lee Cheuk-yan, diputado prodemocrático, también estuvo en Tiananmen y no ha querido perderse una ceremonia tan 'emotiva'. 'China se ha delatado con esta campaña de acoso a la familia de Liu y presionando a otros países. Tantos años y dinero invertidos en dar al mundo una imagen de poder blando, de país respetuoso, se han esfumado de golpe. A Pekín le va a costar mucho rehacer esa imagen', considera Lee.

Paradojas de la vida, Hong Kong es desde 1997 territorio chino y a la vez el lugar más beligerante con la dictadura en temas de derechos humanos y libertad de expresión. El pasado domingo centenares de personas se echaron a la calle para exigir la libertad de Liu Xiaobo, mientras un puñado de kilómetros al norte, en la China continental, la gente ni siquiera sabía (ni sabe) quién es Liu ni que este año se ha concedido un Premio Nobel de la Paz.

Aunque la campaña de censura de Pekín ha sido tremenda y el galardón le ha hecho apretar aún más la soga a la disidencia, todo el mundo coincide en que a largo plazo este Nobel ayudará a mejorar los derechos humanos en el país. 'La reacción ahora es furiosa y se va a mantener así un tiempo, pero el Gobierno, de forma interna, sacará una lección de esto y avanzará hacia la apertura', opina el diputado Lee.

Patrick Poon, abogado y experto en derechos humanos, va más allá: 'China se ha mostrado capaz de todo por controlar a la disidencia, pero a largo plazo la gente empezará a preguntarse por qué su Gobierno hace esto. Estamos en la era de internet, la gente puede conseguir información a pesar de la censura. Los esfuerzos del Gobierno chino por contener el pensamiento de los ciudadanos no prevalecerán'.

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