Este artículo se publicó hace 2 años.
Discrepancias en la OTAN por los gestos de Alemania hacia Rusia: Putin y Scholz se reúnen con el gas como interés común
El canciller alemán no cede en el Nord Stream II y en el envío de armas a Ucrania a pocas horas de aterrizar en el Kremlin, al que pide pasos concretos para la desescalada.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
El canciller alemán Olaf Scholz había mantenido hasta la fecha un perfil bajo en la crisis de la frontera ucraniana. A pesar de ser el principal motor de la UE, Alemania se encuentra en una posición poco envidiable en el resto de bloque comunitario. Su historia, su situación geográfica o su dependencia energética han creado el cocktail perfecto para que sea uno de los países más "rusófilos" de la UE.
Y ello está acarreando recelos desde dentro y fuera de la Unión Europea hacia el Ejecutivo que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz. Ucrania le ha pedido formalmente que le envíe material bélico de defensa, como misiles anti-aéreos. A pesar de que otros países europeos y Estados Unidos así lo han hecho, la respuesta de Berlín es tajante: "Nein". El Gobierno germano se escuda en su tradicional estrategia de que no envía armamento a zonas de conflicto. Un argumento que rige la política germana desde hace décadas, pero que cuenta con excepciones. Por ejemplo, el año pasado, el país incrementó las licencias de exportación de armas con el Egipto del dictador Abdelfatah al Sisi, implicado en la guerra de Yemen.
La tibieza de Berlín ha derivado en malestar, más privado que público, de sus aliados. Especialmente de Ucrania, de Estados Unidos y de los países del flanco oriental. Para despejar estas dudas, el propio Olaf Scholz se ha visto obligado a tomar un papel más activo en la crisis. La semana pasada visitó la Casa Blanca. Este lunes ha sido recibido por Volodimír Zelenksi en Kiev y el martes se celebrará el esperado encuentro en Moscú junto a Vladimir Putin.
Scholz ha prometido incrementar la ayuda financiera a Ucrania
Para disipar la vacilación entre sus aliados de la OTAN, Scholz ha prometido incrementar la ayuda financiera a Ucrania, a la que ha congratulado por sus mejoras democráticas. Hace unos días anunció el envío de 5.000 cascos al país, lo que provocó las burlas y las críticas de miembros de los ucranianos. "¿Qué apoyo van a enviar después? ¿Almohadas?", afeó el alcalde de Kiev.
Con esta coyuntura, la visita del líder alemán a Kiev se anticipaba fría. Pocas horas antes, el embajador ucraniano en Alemania afeó abiertamente en Twitter la postura "hipócrita" del país. Sin embargo, los desencuentros no se han aireado públicamente y Kiev y Berlín siguen insistiendo en dos premisas: proteger la unidad y agotar la vía del diálogo.
Pero el gran caballo de Troya de la unidad occidental sigue siendo el gaseoducto Nord Stream II, que conecta Rusia con Alemania directamente por el Báltico sin necesidad de pasar por Ucrania o Polonia. La controversia con este gigante no es actual ni entiende de color político. La propia Angela Merkel siguió adelante con su construcción tras la invasión de Crimea en 2014. Ahora, los aliados exigen a Scholz que deje patente que si se produce una nueva invasión rusa a Ucrania la congelación de este macroproyecto energético –aunque está terminado, no ha echado a rodar– será parte de las sanciones internacionales.
Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania: "El Nord Stream II es un arma geopolítica"
"El Nord Stream II es un arma geopolítica", ha señalado Zelenski en rueda de prensa conjunta con Scholz reconociendo que a este respecto existen diferencias significativas. Estas discrepancias ya fueron expuestas públicamente en la comparecencia que Biden y el canciller alemán mantuvieron hace unos días en Washington. El presidente norteamericano insistió en que el gaseoducto no entrará en vigor si Rusia ataca a su vecino, pero el líder germano fue incapaz de tan siquiera pronunciar "Nord Stream II" y se limitó a asegurar que la respuesta occidental será, sea cual sea el escenario, coordinada y unida.
Cinco meses después de llegar al poder, el Gobierno alemán continúa sin aclarar su postura en torno a este importante gaseoducto, que supondría gas más barato a una Alemania que importa el 51% de todo el que consume desde Rusia. Con los precios de la electricidad al alza y la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles, más contaminantes, el dilema económico y político se multiplica. Aunque los liberales y los verdes, los socios minoritarios de Gobierno, tienen una postura más dura, los socialdemócratas titubean, como ya hicieron los conservadores de Angela Merkel en la última legislatura.
Un funambulista dirección al Kremlin
Tras la visita de Emmanuel Macron, Scholz se convertirá el martes en el segundo líder occidental más prominente en sentarse junto a Putin. Antes de su aterrizaje, el alemán ha pedido a Putin pasos claros hacia la desescalada. Aunque la tensión continúa creciendo, el propio Kremlin ha reconocido este lunes mismo que la vía diplomática todavía tiene oportunidad de aflorar.
Sin embargo, los acontecimientos no han cesado de sucederse desde la visita del galo. En los últimos días, la mayoría de países europeos han evacuado a su personal no esencial, siguiendo un camino que Estados Unidos inició mucho antes. Además, muchas aerolíneas han dejado de sobrevolar el espacio ucraniano y cancelado sus vuelos. Una Ucrania cada vez más aislada y golpeada económicamente pide cautela ante las reiteradas advertencias de la inteligencia estadounidense de que una invasión militar es "inminente". Algunos informes detallan, de hecho, que podría producirse el próximo miércoles. "Si ocurre, sabremos cómo proceder", ha tranquilizado Scholz.
Tanto Zelenski como Scholz han respaldado que la puerta a la Alianza continúa abierta para Ucrania
El esperado encuentro en el Kremlin llega tras unas reveladoras declaraciones del embajador ucraniano en el Reino Unido en las que aseguraba a la BBC que Ucrania podría aceptar no entrar en la OTAN si eso evitaba la guerra con Rusia. La diplomacia del país se ha apresurado a desmentirle. Y tanto Zelenski como Scholz han respaldado que la puerta a la Alianza continúa abierta. Kiev y Berlín han criticado la severa línea roja de Rusia sobre ello. "La pertenencia a la OTAN no es el objetivo absoluto", ha afirmado el ucraniano. La membresía "no es realmente un problema" ahora.
"Es extraño que Rusia haga de esto el tema de los principales problemas políticos", ha coincidido Scholz. La entrada de Ucrania a la Alianza es a día de hoy poco más que una aspiración. Se trata de una quimera debido a las brechas democráticas y económicas del país y al alto precio que ello conllevaría en términos de la relación con Moscú.
A este contexto de volatilidad y de recelo creciente entre sus socios, se suma otro hándicap para Olaf Scholz: su amigo cercano, el excanciller Gerhard Schöder, pasará a formar parte del Consejo de vigilancia del gigante ruso Gazprom.
La figura de Gerhard Schöder, muy próximo a Putin, es cada vez más controvertida en Alemania
La figura de este socialdemócrata, muy próximo a Putin, es cada vez más controvertida en su país por su participación en las principales empresas rusas. Se trata de un gran defensor de Putin, al que hace unos años se refirió como un "demócrata ejemplar". Empujada por su geografía y por su historia, la familia socialdemocracia alemana lidera desde la década de los 70 una postura en la UE que aboga por la mediación y el diálogo con Rusia.
Durante la Guerra Fría, Alemania fue una de las casillas claves en el tablero de ajedrez. Ahora, inmersos en un ambiente que evoca esos fantasmas, el escenario lo protagoniza Ucrania. Y Scholz recoge el guante de una Merkel que también apostó en su momento por priorizar la zanahoria al palo con la Rusia de Putin.
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