Este artículo se publicó hace 16 años.
París pone deberes a Pekín para evitar el boicot a la inauguración
El Gobierno francés mantiene un doble discurso sobre su presencia en la cita olímpica.
"Poner fin a la violencia contra su propia población y liberar a los presos políticos, hacer la luz sobre los acontecimientos en el Tíbet y abrir el diálogo con el Dalai Lama". Ahí es nada.
El Gobierno francés enunció de forma oficiosa, con buenos modales y humildemente que eso es lo que espera de Pekín en materia de avances en derechos humanos para que no sea necesario llegar a un boicot de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos el 8 de agosto por parte de Nicolas Sarkozy.
Bajo una intensísima presión por parte de una coalición de ONG y a pocas horas de la llegada de la llama olímpica a la capital francesa, la encargada del peligroso ejercicio de decir a Pekín lo que tiene que hacer fue la viceministra de Derechos Humanos, Rama Yade.
En una entrevista al diario Le Monde, la cara más amable del Ejecutivo Sarkozy, arma de seducción masiva que pone con el corazón en vilo a cientos de corresponsales diplomáticos, confirmó que, al menos de cara a la galería, el presidente francés sopesa la perspectiva de asistir o no a la ceremonia de apertura.
También explicó que Sarkozy, de todas formas, tendrá que consultar cualquier decisión con los socios europeos, puesto que en ese momento ejercerá la presidencia de turno de la Unión.
La novedad fue que, por primera vez, Yade, miembro del equipo Sarkozy, fue tajante al afirmar que ciertos avances en derechos humanos en China son "indispensables" para que el presidente "vaya" a Pekín el 8 de agosto de 2008, día inaugural de los Juegos. Se trataría del fin de la represión policial, militar y penal, investigaciones en Tíbet y reconocimiento al Dalai Lama. Dentro de esa franqueza, el mascarón de proa del equipo Sarkozy no falló a la hora de cometer uno de sus patinazos ya clásicos, que permiten al presidente mantener un doble discurso, moralista por un lado y terriblemente práctico por otro.
La ministra desmiente
En primer lugar, Rama Yade no aclaró si se expresaba a título personal o si estaba expresando lo que aquí se llama, con vocabulario cuasi religioso, el "designio" (dessein) del futuro presidente de la Unión Europea por seis meses.
En segundo lugar, la viceministra de Derechos Humanos empleó para Le Monde la expresión "condiciones indispensables" exigidas antes del viaje pekinés de Sarkozy. Pero minutos después sacó un comunicado oficialísimo para aclarar que no había empleado el término "condiciones".
Para los especialistas en las alambicadas relaciones franco-chinas quedan los millones de matices que ofrece la correlación entre "indispensables" --no desmentida por Rama Yade- y "condiciones", término sí desmentido. Para los diplomáticos franceses, queda otra ingente tarea: intentar convencer a sus nuevos jefes -Rama Yade y Bernard Kouchner, el ministro de Asuntos Exteriores- de que sigan un cursillo para aprender aspectos elementales del oficio.
¿Se pueden formular demandas "indispensables" a Pekín sin que éstas sean condiciones, como lo ha hecho Rama Yade? Lo dirá la próxima respuesta oficial de Pekín. La presión sobre el equipo Sarkozy será de nuevo enorme a partir de hoy, cuando una coalición de ONG intente transformar a los 30.000 corredores del Maratón de París en una marea humana que demuestre que una fiesta deportiva y espectacular es forzosamente también un acto en favor de los derechos universales más elementales. El lunes, una llama olímpica bajo fuerte custodia será el blanco de varias operaciones pacíficas de protesta de estas asociaciones.
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