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La patrulla de mujeres que empapela las calles de Francia contra la violencia machista

En París, Lyon, Marsella… Las paredes de las principales localidades francesas se llenan de carteles en recuerdo de las mujeres asesinadas y contra las agresiones sexistas. 

Mujeres pintan las calles de Francia contra la violencia machista.- LAURENCE HEINTZ

ENRIC BONET

Todo empezó con la muerte de Julie Douibs. Tenía 35 años y dos hijos cuando su exmarido la mató en su domicilio en Córcega. Ocurrió durante la noche del 9 al 10 de marzo. Después vinieron Corinne, Christelle, Aminata… Pero el asesinato de Julie lo cambió todo.

“Había presentado hasta cinco denuncias por violencia conyugal. Cuando una mujer es asesinada tras haber denunciado en cinco ocasiones a su exmarido, esto muestra las deficiencias en el sistema”, explica la activista feminista Marguerite Stern, de 29 años. Con un tono calmado, y conteniendo su indignación, Stern recuerda unas palabras que la marcaron de esta mujer corsa: “Solo me creerán cuando esté muerta”. El caso de Julie Douibs no solo supuso un electrochoque en Francia, sino que también llevó a esta activista a hacer un gesto aparentemente insignificante: pegar su nombre en las paredes de Marsella. Nueve meses después, los nombres de las mujeres asesinadas llenan las calles de las principales ciudades francesas.

Exmilitante de Femen, Stern impulsó a finales de agosto en París una impactante —y exitosa— campaña contra la violencia machista. Su objetivo inicial era honorar las mujeres que perdieron la vida en manos de sus parejas o exparejas masculinas. “No me esperaba para nada que la campaña tuviera tanto éxito. En la primera reunión ya participaron 40 chicas”, recuerda esta joven militante feminista. Unas 300 mujeres se involucraron en septiembre en este movimiento. Más de 250 mensajes fueron pegados durante la primera semana en la capital francesa. Una campaña que no solo se reprodujo en el resto de Francia, sino también en Bélgica, Suiza o incluso en Turquía.

Aunque Stern dio un paso al lado en octubre, unos pocos miles de mujeres en toda Francia —y 800 en París— siguen involucradas. Su principio es muy simple. Cada noche en grupos de cuatro, cinco o seis salen a patrullar por la calle en busca de muros vacíos, donde pegan collages contra la violencia machista y para rememorar a las mujeres asesinadas. “Su sangre en vuestras paredes”, “Las escuchan más muertas que vivas”, “Feminicidios: el Estado culpable y la justicia cómplice”… Son algunos ejemplos de los mensajes que llenan las calles de París, pero también de Marsella, Burdeos o Lyon. Todos ellos expresados con fórmulas contundentes, alejadas de los eufemismos con los que se matiza la violencia machista.

Una patrulla de mujeres recuerda a las mujeres asesinadas en Francia por violencia machista.- LAURENCE HEINTZ

Una patrulla de mujeres recuerda a las mujeres asesinadas en Francia por violencia machista.- LAURENCE HEINTZ

Aumento de los feminicidios en Francia

“Nuestro objetivo no es hacer mensajes chocantes, sino denunciar una realidad”, afirma Stern. De hecho, el número de francesas asesinadas por sus maridos ha aumentado este año. Según las asociaciones feministas, 138 ya han muerto a manos de sus parejas o exparejas, mientras que en 2018 fueron 121. Un balance de la Agencia France-Presse lo rebaja a 117. Sin embargo, esta cifra también apunta que se superará el número de feminicidios del año pasado. Una mujer es asesinada cada tres días a causa de la violencia machista. Lo que convierte a Francia en el segundo país europeo con el mayor número de feminicidios después de Alemania.

“Detrás de las cifras, se trata de vidas reales que queremos humanizar. Algunas de ellas fueron asesinadas delante de sus hijos o las mataron con un disparo en la cabeza”, afirma la exmilitante de Femen. Una realidad trágica que provoca indignación. Y esto quieren reflejar las colleuses, como se designan las integrantes de este movimiento, en la estética de sus mensajes. Todos ellos están elaborados con letras en mayúscula pintadas con pintura negra sobre un fondo blanco. “Queremos expresar nuestra rabia y pedir que estas mujeres sean protegidas de forma urgente”, explica Pauline Georget, de 21 años, involucrada en la campaña desde finales de agosto.

Esta estudiante en la escuela de comunicación y periodismo Celsa de París subraya otra de las ventajas de este estilo tan sencillo como efectivo: “Queremos que todas las mujeres se reapropien de él”. Además de la denuncia, estos collages pueden tener una función redentora. O incluso catártica. “Con pintura y pegamento seguramente no acabaremos con la violencia machista. Pero queremos decir a las mujeres agredidas que las creemos, que no están solas, que pierdan el miedo a denunciar su situación”, asegura Georget. Recuerda, de hecho, el ejemplo de Chloé Modesta, una integrante del colectivo que empapeló el espacio público con la historia de su madre apalizada en repetidas ocasiones por su padre alcohólico y violento.

“Muchas de las que participan han sido víctimas de agresiones sexuales”

“Muchas de las que participamos en esta campaña hemos sido víctimas de agresiones sexuales”, afirma Marion Vander Cruyssen, de 21 años, tras haber pegado en la pared un collage en el que denuncian que “Una mujer de cada diez ha sido violada o lo será durante su vida”. Junto con otras seis mujeres, el pasado jueves por la noche estuvieron empapelando las calles del este parisino, en la zona de la Plaza de la Bastilla. “Tenemos que ser más efectivas”, repetía una de las compañeras. Pocos minutos después, pegaban con gran celeridad una letra detrás de otra con pegamento líquido y la ayuda de cepillos. En unas dos horas, llegaron a colgar unos diez mensajes.

“Muchas de las que participamos en esta campaña hemos sido víctimas de agresiones sexuales”, afirma Marion Vander Cruyssen

Esta actividad intensa solo se ve alterada por los comentaros burlones o reacciones agresivas de algunos hombres, aunque muchos transeúntes fotografían sus mensajes y también las felicitan. “A menudo nos cruzamos con chicas en la calle que deciden unirse a nosotras”, explicaba Sabine, editora, después de que una joven se uniera a la pegada de carteles tras haberse cruzado con ellas por casualidad. “Es fundamental liberar la palabra sobre la violencia machista, ya que la mayoría de estas agresiones se producen dentro del hogar y muchas mujeres se avergüenzan de tener que denunciarlas”, explica Lucy Centicello, de 46 años, una transeúnte que felicitó al grupo de militantes.

“Considero fundamental ir más allá de las redes sociales y que estos feminicidios sean denunciados en la calle”, defiende Stern. Una irrupción en el espacio público que, según esta militante, mantiene similitudes con las acciones de las Femen. “Estuve tres años viviendo en un espacio ocupado con las Femen. Lo aprendí todo de ellas”, recuerda esta militante, que en 2013 estuvo encarcelada durante un mes en Túnez tras haber pedido con el torso desnudo la liberación de Amina Sboui, una integrante tunecina de este movimiento. “Ellas me enseñaron la importancia de pasar a la acción y de la escenificación”, así como el valor político de las imágenes, explica.

Anuncios “decepcionantes” de Macron

Con unas acciones quizás menos radicales que las Femen, pero más accesibles, las colleuses también quieren concienciar sobre la violencia machista. “Esta campaña de denuncia en la calle ha permitido crear vínculos muy fuertes entre mujeres y ahora se organizan para impulsar otro tipo de acciones, como protestas en la estrena de la última película de Roman Polanski —implicado recientemente en un supuesto nuevo caso de violación en Francia— o reproduciendo el pasado viernes en París la coreografía chilena “Un violador en tu camino”.

Después de que #MeToo tuviera un impacto tímido en Francia a finales de 2017, el feminismo está ganando posiciones en este país en los últimos meses. Así quedó reflejado en la multitudinaria manifestación del pasado 23 de noviembre contra la violencia machista en París, que reunió a 49.000 personas, según el gabinete independiente Occurrece. Dos días después, el gobierno francés anunció una batería de medidas contra las agresiones sexistas, tras casi tres meses de reuniones entre ministros, diputados, asociaciones de víctimas, abogacía, personal médico y los cuerpos de seguridad del Estado. Aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, prometió que la igualdad entre hombres y mujeres sería la “gran causa de su mandato”, los anuncios del ejecutivo volvieron a decepcionar a los colectivos feministas.

“Considero fundamental ir más allá de las redes sociales y que estos feminicidios sean denunciados en la calle”, defiende Stern

La suspensión de la autoridad parental en caso de feminicidio, flexibilizar la confidencialidad médica para permitir que se denuncien las violencias conyugales, introducir en el código penal un agravante por el “control psicológico” que provoque el suicidio de las mujeres, la creación de 1.000 plazas suplementarias en los centros de acogida de mujeres víctimas… Son algunas de las medidas propuestas por Macron, que se resiste, sin embargo, a aumentar de forma significativa las partidas presupuestarias destinadas a las víctimas de la violencia machista. La administración seguirá destinando unos 316 millones de euros para combatir esta lacra, una partida que no solo incluye medidas para ayudar a las mujeres agredidas.

“Estamos decepcionadas con estos anuncios, aunque no nos sorprenden. La mayoría de las medidas anunciadas ya existen en Francia y no se pueden aplicar por falta de presupuesto”, lamenta Georget, quien pone como ejemplo “las políticas adoptadas en países como Suecia o España”. En concreto, la ley española de 2004 o los 1.000 millones suplementarios para combatir la violencia machista prometidos con el Pacto de Estado contra la violencia de género de 2017.

“Estos anuncios supusieron una gran decepción, pero no nos rendiremos”, asegura Vander Cruyssen. Según presume esta joven militante, “seguiremos pegando carteles hasta que dejemos de contar a nuestras muertas”.

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