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Pekín ejecuta al primer europeo en casi 60 años

Para Londres se trata de una 'inaceptable' violación de los derechos humanos

NELA DOMÈNECH

La ejecución del británico Akmal Shaikh, de 53 años de edad, en China por tráfico de drogas ha tensado las relaciones diplomáticas entre Londres y Pekín hasta un punto inu-sitado en los últimos años.

De nada ha servido la advertencia de la familia de que Shaikh sufría un trastorno bipolar: Pekín se ha negado a someterlo a un examen psiquiátrico. Ni tampoco las 27 veces en los dos últimos años en las que el Gobierno laborista ha solicitado un juicio justo ni las peticiones de clemencia de las últimas horas: A las 03.30 de la madrugada (hora española), Pekín puso fin a la vida de Shaikh, el primer ciudadano de la Unión Europea ejecutado en 58 años, con una inyección letal.

China considera «irracionales» las críticas del Gobierno laborista

El primer ministro británico, Gordon Brown, se mostró 'horrorizado' y 'decepcionado' por la falta de un diagnostico médico como parte del juicio al traficante de drogas.

Ivan Lewis, secretario de Estado de Exteriores, convocó a la embajadora china en Londres dos veces en menos de un día. El lunes por la noche la citó al ministerio en un último intento de salvar la vida del británico. Ayer por la mañana volvió a convocarla para 'condenar' la muerte de Akmal, nacido en Pakistán y emigrado a Londres en la década de 1970.

Lewis confesó que había tenido 'una conversación difícil' con la embajadora y subrayó que 'la principal diferencia de este caso es la enfermedad mental de la persona juzgada y el hecho de que no se haya contado con ningún examen sobre su salud mental'.

Para el secretario de Estado, la consideración que hace un país y otro de los derechos humanos es otra de las diferencias que les separan. 'La noticia me ha revuelto el estómago (...). He dejado claro que la ejecución es totalmente inaceptable y que China ha fallado en elrespeto a los derechos humanos básicos con este caso'.

Con 1.718 ejecuciones realizadas en 2008, China está a la cabeza mundial. Ese año, tres de cada cuatro ejecuciones en todo el mundo tuvieron lugar en el país asiático, denuncia Amnistía Internacional.

'Deben rectificar si no quieren dañar las relaciones', dice la ministra Jiang

La ministra de Exteriores china, Jiang Yu, calificó las protestas de Londres de 'irracionales' y les dio una réplica tajante: 'Reino Unido debe rectificar sus críticas a China si no quiere perjudicar las relaciones bilaterales entre ambos países'.

La ministra recordó que el tráfico de drogas es un delito reconocido internacionalmente y que, según la legislación de su país, el juicio a Shaikh se ha desarrollado 'respetando y garantizando todos sus derechos y la independencia de la judicatura china'.

El reo británico vivía en Polonia en septiembre de 2007, cuando viajó a China con cuatro kilos de heroína en su maleta y con la promesa de grabar un disco que le haría un cantante famoso, según ha explicado su hija Leila, de 31 años, desde su casa en Kentish Town, al norte de Londres.

Leila es la mayor de sus cinco hijos tres adultos en Londres y dos menores en Varsovia. Según Leila, 'en el juicio hasta los jueces se reían de las respuestas absurdas e incoherentes de mi padre'. El acusado rechazó los cargos formulados contra él.

Una vez ejecutado, sus familiares no podrán repatriar su cadáver, ya que Shaikh fue enterrado pocas horas después de su muerte 'según el rito musulmán', informaron las autoridades chinas.

Tres de cada cuatro ejecuciones en 2008 se realizaron en el país asiático

Las relaciones entre ambos países no pasan su mejor momento desde que Londres acusó a Pekín del fracaso de la Cumbre del Clima de Copenhague. Sin embargo, pese a las recriminaciones mutuas hechas ayer, los dos gobiernos coinciden en que no está en peligro el comercio ni la colaboración internacional entre ambos países.

El último ciudadano de la UE ajusticiado en China fue el italiano Antonio Riva. Un pelotón lo fusiló en 1951 por intentar asesinar, junto a un ciudadano japonés, al líder Mao Zedong, en lo que se consideró un complot auspiciado por el Gobierno de EEUU.

Sally Bowen, de Reprieve, organización a favor de juicios justos para británicos en el extranjero, lamentó ayer la ejecución y recordó que 'la legislación china prevé la existencia de enfermos mentales y sus diagnósticos médicos para ser juzgados, pero en este caso no han aplicado lo que hay previsto en su propia ley'.

Los familiares de Shaikh, en el norte de Londres, estaba ayer “conmocionados” y “decepcionados” por la ejecución de Akmal. Su hermano Akbar, su hija Leila y su yerno Peter Horsnell, que hasta la madrugada del martes contestaban a los informadores, se recluyeron en casa pidiendo privacidad.  “No se han tenido en cuenta los problemas mentales de mi padre; el modo en que lo han tratado hace que me cueste entender qué es la justicia”, dijo Leila mostrando su decepción.En estas semanas, Leila ha descrito a Akmal como “un padre alejado, pero querido”. Desde que en 2004 se fue a vivir a Polonia, donde fundó una segunda familia, ella lo veía poco. Cuando regresaba a Londres de vez en cuando, se comportaba, como siempre, de forma “imprevisible y errática”. Desde pequeña Leila ya lo conoció así, y creció con inseguridad, sin saber cómo reaccionaría su padre o si se ocuparía de ella y sus dos hermanos.

Comparada con otras familias de origen paquistaní, esta no es muy grande. Akmal era el pequeño de tres hermanos. Su madre, una mujer octogenaria con problemas de salud, pregunta por él, pero sus nietos no se atreven a contarle la verdad por miedo al efecto que pueda tener en su frágil cuerpo. Sólo le dicen que se ha metido en problemas en China y que está en la cárcel. Leila y su familia han conocido de cerca la crueldad de la política china. Pero han vivido también, según sus propias palabras, “la humanidad de otros gobiernos y la de ciertas personas y organizaciones”. Los Shaikh han agradecido la campaña por la conmutación de la pena organizada en Facebook por personas desconocidas, la vigilia, previa a la ejecución, que tuvo lugar en el exterior de la embajada china, la insistencia del Gobierno británico y la labor de organizaciones como Reprive y MDF.

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