Público
Público

Plan de recuperación La división entre líderes europeos se hace patente en las primeras horas de la cumbre de la UE

Los líderes de los 27 se reúnen por primera vez de manera presencial desde hace cinco meses. Tienen dos días por delante para cerrar la arquitectura del fondo de recuperación y presupuesto de la UE.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. / EFE
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. / EFE

Este viernes arranca la primera cumbre europea presencial desde el mes de febrero. Los jefes de Estado y de Gobierno se reunirán para abordar la aprobación del fondo de recuperación y el presupuesto de la UE para los próximos siete años. Fuentes comunitarias auguran un debate tenso, en el que el acuerdo "no está garantizado, ya que hay diferencias importantes". Y es que lo único que parece aunar consenso es que Bruselas acuda a los mercados para captar fondos con los que construir el plan de recuperación.

Conscientes de que el tiempo no sopla a favor de Europa, los líderes han reservado el viernes y el sábado para debatir este asunto, con el firme propósito de anunciar fumata blanca. El personal de las distintas delegaciones reconoce que el hecho de que, después de cinco meses, los jefes de Estado y de Gobierno, puedan verse las caras y "hacer pasillo", ayudará a acercar posturas. Sin embargo, también hay quien se atreven a predecir que esta no será la última cita antes de arrancar las vacaciones en el mes de agosto.

Como base de negociación, los líderes discutirán los detalles de la negobox (paquete de negociación, en jerga comunitaria) que presentó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la semana pasada. El ex primer ministro belga propuso a sus colegas mantener el tamaño del Fondo de Recuperación presentado por la Comisión Europea (750.000 millones de euros) y un presupuesto para los próximos siete años de 1,074 billones de euros, un montante ligeramente inferior al planteado por el Ejecutivo comunitario.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha urgido a los líderes a ponerse de acuerdo. La exministra francesa ha insistido en la importancia de "no perder el tiempo y ser capaces de enviar una señal a los europeos, a los mercados y al mundo de que hay un grado de consenso y determinación de invertir juntos, recuperarnos juntos y de apoyarnos mutuamente, como demostraría un buen acuerdo".

Sacar del atolladero a los países que más están sufriendo las consecuencias económicas del paso de la pandemia por el Viejo Continente es asistir también al mercado único. La inyección financiera a los Estados más dañados implica que se frene el contagio a otros socios del bloque o que aumenten las divergencias entre países.

¿Dónde se encuentran los puntos de controversia?

En la propuesta que ha puesto encima de la mesa el presidente del Consejo, se mantiene el tamaño del fondo anticrisis propuesto por Bruselas. Así, respeta el equilibrio entre transferencias y préstamos, de 500.000 millones y 250.000 millones de euros, respectivamente. Un punto que no gusta a los autodenominados frugales (Holanda, Dinamarca, Austria y Suecia) ni a Finlandia, que prefieren evitar las subvenciones. También creen que el montante total debería sufrir una poda.

Para no tocar el tamaño del Fondo de Recuperación de la Comisión Europea, destinado principalmente a sacar del barro a Italia y España, el Consejo ha hecho algunas concesiones a los halcones del euro. Aunque siguen sin ser suficientes para recibir su visto bueno, especialmente por parte de Holanda.

Entre los puntos calientes están los criterios de acceso y el desembolso de los fondos. Según ha propuesto Michel, basándose en la idea de la presidencia alemana, es que el Consejo apruebe los programas nacionales de reforma por mayoría cualificada y que después sea la Comisión Europea la que de luz verde. España e Italia preferirían que el peso de la decisión fuera de Bruselas, mientras que los Países Bajos quieren que se apruebe por unanimidad en el Consejo

Este es un punto clave para Holanda, que no acaba de mostrarse abierta a cambiar de opinión y que podría hacer encallar las conversaciones este viernes. Tampoco está dispuesta a apostar por transferencias y exige una condicionalidad fuerte. Así, reconoce que no tiene problemas de confianza con sus socios del sur, y que de la que no acaba de fiarse es de la Comisión Europea.

Uno de los argumentos de los holandeses para recortar el fondo y eliminar las transferencias es el hecho de que ningún país haya solicitado todavía acceder al instrumento del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Esta ayuda forma parte del plan anticrisis que fue aprobado por el Eurogrupo en abril. Este paquete, que pretende movilizar hasta 540.000 millones de euros, incluye los 240.000 millones de crédito a través del MEDE, 100.000 millones a través de un fondo contra el desempleo (SURE) y una línea de crédito de 200.000 millones de euros a través del Banco Europeo de Inversiones.

Otra concesión a los frugales por parte del presidente del Consejo es ejecutar el 70% del plan entre 2021 y 2022, y guardarse el 30% restante para 2023, a la espera de conocer los efectos de la pandemia sobre las economías europea. De este modo, los nórdicos esperan que el dinero quede más repartido, aunque implique una inyección a las economías mucho más lenta. Esta propuesta también contaría con el visto bueno de Finlandia, Alemania y Francia.

Por lo que respecta al presupuesto comunitario, también existen reticencias. El presidente del Consejo ha rebajado la cifra que se negociaba en febrero y propone a los socios un paquete de 1,074 billones, un 2% inferior a la propuesta de la Comisión Europea. Cifra que desde el sur ven insuficiente y los prestamistas como demasiado ambiciosa.

No todo son disputas entre norte y sur de Europa. Otro punto candente es la vinculación de los fondos al respeto del Estado de Derecho y a las inversiones para financiar la transición climática, que generan el no rotundo de Hungría y Polonia.

Medidas de seguridad extraordinarias

Esta será la primera reunión de los líderes europeos desde que la pandemia del coronavirus alcanzase suelo europeo. Según han explicado fuentes comunitarias, está todo previsto para garantizar las medidas de distancia social y la circulación de aire fresco en el edificio.

En esta ocasión no habrá saludo protocolario y los jefes de Estado y de Gobierno tendrán que acceder al edificio con mascarilla, elemento que tendrán que llevar puesto en espacios donde no se garanticen medidas de distancia social adecuadas.

Los líderes se reunirán en la sala central del Edificio Europa. Se trata del espacio más grande del complejo, pensada para reuniones internacionales, como las que reúne a los países europeos y a sus colegas de la Unión Africana. Tiene una superficie de 850 metros cuadrados y una capacidad para acoger a 330 personas sentadas en circunstancias normales.

También se han habilitado una serie de salas para las reuniones bilaterales entre distintos líderes. En todas ellas se garantiza la distancia social y se distribuirán en función del tamaño de la reunión. Las delegaciones también se verán seriamente recortadas, pasando de más de una veintena de personas a seis por país.

Sin embargo, los que más van a ver mermado su acceso son los corresponsales, que por primera vez no podrán trabajar en la entrada del edificio Justus Lipsius. Tan solo habrá un pool rotativo de equipos técnicos, formado por fotógrafos y operadores de cámara. Por tanto, los líderes no atenderán preguntas a su entrada al edificio.

Sin embargo, se espera que los jefes de Estado y de Gobierno realicen una rueda de prensa al término del consejo. Algunos países como Bélgica, Bulgaria, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Eslovenia y República Checa ya han aceptado las facilidades del Consejo Europeo. Sin embargo, otros países como Holanda o España tienen previsto hacer ruedas de prensa semi presenciales fuera de estas instalaciones.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional