Público
Público

La presidencia de Trump pende ahora del hilo de Mike Pence

A 12 días de terminar la legislatura, el vicepresidente tiene en su poder destituir a Trump si invoca la enmienda 25, como le piden cada vez más sectores políticos y sociales del país, el último de ellos, la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, observan el lanzamiento del cohete SpaceX Falcon 9 y la nave espacial Crew Dragon en la misión SpaceX Demo-2 de la NASA a la Estación Espacial Intern
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, observan el lanzamiento del cohete SpaceX Falcon 9.- REUTERS / Jonathan Ernst.

Manuel Ruiz Rico

A 12 días de terminar su turbulenta legislatura, la presidencia de Donald Trump pende de un hilo finísimo, un hilo que sólo una persona tiene el poder de cortar: el hombre que Trump eligió para ser su vicepresidente, Mike Pence. El magnate neoyorkino se fijó en su día en el discreto político de Indiana precisamente por no ser un alterador de masas como él y porque Pence, muy religioso, le garantizaría los votos de ese sector de la sociedad en general y, en particular, del votante del Medio Oeste, de la América profunda. El vicepresidente es ahora la única persona que puede invocar la enmienda de la Constitución que acabaría ipso facto con la presidencia de Donald J. Trump.

Tras el asalto del Congreso el miércoles por grupos extremistas alentados por Trump, la ola a favor de que Pence invoque la sección cuarta de la enmienda 25 de la Constitución no deja de crecer. La última personalidad en hacerlo fue ayer la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, quien, tras calificar de "sedicioso" el asalto al edificio que alberga las cámaras de la soberanía nacional, le reclamó a Pence que invocara dicha enmienda "inmediatamente. Si el vicepresidente no actúa", avisó, "el Congreso podría iniciar el proceso de revocación [el impeachment]. Aunque sólo quedan 13 días [para el fin de su mandato], cualquier día puede ser un espectáculo de horror para Estados Unidos".

La apelación al impeachment fue más un órdago que otra cosa, puesto que en las menos de dos semanas que restan para el término de la legislatura no daría apenas tiempo más de abrir el proceso que, en general, suele durar meses, con lo que Trump se iría, en ese caso, con esa mancha de la Casa Blanca pero en ningún caso destituido.

Por lo tanto, la sección 4 de la enmienda 25 es la única salida y una acción, además, que ayer reclamó por primera vez un congresista del Partido Republicano. Se trató del representante por Illinois Adam Kinzinger, republicano centrista y frecuente crítico de Trump. Kinzinger, un veterano de la guerra de Irak y Afganistán que continúa sirviendo en la Fuerza Aérea, culpó de la insurrección a Trump en un mensaje de vídeo que publicó en su cuenta de Twitter: "Ésta es la verdad. El presidente causó esto. El presidente no es apto para el cargo, no está capacitado. Debe renunciar ya voluntaria o involuntariamente", dijo.

Fuera del Congreso o del Senado, hubo otros políticos republicanos que se sumaron también a la petición. Si el miércoles lo hubo hecho el gobernador de Vermont, ayer se le sumó el de Maryland, Larry Hogan, quien opinó que Estados Unidos estaría "mejor" si Trump dimitiera o fuera destituido de su cargo para permitir que el vicepresidente Pence sirva los últimos días del mandato del presidente. La cadena CBS informó por su parte de que, entre los miembros del gobierno de Trump, el secretario de Estado (ministro de Exteriores), Mike Pompeo, y el del Tesoro, Steve Mnuchin, habían mantenido conversaciones informales dentro de sus propios departamentos sobre la oportunidad de invocar la enmienda 25.

Sin embargo, medios de Estados Unidos, entre ellos Business Insider y The New York Times, aseguraron, citando fuentes del entorno del vicepresidente, que Pence no está dispuesto a ejecutar la acción. La presión sobre Pence, en cualquier caso, no dejará de subir en los días que vienen. El vicepresidente, por su parte, tiene que medir muy bien su acción (que debe contar también con el apoyo de la mayoría del gabinete presidencial), sobre todo en cómo sería vista por el votante republicano: un paso en falso de Pence podría lastrar su carrera política y sus aspiraciones futuras para tratar de ser presidente del país, sobre todo él, que tras cuatro años de trumpismo y tras sus actuaciones en los últimos días, desligándose de la estrategia de Trump de bloquear el proceso electoral, ha salido bien parado al mostrar un perfil mucho más conciliador, menos incendiario que su jefe y respetuoso con las instituciones del país.

A pesar de todo, Bloomberg informó el miércoles que Trump había decidido vetar la entrada en el ala Oeste de la Casa Blanca al jefe de gabinete de Pence, Marc Short. El vicepresidente dejó claro ese día con quién estaba en esta recta final del mandato y decidió cambiar la foto de presentación de su cuenta de Twitter: retiró la imagen de él y su mujer que había hasta ahora y puso en su lugar una de Joe Biden y Kamala Harris en un mitin celebrando la victoria electoral.

De Pence apenas se supo nada ayer. Sólo que llevaba, al filo de la madrugada en Washington, 24 horas sin publicar un solo tuit y que en algún momento de por la tarde tanto él como su mujer se pusieron la segunda dosis de la vacuna de coronavirus en su residencia, según informó la cadena CBS.

Por si Pence no se decide, órdago o no, el medio de la burbuja política de Washington The Hill informó de que congresistas demócratas, entre ellos Ilhan Omar, David Cicilline, Ted Lieu y Ayanna Pressley, habían empezado a hacer circular por el Congreso un borrador del documento del impeachment contra el presidente. Contiene dos artículos con los sendos cargos que se le imputarían, en ambos casos abuso de poder: en primer lugar, para tratar de alterar los resultados de las elecciones presidenciales, y en segundo término, para incitar a la violencia y "orquestar un intento de golpe de estado" contra Estados Unidos.

Acaso consciente de que puede salir por la puerta de atrás a poco que se despiste si sigue tensado la cuerda o el finísimo hilo que aún lo une al país a través de Mike Pence, Trump se dirigió a la nación pasadas las 19.00 horas de Washington en un mensaje en vídeo para garantizar una transición tranquila, cargar contra los asaltantes y llamar a la reconciliación. "Estoy indignado por la violencia, el desorden y el caos. A los que participaron en los actos de violencia y destrucción, no representáis a nuestro país. A aquellos que violaron la ley, lo pagaréis", dijo.

"Tras unas elecciones intensas", añadió, "ahora hay que enfriar los ánimos y restaurar la calma. El congreso ha certificado los resultados. Una nueva administración será inaugurada el 20 de enero. Mi foco ahora pasa a asegurar una transición de poder tranquila, ordenada e impecable. Este momento llama a la sanación y reconciliación", señaló Trump, si bien, fiel a su estilo, no dejó pasar la ocasión sin lanzar un guiño para los suyos: "Y a todos mis maravillosos seguidores, sé que estáis decepcionados. Pero también quiero que sepáis que nuestro increíble camino solo está empezando".

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional