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Putin y Netanyahu mantienen el pulso en Siria por sus intereses geoestratégicos y militares

La hasta hace poco intensa actividad militar de Israel en Siria se ha reducido sensiblemente en los últimos meses. Las repetidas advertencias de Vladimir Putin a Benjamín Netanyahu están detrás de la reducción, si bien Moscú la considera insuficiente. Los intereses de los dos países en Siria son contradictorios pero ni Moscú ni Tel Aviv buscan un enfrentamiento directo.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reúnen en Sochi. / REUTERS - SHAMIL ZHUMATOV

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Rusia e Israel están negociando sobre el tablero sirio sus intereses en Oriente Próximo, tanto geoestratégicos como militares. En los últimos meses, concretamente desde septiembre, los dos países han tenido fricciones significativas, especialmente en relación con las actividades de la aviación israelí sobre territorio sirio, que, aunque se han reducido, no es una reducción que satisfaga a Moscú.

La última y extraña incidencia ocurrió en noviembre. Es extraña porque aunque se ha publicado en distintos medios rusos, iraníes y árabes, e incluso se han hecho eco de ella los medios israelíes, como el Canal 13 de la televisión, no ha sido ni confirmada ni desmentida por Moscú ni por el ministerio de Defensa de Tel Aviv.

Lo que se desprende de esas fuentes es que hace solo unos días varios cazas Su-35 partieron de la base de Khmeimim, al oeste de Siria, e interceptaron un ataque de aviones israelíes cerca del aeropuerto T-4, en el distrito de Homs, en el centro del país, un objetivo que los israelíes han atacado varias veces y que aparentemente sirve de punto de llegada de armas iraníes.

Los informes indican que los F-16 tuvieron que regresar a sus bases sin poder realizar los bombardeos previstos y que Teherán “entregó a Siria sistemas de defensa aérea desconocidos”. En la base T-4 hay desplegado personal ruso. En mayo de 2018, el diario Yediot Ahronot informó que Israel había llevado a cabo un ataque aéreo para destruir un sistema de defensa aérea iraní Khordad en la T-4, y que había ejecutado otros ataques en septiembre de 2018 y en junio y julio de 2019.

Esta frenética actividad de los cazas israelíes fue frecuente hasta el verano pasado. Según The National Interest, los Su-35 rusos “forzaron en agosto la retirada de cazas israelíes que sobrevolaban el espacio aéreo sirio”. Y según DefenseWorld algo parecido ocurrió en septiembre.

Moscú ha desplegado en Siria un pequeño número de Su-35, un caza de la cuarta generación operativo desde 2014 que es muy maniobrable y puede volar a una velocidad de 2.500 kilómetros por hora, es decir a un poco más rápido que los F-16 estadounidenses con los que habitualmente opera Israel en sus acciones dentro de Siria.

Algunos de los citados medios indicaron que los Su-35 persiguieron a los F-16 hasta echarlos de Siria, una circunstancia que ninguno de los países implicados ha confirmado. De acuerdo con el diario Israel Hayom, imágenes satelitales obtenidas por Israel cuando ocurrió el incidente, mostraban que un cargo (iraní) descargó munición que podría usarse para un “ataque de venganza” por las múltiples operaciones que los israelíes han realizado contra objetivos iraníes en Siria e Irak.

Los satélites israelíes habrían tomado esas imágenes el 21 de noviembre, un día después de que Israel atacara objetivos iraníes en Siria. Según el periódico hebreo, Israel optó por no atacar la munición descargada en la T-4 porque habría sido preciso coordinar la operación con Moscú, debido a que el aeropuerto ha sido dividido en tres zonas de control, una siria, otra rusa y otra iraní, y hubiera exigido un ataque muy preciso cerca de la zona controlada por Rusia. La base, además, posee un sistema de misiles antiaéreos S-300.

El 17 de septiembre de 2018 un misil antiaéreo S-200 operado por Siria derribó accidentalmente un avión ruso durante una operación israelí causando la muerte de sus 15 ocupantes rusos, lo que provocó una momentánea crisis bilateral. Moscú acusó a Israel de un “comportamiento irresponsable”, advirtió que no permitiría que los aviones israelíes volaran a su antojo sobre Siria y reforzó su despliegue en la base Khmeimim.

En los últimos meses las cosas han cambiado en el sentido que Moscú ha advertido con más frecuencia a Israel por sus numerosas operaciones dentro de Siria. Aunque las operaciones israelíes se han reducido significativamente, no han desaparecido. El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, ha abordado esta cuestión con su correspondiente ruso, Segei Lavrov, y ha expresado su apoyo a las operaciones israelíes.

En noviembre Israel volvió intensificar los ataques y el 21 de noviembre Rusia le acusó de haber llevado a cabo cuatro ataques casi seguidos contra Siria. El 20 de noviembre bombardeó objetivos en Albukamal, al este del país, y en dos ocasiones, el 12 y el 19 de noviembre, cerca de Damasco, además del abortado ataque contra la T-4 del 21 de noviembre.

En uno de los múltiples encuentros que el primer ministro Benjamín Netanyahu ha mantenido con el presidente Vladimir Putin en los últimos meses, justo antes de las elecciones israelíes de septiembre, el primero declaró: “Nuestra relación personal (…) ha evitado la colisión entre nuestros países. Este es un elemento muy importante para la estabilidad de toda la región”.

Algunos analistas han comentado que existen dos poderosas razones que impulsan a Putin a frenar los ataques de Netanyahu contra Siria. La primera sería que el presidente ruso considera que la reputación de Rusia pierde en cada ocasión que los F-16 llevan a cabo operaciones en ese país, y la segunda es que Putin quiere impulsar una reconstrucción de Siria y que esta se resiente con cada ataque israelí.

En todo caso, tanto Rusia como Israel tienen interés en mantener buenas relaciones bilaterales, y una buena prueba de ello es que el presidente Putin asistirá en enero a una ceremonia sobre las víctimas de la Segunda Guerra Mundial que tendrá lugar en Israel. Y aunque sus intereses en Siria y en Oriente Próximo son conflictivos, los dos países tratan de evitar un incidente directo.

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