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Los rambos desangran la favela

Los habitantes de las chabolas de Río de Janeiro denuncian el gatillo fácil de la Policía militar

NAZARET CASTRO

En 2008, el joven cineasta José Padilha alcanzaba el éxito con el polémico filme Tropa de Elite, que mostraba de una manera tan cruda como poco complaciente la realidad del cuerpo de la Policía Militar carioca encargada de combatir el narcotráfico en las favelas. Un mundo en la que la corrupta Policía Civil sólo entra en las comunidades pobres para hacer negocios con los traficantes. Mientras que la Policía Militar entra a matar como si se estuviese librando una auténtica guerra civil en los morros cariocas.

Entre 2000 y mayo de 2009, en el estado de Río se cometieron 56.000 homicidios. De ellos, 9.179 fueron a manos de policías y se registraron como autos de resistencia. El propio reglamento policial determina que 'en caso de resistencia, los policías podrán usar los medios necesarios para defenderse'. Pero en muchos casos, tras esta herramienta legal se ocultan verdaderas ejecuciones sumarias. 'Una muerte de un tiro en la espalda difícilmente puede justificarse como defensa propia', argumenta Camilla Ribeiro, de la ONG Justicia Global. Sólo en contados casos la familia de la víctima hace el ruido suficiente para que se abra una investigación, si bien raramente un policía llega a pisar la cárcel.

'Todo habitante de la favela es tratado como un traficante por los agentes'

La Policía fluminense del estado de Río es la que más mata, pero también la que más muere. Las autoridades sostienen que son frecuentes las situaciones en que el policía necesita usar la fuerza. La población, si no apoya, sí justifica mayoritariamente estas ejecuciones. Consideran que la única manera de entrar en una favela es a tiros. Camilla cree que 'existen muchas otras maneras de intervención policial'. Sin embargo, los policías sufren estrés constante, malviven con bajos salarios y están poco formados. Y en estas circunstancias no es difícil de entender 'alguna bala perdida', como confesó a la revista Caros Amigos un delegado de la Policía Civil carioca.

'En Brasil, los policías matan tanto trabajando como fuera de servicio, sin que se realiceninguna investigación', ha resumido el relator especial de la ONU sobre ejecuciones sumarias, Philip Alston. Para ello, la Policía cuenta con la connivencia del poder judicial. Impunidad es la palabra clave.

Los policías están mal pagados, poco formados y con estrés

Tras su última visita a la ciudad, Alston avisó de la condescendencia de las autoridades hacia la violencia policial y criticó al gobernador por carecer de una estrategia para frenar la situación. 'Las operaciones están diseñadas para llamar la atención de la prensa y mostrar que el Gobierno es duro, pero no logran resultados', señaló el relator de la ONU.

La situación de las favelas cariocas es compleja. Están bajo el control de pandillas, milicias y narcotraficantes. El Estado carece de legitimidad entre la comunidad: no les ofrece los servicios sociales básicos y sólo aparece en su forma más brutal, cuando 'la Policía entra como un ejército de invasión que llega, mata y vuelve a desaparecer', cuenta Alston. Y al optar por la represión, aunque ya se ha mostrado ineficiente, se perpetúa un ciclo de violencia interminable y desesperante. 'La comunidad se ve cercada entre ambos, el Estado represor y los grupos criminales armados', resume Camilla.

El Estado carece de legitimidad entre la comunidad por la violenta represión

'El problema es que la Policía entra en la favela tratando al pueblo como enemigo. Fomentan el discurso de que estamos en guerra, para criminalizar la pobreza, para que el habitante de la favela sea visto como un enemigo al que hay que segregar, detener e incluso matar', señala Camilla. 'Todo habitante de la favela es tratado como un traficante. El objetivo es exterminar a esa población, mediante una política genocida', acusa, cuyo principal objetivo sería el joven de raza negra entre los 14 y 24 años. Y los medios de comunicación cumplen su papel con titulares del tipo: 'Cuatro traficantes muertos en un tiroteo con la policía'.

En este contexto, los muros que comenzaron a levantarse el pasado marzo para cercar las favelas cariocas son 'una forma más de alejar y asediar a la comunidad', dice Camilla. Pocos se creen el argumento oficial de que las alambradas contendrán el avance de las chabolas en detrimento de la vegetación.

La situación podría empeorar con los preparativos de los Juegos Olímpicos de 2016, y la celebración del Mundial de Fútbol dos años antes. La seguridad ciudadana en la Cidade Maravilhosa está en el punto de mira de los países ricos y las autoridades cariocas lo saben. Los movimientos sociales que trabajan en las más de 900 favelas cariocas, en las que habita un millón y medio de personas, temen que estos eventos provoquen el endurecimiento de una política basada en el control, la segregación y la represión.

'Las operaciones están diseñadas para mostrar que el Gobierno es duro'

La experiencia de São Paulo demuestra que la política de represión carioca no es la única, ni la mejor, salida a la violencia urbana en Brasil. En la urbe paulistana, el relator de la ONU sobre ejecuciones sumarias constató ciertas mejoras. Con medidas como el fin de la complacencia a las 'balas perdidas' o la asistencia psicológica a los policías, las autoridades han conseguido reducir significativamente el número de muertes causadas por las fuerzas de seguridad del Estado.

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