Este artículo se publicó hace 14 años.
Los republicanos cortejan al movimiento ultra del Tea Party
La cúpula del partido toma contacto con el grupo ciudadano que ha revolucionado la política en EEUU desde posiciones de la derecha radical. Los activistas prefieren la independencia
Isabel Piquer
"Bienvenidos a la gran conspiración conservadora", bromea Cleta Mitchell, una de las responsables de la American Conservative Union (ACU), al inaugurar la conferencia que, esta semana durante tres días, reunió en Washington al ala radical del partido republicano y, por primera vez, a miembros y organizaciones del Tea Party , el movimiento ciudadano que ha dado nuevas energías y nuevas esperanzas al sector duro de la derecha estadounidense.
El CPAC (Conservative Political Action Conference) no es poca cosa. Una multitud se agolpa en los pasillos del hotel de la capital donde se celebra el evento. Muchos de los asistentes son jóvenes. Se respiran aires de júbilo, ansias de victoria. "Este es nuestro Woodstock", dice uno de los participantes.
Ante las 3.000 personas que abarrotan la sala de conferencias, David Keene, presidente de la ACU, recuerda la primera CPAC, en 1973, durante la presidencia de Richard Nixon. "Eramos 120 y la inauguró Ronald Reagan [aplausos] que, aunque ya no esté con nosotros, nos acompaña en espíritu", y en los pósters, vídeos y fotos que adornan los puestecillos de parafernalia kitsch. "Este año hemos recibido 10.000 inscripciones, las cosas han cambiado", asegura.
Y tanto. En 2009, el partido republicano parecía muerto, aplastado por el rodillo demócrata y el entusiasmo mesiánico por Barack Obama. La crisis, el paro, el fracaso de la reforma sanitaria, la profunda crispación, Irak, Afganistán han cambiado radicalmente el panorama político. "Ahora ya no tenemos miedo de decir bien alto que no nos gusta Obama", proclama otra ponente, Dana Loesch, bloguera de San Luis, "porque lo cierto es que estamos en guerra". En una guerra ideológica.
Hasta hace poco, la CPAC era un evento relativamente minoritario del ala republicana más radical. El atrincheramiento ideológico ha convertido la reunión anual en un cita ineludible para cualquier aspirante a la presidencia. Este año se nutre además de la increíble energía de los Tea Party.
"Es un regreso al futuro", dice Keene al comparar el actual despertar conservador con el reaganismo que en los ochenta redefinió a los republicanos. "La fuerza del movimiento no está en Washington, sino en el resto del país. Muchos responsables políticos [léase conservadores moderados] han abandonado sus principios porque llevan demasiado tiempo en el poder".
El Tea Party se presenta como la conciencia conservadora de unos republicanos "descarrilados" por el centrismo. "Estamos causando algo de revuelo en el establishment", asegura el senador de Carolina del Sur, Jim DeMint, que se ha subido a la nueva ola. "En el partido luchamos por saber quiénes somos y hacia dónde vamos", dice.
Los republicanos (el Grand Old Party, GOP) están a la vez contentos e inquietos. El Tea Party les ha dado una energía inesperada cara a las elecciones legislativas parciales de noviembre y les han permitido desligarse de la pesada herencia de Bush. Pero el movimiento no se deja controlar. Muchos consideran que su fuerza reside precisamente en la indefinición y la independencia. Juntos pero no revueltos.
El pasado noviembre, el Tea Party presentó su propio aspirante a uno de los escaños de congresista por Nueva York, frente al candidato oficial del partido, lo que dividió el voto conservador y dio la victoria a un demócrata. La cúpula del GOP ha tomado nota. Esto sería un desastre en las legislativas de noviembre. El martes, en un primer gesto de acercamiento e intento de coordinación, el presidente del Partido Republicano, el atípico Michael Steele, se reunió en vísperas de la conferencia, con 50 líderes del movimiento para tratar de aunar posturas. De momento siguen hablando.
La importancia de los blogsEs un tema que flota en los pasillos de la CPAC, sobre todo porque es difícil calibrar el poder del Tea Party. Los distintos movimientos, que basan su influencia en el activismo local e instrumentos como Facebook y Twitter, calculan su popularidad por el número de afiliados en la Red, pero las urnas se mueven por otros criterios.
"Hay 57 millones de activistas conservadores en potencia", dice Ginni Thomas de la página web LibertyCentral.org. "Cuando me preguntan quiénes son los líderes del movimiento, contesto que todo pasa a nivel local, entre los 15 millones de personas que están involucradas en el Tea Party", asegura Jenny Beth Martin, una de las pioneras que ayudó a organizar la marcha que el pasado septiembre convocó a cientos de miles de manifestantes en Washington y dio una primera idea de la amplitud del fenómeno.
"Los blogs nos han permitido canalizar nuestras protestas y encontrar a gente que piensa como nosotros", cuenta Megan Barth, quien tiene un blog en California. "Me he movilizado en mi comunidad para coordinar las reinvidicaciones del Tea Party".
Julia Hodges una de las fundadoras de Smart Girl Politics, un movimiento feminista conservador, no cree que su organización deba adscribirse a la disciplina del partido republicano. "Buscamos a las candidatas más conservadoras y si coinciden con las del partido, bien, pero eso no es un factor en nuestra decisión". El Tea Party, dice Hodges, "ha despertado a un gigante dormido a nivel local". Un coloso conservador que, de momento, piensa ir por libre.
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