Este artículo se publicó hace 13 años.
Van Rompuy convoca una reunión sobre la crisis de deuda
Trichet aboga por la creación a largo plazo de un Ministerio de Finanzas europeo
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha convocado para hoy una reunión urgente con altos cargos de la UE para tratar la crisis de deuda que azota a varios países de la zona del euro. Aunque Van Rompuy se reúne todos los lunes con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, a este encuentro acudirán también el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, y un representante del Tesoro de Italia.
Aunque el portavoz de Van Rompuy negó ayer que se tratara de una reunión de emergencia ante la posibilidad de que la crisis de la deuda se extienda a Italia, varias fuentes confirmaron a Reuters que uno de los temas de la agenda será precisamente las amenazas sobre el país, después de que el viernes la Bolsa italiana se desplomara y su prima de riesgo se disparara. También discutirán sobre el segundo rescate a Grecia.
En el encuentro se hablará sobre la posibilidad de un contagio a Italia
El presidente del BCE abogó ayer por crear un Ministerio de Finanzas europeo, aunque a largo plazo. "Los países de la Unión Europea deberían pensar en la creación de un único ministro de Finanzas del bloque", dijo.
El encuentro convocado por Van Rompuy tendrá lugar antes de una reunión del Eurogrupo que estaba llamada a ser el último día de curso, una reunión en la que los ministros de Economía de la zona del euro se deseasen buenas vacaciones tras meses de trabajo para dejar encarrilada la salida de la crisis de deuda soberana. En lugar de eso, el cónclave de hoy se ha convertido en otro gabinete de crisis para lidiar con una asignatura pendiente del curso pasado: Grecia.
La zona del euro llega a la reunión sin lograr ninguno de los dos beneplácitos imprescindibles para dar carpetazo al segundo rescate de la economía helena: el de los especuladores, de quien se espera sensatez para darlo por bueno, y el de los gobiernos de Alemania y un grupo de países aliados, que afrontan la tarea imposible de justificar ante su electorado nuevos fondos públicos percibidos como un premio a la gestión ineficaz.
La constatación quizá más clara de la división interna llegó el jueves pasado, cuando dos defensores de estrategias opuestas comentaron la participación del sector privado en el segundo programa de ayudas. Grecia está recibiendo escalonadamente 110.000 millones comprometidos en mayo del año pasado, pero la Comisión Europea calcula que Atenas necesitará 85.000 millones más de aquí a 2014, de los cuales un tercio podrían proceder del sector privado.
"No puedes asumir que es normal que haya algún tipo de implicación del sector privado", aseguró Trichet. Para el ministro de Finanzas de Holanda, que a menudo pone letra a una música tarareada en Berlín, la zona del euro debe "aceptar que una contribución voluntaria no es realista". Según Jan Kees de Jager, en el caso de que obligar a los bancos "lleve a una suspensión de pagos débil y aislada no será tan terrible para Grecia, porque ahora no está en el mercado y no lo estará durante un tiempo". El miedo de Trichet es que esa situación lleve a los especuladores a dar por muerta la capacidad de la zona del euro para resolver sus propios problemas.
Al menos públicamente, las posturas del BCE y Holanda han quedado superadas por el consenso de Francia y Alemania, que la semana pasada volvieron a recordar que la participación de los bancos no está en cuestión, pero que será "voluntaria" y "sustancial". Los detalles serán cerrados "en septiembre", según el nuevo ministro de Economía galo, François Baroin. Las negociaciones actuales se centran en neutralizar las amenazas de las agencias de calificación, que exigen condiciones muy favorables para que la banca no pierda dinero.
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