Rusia frustra el comienzo de una gran ofensiva ucraniana y el Vaticano apuesta en Kiev por un alto el fuego
El ejército ruso asegura que ha frustrado el albor de una gran ofensiva ucraniana cuyo objetivo es partir en dos la media luna de territorios ocupados por Moscú con su invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Madrid-
El Gobierno de Kiev mantiene el silencio y no ofrece apenas detalles sobre el múltiple ataque lanzado contra las posiciones rusas en Ucrania desde el domingo. Sin embargo, las noticias que llegan del frente parecen apuntalar las informaciones rusas: el esperado contraataque ucraniano estaría dando sus primeros pasos y su intención es cortar el corredor que une el Donbás, en el nordeste de Ucrania, con la península de Crimea, en el sur.
El principal de esos ataques ocurrió este domingo en la región de Donetsk, al norte de Bakhmut, el emblema de la resistencia ucraniana al avance ruso y que fue tomada hace unos días por los paramilitares del oligarca Yevgueni Prigozhin y entregada después al ejército regular ruso.
El comandante de las fuerzas de tierra ucranianas, Oleksandr Syrskyi, indicó este lunes que las unidades de su ejército seguían avanzando en las cercanías de Bakhmut, en el norte de Donetsk, al tiempo que el líder de los mercenarios rusos, Prigozhin, reconoció que las fuerzas ucranianas habían recuperado la localidad de Berkhivka, al norte de aquella localidad minera convertida en ruinas tras meses de lucha.
El Kremlin insiste en que paró la contraofensiva en Donetsk
El ejército ruso fue muy concreto a la hora de explicar lo que estaba ocurriendo en el frente y quiso dejar claro que se trataba de una gran ofensiva ucraniana y que había sido detenida.
"En la mañana del 4 de junio, el enemigo lanzó una ofensiva a gran escala en cinco sectores del frente en la dirección de Donetsk meridional", afirmó el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado publicado en Telegram.
Según Moscú, las fuerzas rusas frustraron esa contraofensiva ucraniana en cinco puntos del frente en Donetsk y que habían aniquilado a cientos de soldados en esos combates. El Ministerio de Defensa ruso precisó que las fuerzas ucranianas lanzaron seis batallones mecanizados y dos de tanques en el sur de esa región.
El parte de guerra ruso indicó que el ejército ucraniano "no consiguió su propósito" y perdió más de 250 efectivos, 16 carros de combate y 24 blindados. Este número de vehículos acorazados da una idea del tamaño de la ofensiva, mayor que cualquiera de los últimos movimientos militares realizados en el último medio año y mucho más cercana al contraataque de fines del verano pasado en las inmediaciones de Járkov, que se saldó con notables victorias para los ucranianos.
Otra prueba de la magnitud e intensidad de este ataque ucraniano la proporciona el dato de que el jefe del Estado Mayor ruso y comandante en jefe de las fuerzas rusas que luchan en Ucrania, Valeri Gerásimov, se encontraba en los territorios ocupados al producirse el embate ucraniano.
El Estado Mayor de Kiev ucraniano sí reconoció que había habido al menos 29 combates en esa región y en Lugansk, la otra provincia que conforma el Donbás. En concreto, la agencia estatal ucraniana Ukrinform indicó que las fuerzas rusas habían sufrido bajas en Liman-Kupian y Bakhmut-Cherevati.
También los ucranianos informaron sobre el bombardeo con artillería y misiles de puestos de mando, depósitos de armas y municiones, sistemas de radares y lanzaderas de misiles antiaéreos rusos.
La ofensiva se amplía al sur de Ucrania
En la mañana del lunes se produjeron nuevos intentos ucranianos de romper la línea del frente, con avances en la región de Zaporiyia, donde las autoridades locales prorrusas temen que en las próximas jornadas se intensifiquen los ataques y no tienen muy claro que las fuerzas rusas puedan resistir el embate.
Esa área forma parte de los más de 1.000 kilómetros de la zona del frente blindados con trincheras y sistemas defensivos en el último medio año. Cualquier ofensiva se las verá con una resistencia rusa muy dura, aunque se trate de la zona más vulnerable para las tropas rusas.
Por eso, el objetivo de estos ataques sería tratar de abrir una brecha en los territorios invadidos por Rusia. Un avance exitoso ucraniano hasta el mar partiría en dos los territorios ocupados, seccionaría el corredor terrestre hacia el sur y dejaría muy vulnerables a nuevas ofensivas ucranianas las regiones de Zaporiyia, Jersón y, sobre todo, la propia península de Crimea, la joya de la corona de la ocupación rusa, anexionada ya en 2014.
Con esta ofensiva ucraniana en varios sectores, Kiev trataría de debilitar las fortificaciones rusas para una próxima segunda fase masiva de la ofensiva, quizá en pleno verano o a principios de otoño, en la que el ejército ucraniano pueda emplear en todo su potencial las armas suministradas por Occidente, incluidos misiles de largo alcance y aviones.
Por eso, el Gobierno de Volodímir Zelenski ha vuelto a requerir que se le suministren más sistemas antimisiles Patriot, NASAMS, SAMP-T e IRIS-T, de forma que puedan ser movilizados en un frente de guerra móvil y así anular la actual superioridad de las fuerzas aéreas rusas, capaces de atacar sin sobrevolar siquiera el cielo ucraniano.
La ambigüedad que mantiene el Gobierno de Zelenski sobre la contraofensiva ucraniana es comprensible. En Occidente se sigue con lupa los pasos del ejército ucraniano y se espera mucho de este contraataque. Son muchos los miles de millones de euros aportados en armas y avituallamiento de las tropas, y un fracaso en la guerra ante Rusia cambiaría las cosas radicalmente.
No por la falta de voluntad europea o estadounidense a la hora de seguir apoyando a Kiev ante Moscú, sino por la eventual caída del apoyo a la guerra por parte de la opinión pública occidental. La guerra todavía tiene que hacer mucho daño a las economías europeas en los próximos meses.
Los contragolpes rusos al ataque ucraniano
Sin embargo, de los acontecimientos bélicos de las últimas horas también se deduce un dato importante. Las fuerzas rusas no se limitan a esperar y a tratar de repeler a las ucranianas. También dan contragolpes y lanzan sus propios ataques en otras zonas del frente.
El Estado Mayor del ejército ucraniano aseguró este lunes que sus tropas "repelieron todos los ataques del enemigo cerca de la localidad de Marinka", no lejos de Bakhmut. Los pueblos de Marinka y Avdíivka son los nuevos objetivos de las fuerzas rusas en esa región de Donetsk, tras capturar Bakhmut.
Blogueros militares rusos, que en esta guerra a veces son más fiables que los partes de guerra del Kremlin indicaron que se estaban produciendo combates en torno a la localidad de Vuhledar, a unos 150 kilómetros al suroeste de Bakhmut, lo que subrayaría esa supuesta intención de Kiev de cortar el corredor ocupado por Rusia y que une el Donbás con Crimea.
Ucrania teme el fracaso de la contraofensiva, de ahí su silencio
En una entrevista publicada el sábado en The Wall Street Journal, el presidente Zelenski indicó que el ejército de su país estaba ya preparado para la contraofensiva, aunque quiso rebajar las expectativas occidentales puestas sobre ese contragolpe ucraniano. Según Zelenski, ese avance hasta recuperar los territorios ocupados por Rusia podría tardar más tiempo y producirse a un alto coste.
El presidente ucraniano sabe perfectamente que el fracaso de la contraofensiva contra las fuerzas rusas podría determinar el futuro de la guerra, de ahí que su radical rechazo a negociar con Rusia podría ablandarse. Zelenski hasta el momento ha despreciado cualquier diálogo que no incluya como puntos de partida la retirada total de las tropas rusas de Ucrania, el encausamiento internacional del presidente Vladímir Putin por crímenes de guerra y el pago por Moscú de todas las reparaciones e indemnizaciones de guerra.
Misión de paz del Vaticano en Kiev
Como parte de los esfuerzos internacionales para alcanzar un alto el fuego, el cardenal italiano Matteo Zuppi, enviado especial del papa Francisco, llegó este lunes a Kiev en una misión de paz "y de apoyo a cualquier gesto humanitario que pueda ayudar a aliviar las tensiones", según un comunicado del Vaticano.
Zuppi tiene una larga carrera de intermediación en conflictos, desde la guerra de Mozambique hasta los procesos de desarme en Irlanda y España con los grupos terroristas IRA y ETA, respectivamente.
En Kiev, Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Italiana de Obispos, lamentó que la guerra haya afectado a los niños ucranianos y se interesó en los miles de casos de deportaciones forzadas de esos niños a Rusia, uno de los cargos que pesan contra el presidente Putin en la orden de busca y captura dictada por la Corte Penal Internacional.
El mayor hándicap que tiene Zuppi en la capital ucraniana es que Zelenski recuerda muy bien las palabras del papa Francisco cuando el 26 de mayo pasado afirmó que la devolución de los territorios ocupados por Rusia a Ucrania era "un problema político" que debían resolver ambas partes.
Zelenski ha convertido la invasión rusa en un asunto internacional en el que se dirime la estabilidad de toda Europa, por lo cual, cualquier intento de reducir la guerra a un conflicto entre países exsoviéticos y un choque entre bloques con raíces en la Guerra Fría es rechazado de forma tajante por Kiev.
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