Este artículo se publicó hace 2 años.
La guerra del gas de Argelia y Marruecos amenaza con un establecer un conflicto permanente entre España y Argel
El conflicto del Magreb derivado de la ocupación del Sáhara Occidental se renueva periódicamente tensando las relaciones entre Marruecos y Argelia. El último episodio, la guerra del gas, está salpicando a España. Con el respaldo de Estados Unidos e
Eugenio García Gascón
El suministro de gas desde España a Marruecos a través del gasoducto que se origina en Argelia ha avivado las diferencias entre Madrid y Argel y amenaza con establecer un conflicto endémico entre las dos capitales, sin olvidar las permanentes tensiones entre argelinos y marroquíes debido a la ocupación del Sáhara Occidental.
La decisión de Pedro Sánchez de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara constituye un paso atrás que ya ha empezado a tener consecuencias graves. Con esa decisión, Sánchez busca "normalizar" las relaciones con Rabat, a pesar de que los marroquíes han demostrado a lo largo de la historia, por activa y por pasiva, que no son unos socios fiables, a diferencia de Argelia.
La decisión de Pedro Sánchez de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara
Marruecos estuvo importando gas argelino en el marco de los beneficios que le correspondían porque el gasoducto entre Argelia y España discurre por su territorio. Esta situación se prolongó desde 1996 hasta el año pasado, cuando Argelia decidió romper las relaciones con Rabat y cerrar el grifo.
El cierre del gasoducto ha puesto a Marruecos en una tesitura complicada por dos motivos. En primer lugar, necesita gas justo en un momento internacional delicado a causa de la guerra de Ucrania; y, en segundo lugar, porque, a diferencia de España, carece de puertos que tengan la capacidad de recibir gas licuado y transformarlo en gas natural.
En estas circunstancias, Pedro Sánchez ha vuelto a tender una mano amiga a Marruecos. El problema es que no es la primera ni la segunda vez que Madrid lo hace y siempre se ha encontrado con réplicas inamistosas de Marruecos, un país con el que la realidad cotidiana muestra que no es posible mantener una relación cordial y estable de manera permanente, como ocurre con Argelia.
El proceso de envío de gas a Marruecos, que se inició esta semana, ha suscitado una fuerte reacción de Argelia. El ministerio de Energía argelino ha advertido al Gobierno español que interrumpirá el suministro si España transfiere una parte del él a terceros países, en una clara referencia a Marruecos.
Los argelinos han anunciado que a partir de ahora van a tener un comportamiento hostil hacia España
La ministra de Energía, Teresa Ribera, mandó el miércoles una carta a su colega argelino en la que confirma que España está enviando gas a Marruecos a través del gasoducto, pero negando que ese gas sea una parte del que España recibe de Argelia.
El zigzag de Pedro Sánchez en relación al Sáhara ha soliviantado a los argelinos, quienes han anunciado que a partir de ahora van a tener un comportamiento hostil hacia España. De hecho, una de las primeras consecuencias ha sido que Argel, que hasta ahora era un socio sólido de Madrid, haya elegido a Italia como país intermedio para la exportación de su gas a Europa.
Esto nos lleva a constatar la penosa situación de la Unión Europea, donde cada país tira hacia donde más le conviene y no presta ninguna atención a los intereses generales de Europa, una actitud que se ha visto durante muchos años con Emmanuel Macron, Angela Merkel y otros mandatarios que claman en público a favor de Europa pero luego hacen lo que más les conviene.
Un informe de la revista francesa Jeune Afrique destaca que las relaciones entre Argelia y Marruecos se han deteriorado todavía más desde el zigzag de Sánchez, y que existe de facto una guerra en el desierto entre los dos países que repunta periódicamente con las acciones del ejército marroquí en el sur de la antigua colonia española.
Existe de facto una guerra en el desierto entre los dos países
La agencia de noticias del Frente Polisario informó recientemente de "los nuevos raids marroquíes contra la propiedad de civiles indefensos en los territorios liberados de la República Saharaui", ataques que desde el año pasado han causado un goteo intermitente de muertos.
Medios argelinos informaron que el 10 de abril la aviación marroquí llevó a cabo ocho raids contra "camiones y mercaderes" en el sur del Sáhara. El Gobierno de Argel ha criticado "los objetivos expansionistas del Reino [de Marruecos]" y el "terrorismo de Estado", así como "la crueldad contra civiles y el asesinato premeditado".
Tres días después, el gobierno de Mauritania confirmó que había víctimas civiles mauritanas en los raids del 10 de abril, y en un segundo comunicado constató la muerte de una mujer mauritana y de su sobrino, siendo esta la primera vez que mueren ciudadanos mauritanos en ataques de los marroquíes. Rabat no ofreció ningún comentario.
El 10 de abril fue la primera vez que mueren ciudadanos mauritanos en ataques de los marroquíes
En la práctica, las cosas se han complicado para los saharauis desde que el presidente Donald Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara a cambio de que Rabat normalizara las relaciones con Israel a finales de 2020. Y para agravar la situación, la presencia de Israel en Marruecos, que va creciendo de un día a otro, no augura nada bueno.
Las autoridades marroquíes repiten que no quieren entrar en una guerra, pero la realidad es que ya están en una, y todo indica que están en pleno curso de una carrera armamentista con la adquisición de material bélico de EEUU e Israel, una circunstancia que preocupa en España.
Todo esto implica que Marruecos se siente más fuerte en relación con todos sus vecinos, con quienes mantiene unas tensas relaciones, mientras que la Unión Europea se está convirtiendo en una entidad inoperante debido justamente, como se ha indicado, a que ni tiene ni quiere tener una política común que interese a Europa en su conjunto.
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