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Las salidas de migrantes de Túnez a Italia se disparan tras la oleada xenófoba alentada por el presidente Saied

Las detenciones y ataques a migrantes subsaharianos en el país se desataron en febrero, tras un discurso abiertamente racista del presidente. Túnez ya es el primer puerto de salida de la migración hacia Italia y sus guardacostas han interceptado a 14.000 migrantes, la gran mayoría subsaharianos.

Un grupo de migrantes rescatados el pasado febrero por el barco Aita Mari a una 40 millas de la isla italiana de Lampedusa.
Un grupo de migrantes rescatados el pasado febrero por el barco Aita Mari a una 40 millas de la isla italiana de Lampedusa. Ximena Borrazas / SOPA/ DPA

Solo el pasado domingo llegaron a la isla italiana de Lampedusa alrededor de mil personas migrantes. La Guardia Costera auxilió en 24 horas a 26 embarcaciones salidas desde la costa oriental de Túnez, a poco más de 150 kilómetros de este pequeño enclave europeo en el Mediterráneo.

En Lampedusa hay actualmente 1.900 migrantes en un centro de acogida con una capacidad de 400. En un escenario habitual en época de picos migratorios y el Gobierno ya está preparando traslados de migrantes a Sicilia mientras el vicepresidente, el ultraderechista Matteo Salvini, habla de "situación de emergencia" migratoria, con alrededor de 3.000 migrantes llegados a sus costas en los últimos días. "No podemos gestionar mil llegadas diarias", alegaba Salvini para justificar el estado de emergencia decretado el lunes ante el aumento de llegadas.

Sin embargo, el desborde en Lampedusa es habitual en diferentes épocas del año, sobre todo cuando hay buenas condiciones meteorológicas, como las de este fin de semana. La isla es el destino habitual de la ruta migratoria tunecina, que lleva repuntando con fuerza desde 2020 y ya se ha convertido en la principal zona de salida de embarcaciones hacia Italia, por encima de Libia.

Es un cambio de tendencia significativo en el Mediterráneo central que obliga a prestar atención a los factores que generan el éxodo, entre los que hay una grave crisis económica, una crisis política con un presidente autócrata que además ha espoleado la violencia contra los migrantes subsaharianos como cortina de humo ante la deriva del país, según sus críticos y numerosas organizaciones internacionales.

Cinco veces más migrantes interceptados

Dentro de este éxodo hay que incluir a las más de 14.000 personas migrantes que han sido interceptadas en el mar por la Guardia Nacional tunecina en los últimos tres meses. Según los datos de este cuerpo, han abortado más de 500 intentos de cruce, cinco veces más que durante el mismo periodo del año pasado.

Entonces, los guardacostas tunecinos bloquearon a más de 2.532 migrantes. Algo más de la mitad eran subsaharianos. Pero en lo que va de año, tan solo 1.200 de los 14.000 rescatados eran ciudadanos tunecinos. La salida de personas subsaharianas del país se ha intensificado por un mayor control de la ruta libia, pero también por el riesgo que corre ahora mismo en Túnez la población negra.

"En estos momentos el principal punto de salida es Túnez, ya desde octubre y noviembre, pues está aumentando la violencia contra los migrantes negros, da igual su nacionalidad, aunque sean europeos", afirmaba hace un mes Flavio di Giacomo, director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Italia.

La teoría ultra del "gran reemplazo"

El clima xenófobo llegó después de que el presidente, Kais Saied, pronunciara un incendiario discurso el pasado febrero en el que agitaba elementos de "el gran reemplazo", una teoría de la conspiración fabricada y empleada por sectores de la ultraderecha francesa y en varios países de Europa y en Estados Unidos.

Saied hablada de una conspiración "criminal nacida en los albores de este siglo para cambiar la composición demográfica de Túnez" y acusó a partidos políticos sin especificar de haber "recibido grandes sumas de dinero desde 2011 para asentar en Túnez a migrantes" subsaharianos para cambiar la identidad árabe y musulmana del país. Habló de "hordas de migrantes ilegales" en un país de 12 millones de habitantes en el que se calcula que hay unos 20.000 migrantes subsaharianos. Los responsabilizaba "violencia, crímenes y actos inaceptables" e instaba a las fuerzas de seguridad a actuar.

Desde febrero ha habido al menos 840 detenciones de migrantes subsaharianos

Poco después comenzó una campaña de detenciones y ataques xenófobos contra personas subsaharianas y también se instaló el miedo entre la población local que los contrataba o les alquilaba, incluso entre los ciudadanos tunecinos negros. Muchos fueron despedidos de sus trabajos y echados de sus casas, entre ellos mujeres y niños.

Según la organización Abogados Sin Fronteras, desde entonces ha habido al menos 840 detenciones de personas migrantes, de estudiantes y de solicitantes de asilo subsaharianos en varias ciudades del país.

Acampadas en las sedes de ACNUR y la OIM en Túnez

Cientos de migrantes, sobre todo de Guinea, Mali y Costa de Marfil, buscaron refugio en las Embajadas de sus países y varios de ellos fletaron vuelos de repatriación voluntaria. La Unión Africana condenó el "discurso de odio racista" del presidente tunecino, pero el clima de violencia continúa y se han formado campamentos de migrantes ante las sedes de la OIM y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a quienes piden traslados seguros a otros países.

El lunes, agentes tunecinos desmantelaron una de estas acampadas y realizaron decenas de detenciones después de que ACNUR denunciara el destrozo de varios vehículos en la zona por parte de los migrantes.

"No me encuentro bien, estoy cansada. Solo quiero salir de este país", relataba a EFE Fátima, originaria de Sierra Leona y embarazada de ocho meses, mientras recogía alguna de sus pertenencias tras el desalojo policial.

Amnistía Internacional ha recogido los testimonios de 20 solicitantes de asilo y migrantes subsaharianos indocumentados en el país. Todos aseguran haber sido atacados por turbas de tunecinos, en algunos casos con la permisividad de las fuerzas de seguridad.

Este aumento de salidas es una de las causas del repunte de llegadas a Italia, que ya suma 28.000 personas migrantes en los tres primeros meses del año. El aumento es del 300% respecto al mismo periodo de 2022, aunque el flujo migratorio había descendido con fuerza durante la pandemia. Ha bastado para que el Gobierno italiano decrete el estado de emergencia y enarbole la migración como una de los grandes problemas nacionales.

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