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Sanciones contra Irán Trump pone a prueba la resistencia de Irán

Teherán tendrá que ajustar su economía a la nueva realidad que han creado las sanciones del presidente Trump. Son sanciones duras que sin duda tendrán implicaciones en la región, y probablemente en la marcha de la economía mundial.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Chattanooga durante un acto en Tennessee. / REUTERS - JONATHAN ERNST

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El último paquete de sanciones económicas contra Irán que ha entrado en vigor este lunes, sitúa a Irán en una posición complicada aunque numerosos expertos aseguran que la república islámica está hoy en mejor situación que nunca para hacer frente al órdago del presidente Donald Trump.

Son sanciones que abarcan campos muy distintos, como la energía, el petróleo, la banca, los transportes o la industria petroquímica, y con toda seguridad tendrán repercusiones negativas en la economía del país, aunque los líderes iraníes han recordado que han sufrido sanciones ininterrumpidamente desde la proclamación de la república islámica hace cuatro décadas.

Con la aplicación del nuevo castigo, Trump cumple una de las promesas que realizó durante la campaña electoral: acabar con el acuerdo nuclear que Barack Obama firmó con Teherán con el aval de las potencias europeas, un acuerdo sin precedentes y uno de los mayores logros de Obama, al que entonces se opusieron Israel y Arabia Saudí, dos países que ahora se consideran beneficiados con este paso.

Teherán seguirá vinculado al acuerdo nuclear de 2015

Ciertas potencias europeas, como Alemania, el Reino Unido y Francia han garantizado que van a seguir comerciando con Irán. Este es un anuncio importante que habla de la sima que poco a poco se está abriendo entre Europa y Estados Unidos como consecuencia de las políticas unilaterales de Trump.

Teherán no ha denunciado el acuerdo nuclear de 2015, de manera que seguirá vinculado al mismo y no trabajará para expandir su programa nuclear más allá de lo acordado con Obama y con los europeos. Los iraníes muestran así el deseo de mantener abierto un cordón con Occidente a pesar del revés de la última ronda de sanciones.

Los europeos no están solos en esta guerra. Otras grandes potencias como China, India o Turquía seguirán adquiriendo petróleo iraní. Aunque un par de multinacionales chinas se han doblegado y han suspendido sus relaciones con Irán, Pequín, el primer importador de crudo iraní, seguirá importándolo al igual que India o Turquía.

Trump ha dicho que la intención de su administración es que a medio plazo Irán deje de vender completamente petróleo en los mercados internacionales. Esto podría producirse en el plazo de medio año o un año, en función de si tiene éxito o no la campaña de presión estadounidense sobre varios países que han quedado exentos de aplicar completamente las sanciones por el momento.

Imagen de una plataforma de producción de petróleo en los campos petrolíferos de Soroush junto a una bandera iraní, en una imagen de archivo. / REUTERS - RAHEB HOMAVANDI

Imagen de una plataforma de producción de petróleo en los campos petrolíferos de Soroush junto a una bandera iraní, en una imagen de archivo. / REUTERS - RAHEB HOMAVANDI

Si el objetivo que se ha marcado Trump públicamente es el de cero exportaciones de crudo iraní, otros miembros de su administración no esconden que el fin de las sanciones va más allá y pretende provocar un cambio de régimen, tal como ha señalado el consejero para la seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton.

Es una incógnita si Trump conseguirá dividir a los iraníes con las sanciones. Algunos líderes de este país han manifestado en los últimos días que más bien ocurrirá lo contrario, que los iraníes estarán más unidos para hacer frente a las decisiones unilaterales del presidente estadounidense, decisiones que han sido criticadas en el resto del mundo, con excepción de Israel y Arabia Saudí.

En el horizonte de John Bolton también se ve el deseo de Estados Unidos de crear una especie de alianza atlántica en Oriente Próximo, integrada por los países de mayoría suní y liderada por Arabia Saudí, con el apoyo de Israel, para hacer frente a Irán. Este es un deseo que los líderes suníes reaccionarios de la región vienen acariciando desde hace varios años y que ahora podría comenzar a aplicarse.

El ascendente de Irán en Oriente Próximo ha ido creciendo en cuanto a lo que tiene que ver con las minorías chiíes que hay en la región, minorías que en los distintos países donde las hay representan a los sectores más progresistas de la sociedad, algo que naturalmente choca con los intereses de Arabia Saudí e Israel.

La influencia de Irán en Oriente Próximo no se verá entorpecida

La alianza atlántica regional que favorece Bolton tiene que ver justamente con la creciente influencia de Teherán, una potencia que no busca exportar su fundamentalismo a los grupos chiíes a los que apoya, como se ve en Siria, Yemen o Líbano, donde Hizbolá es una de las organizaciones más tolerantes de este país en los aspectos social y religioso. En principio, la influencia de Irán en Oriente Próximo no se verá entorpecida.

Una cuestión que permanece abierta es la del efecto que tendrán las sanciones en los terceros países que van a seguir comerciando con la república islámica. Especialmente interesante será ver si la administración Trump se atreve a imponer sanciones, y hasta qué punto, a China o India, o si estos países se doblegan y acaban por obedecer el dictado de Washington.

Buena parte del daño que implican las sanciones de Estados Unidos ya se está notando. Desde que en mayo último las anunció Trump, se estima que Irán ha dejado de vender un tercio del petróleo que exportaba hasta esa fecha. Pero la verdadera resistencia de Teherán se verá en los próximos meses, cuando deberá ajustar su economía a la nueva e incierta realidad que se ha creado y quizá tenga que hacer frente a desórdenes y protestas en el interior del país.

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