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Santiago Maldonado El testimonio que "conecta todas las piezas" de un crimen no resuelto en Argentina

El caso de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado se ha reabierto cuatro años después. Una nueva testigo involucra a la Gendarmería con la muerte. La familia del activista exige que sea investigado.

20/05/2022 - Fotografía de archivo de una concentración en la Plaza de Mayo de Buenos Aires contra la desaparición de Santiago Maldonado.
Imagen de archivo de Santiago Maldonado.

El 1 de agosto de 2017 el activista argentino Santiago Maldonado participaba en una manifestación mapuche en el distrito de Patagonia. Maldonado    desapareció tras una protesta que fue duramente reprimida por la Policía. 78 días después apareció muerto, ahogado en un río a 300 kilómetros de donde fue visto por última vez. Ese año, las entonces elecciones que ganó Mauricio Macri estuvieron marcadas por una gran agitación social. Fueron numerosas las marchas masivas por la desaparición del joven de 28 año, que forma parte de una tendencia más amplia y preocupante de desapariciones forzadas en Argentina. Recientemente se ha reabierto el caso que conmocionó a la sociedad argentina por la existencia de un nuevo testimonio. 

El fiscal federal de la ciudad de Esquel, Federico Baquioni Zingaretti, solicitó al juez Gustavo Lleral que reservase la declaración de una testigo que aportó un nuevo testimonio en su Fiscalía. Así hasta que la Corte Suprema resuelva el recurso planteado por la familia de Santiago Maldonado en la causa por su desaparición y muerte.

Se trata de una profesional civil de Gendarmería que declaró que en sus oficinas varios agentes comentaron el operativo del 1 de agosto de 2017 y dijeron que había un detenido. Se refirieron a él como 'el hippie',  y "lo habían detenido en la zona del campo de (Luciano) Benetton", según el dictamen al que ha tenido acceso Página 12.

Juan Pablo Escola, jefe del Escuadrón 36 de Esquel, le pidió que escondiera una caja con un arma, teléfonos móviles y un trapo sucio

De acuerdo al relato, la testigo afirmó que al día siguiente el comandante Juan Pablo Escola, jefe del Escuadrón 36 de Esquel, Chubut, le pidió que escondiera una caja donde había un arma, teléfonos móviles y un trapo sucio. Para las fuentes judiciales que hablaron con Página 12 el testimonio resulta verosímil. Para la familia del joven Maldonado esta declaración "conecta todas las piezas".

A pesar del valor inculpatorio del testimonio, este quedará "reservado" hasta que el Máximo Tribunal decida sobre la recusación de Lleral (quien ya se pronunció por el cierre del caso), para que un juez investigase todas las hipótesis, incluida la desaparición forzada. Es decir, que no habría en lo inmediato movimientos en el zarandeado expediente del caso que conmovió a casi toda la sociedad argentina.

Hace exactamente un mes, en la Fiscalía de Baquioni en Esquel, la mujer -cuya identidad figura en el expediente, pero que las fuentes judiciales solicitaron preservar- explicó que pertenece al Escuadrón 36 de esa localidad. Forma parte de Sanidad y actualmente se encuentra trabajando allí. La testigo dijo que el 2 de agosto de 2017 "asistieron a su Comisaría F.D y E.J. y manifestaron que en la estancia Leleque, propiedad del magnate italiano, había una unidad, una sección de Gendarmería."  Lo que referenciaban era que habían detenido una persona y la habían llevado ahí porque había mucho alboroto y violencia.

La "gauchada" del comandante Escola

En el transcurso de esa semana, se presentó en su Departamento el segundo comandante Juan Pablo Escola, quien requería habitualmente de sus servicios. "Llegó con teléfonos en la mano, le dijo que lo atendiera rápido. Él recibía llamadas felicitándole por lo que había conseguido. En ese momento, golpeó la puerta el comandante Pablo Badié, quien le ordenó a Escola salir de su sesión de fisioterapia porque tenía una llamada especial del Director Nacional de Gendarmería. Escola a modo de broma le dijo que le interesaban más las conversaciones con el Ministerio de Seguridad. A Badié no le gustó mucho, y le dijo que se vistiera, que la llamada estaba en espera", dijo la testigo.

"Es una orden, no preguntes más", advirtió Escola a la testigo

Días después, el comandante Escola le pidió un favor personal: que guardara una caja y le advirtió que se realizaría un allanamiento en la base. Ella expresó que no entendía qué estaba sucediendo, pero cuando quiso saber, el superior le dijo que "se callara la boca, que ella sabía lo que tenía que hacer, que era una orden y que no preguntara nada más". Entonces, ella dejó la caja encima de la mesa y se fue.

El 10 de agosto de 2017 por la mañana comenzó el allanamiento en el escuadrón (en el marco de las primeras medidas para dar con el paradero de Santiago Maldonado). Un agente de la Policía Federal les dijo a todos los que estaban en la base que no se podían retirar, que siguieran trabajando con normalidad. La testigo no estuvo todo el tiempo en el que se realizó el operativo porque tuvo que retirarse y la consulta quedó a cargo de una enfermera.

Según el relato de la mujer, al día siguiente se presentó nuevamente a trabajar y vio que en algunos sectores continuaba el allanamiento. Dijo que los efectivos de la Federal no habían entrado a la zona de odontología ni a fisioterapia, solo se habían centrado en la zona de los médicos. La enfermera le aseguró que éstos no habían visto la caja, pero le confesó que ella vio que contenía una pistola, móviles y un par de trapos sucios. Ese mismo día se personó la esposa de Escola y le pidió la caja. Luego dijo que el propio Escola la regañaría. "La increpó diciéndole que era poco inteligente, que cómo se le había ocurrido traer la caja al Escuadrón habiendo un allanamiento, que le había dicho que esa caja había que guardarla bajo siete llaves", relató.

Los relatos de los gendarmes

La testigo describió que el tamaño de la caja era como el de una de zapatos. Relató también que pocos días después del registro llegó a la consulta un sargento: "Estaba mal, le sudaban las manos y le temblaba la voz. Le comentó que se sentía mal, que vio cosas que nunca antes había visto, que tenía miedo y que no sabía con quién hablar. Y le dijo que había material que no se llevaron, que no sabía qué hacer con ello". Las personas que pasaron por su consulta esos días no iban para ser atendidas, sino para hablar, para contar situaciones "muy puntuales". 

"Este tipo (haciendo referencia Escola) lo mató, tenemos toda la prensa fuera, está todo un movimiento y yo tengo que aguantar esta situación"

Uno de ellos fue B.F., miembro del área de inteligencia, quien le manifestó que acababa de ordenar los paquetes que Escola le había dado. Se trataba de todo tipo de pruebas. También le dijo que él tenía un sótano en casa y que guardaba "recuerditos" de todos los jefes que habían pasado por el Escuadrón 36 de Esquel.

En otro tramo de la declaración testimonial, la testigo dijo que el marido de la enfermera era también gendarme, trabaja en comunicaciones y que le había comentado que "había recibido un mensaje por radio encriptado que decía qué hacer con el cuerpo". Es más, la testigo sostiene que la enfermera le aseguró que escuchó a Badié decir en una reunión de jefes, que "este tipo (haciendo referencia Escola) lo mató, tenemos toda la prensa fuera, está todo un movimiento y yo tengo que aguantar esta situación".

La testigo citó también a otro de sus pacientes, al que identificó como G.M., quien le contó que "en su sección se sabía quién le quitó la vida a Santiago Maldonado",  y señaló a un tal "Ahumadita" que no identificó pero que afirmó que "se le encargó cometer la cagada del siglo. Al parecer 'Chuqui' (apodo con el que identificaba a Juan Pablo Escola) había dado la orden, y Ahumada la había ejecutado". En el testimonio se afirma que G.M. también decía que había un puesto de Gendarmería Nacional en la estancia Benetton y que a Santiago lo tenían allí.

En su relato ante el fiscal Baquioni Zingaretti, la testigo señaló que "cuando uno hilvanaba los testimonios daban a entender que habían detenido a una persona, que la tenían en la estancia de Benetton, y que la estaban reteniendo para sacarle información sobre sus compañeros. Todos daban a entender que lo tenían detenido, que lo presionaban para sacarle información, que se les había ido la mano, que estaba Escola y que el que ejerce el disparo era Ahumada por orden de Escola".

Al preguntarle si conocía en qué momento ocurrió eso, dijo que "todo era separado, los primeros días le detuvieron, pasados los días decían que había un muerto.... Fue cronológicamente hasta octubre, dejó de ser una persona detenida por asesinada".

Y no era el único. Según la testigo, un gendarme del área de inteligencia le había dicho que había un cuerpo y que se había remplazado por otro. En octubre de 2017 todo salió a la luz.

"El que ejerce el disparo era Ahumada por orden de Escola", oyó la testigo

Declaró también ante el Fiscal que se enteró que le habían comenzado a llamar como la "zurdita" y que le advirtieron "que era una testigo clave porque sabía mucho, que le tenían que cerrar la boca, y que se cuidara". A mediados de octubre de 2017 detectó que le estaban espiando.

Cuatro años más tarde, se mudó de provincia. También tomó la iniciativa de presentar la denuncia ante el Ministerio de Justicia, como víctima de violencia institucional, pero no la quisieron escuchar. Ante el peligro que implicaba el seguimiento de personal de Inteligencia de Gendarmería sobre la testigo, el fiscal dispuso que se investigase, a la par que gestionó que fuera protegida por algún programa de protección de testigos del Estado.

Todas las piezas conectan

Fuentes judiciales del caso resaltan a Página 12 que la testigo necesita protección debido a las consecuencias que pudieran producirse por la acusación que implica directamente a un miembro de las fuerzas de seguridad del Estado.

Estas mismas fuentes califican el testimonio como "verosímil", ya que proviene del interior de una fuerza de seguridad y relata lo que vio, vivó y escuchó una testigo de primera mano. Además, su testimonio encaja en el rompecabezas de declaraciones de los testigos mapuches, los primeros en señalar la responsabilidad de los gendarmes en la desaparición y muerte de Maldonado. A su vez, coincide también con lo expresado en aquel entonces por los periodistas Ricardo Bustos y Jorge Asís. 

"El juez Lleral romantizó una desaparición y un asesinato",  denuncia Sergio Maldonado, familiar del activista

"El juez Lleral ya dijo que Gendarmería no tuvo nada que ver y cuando cerró la causa dijo que Santiago entró por propia voluntad a las heladas aguas del río Chubut y que la muerte le estaba esperando; romantizó una desaparición y un asesinato. Ahora aparece una persona que indica lo contrario, aporta datos específicos, nombres, apellidos y horarios", destacó Sergio Maldonado, familiar del activista.

"Hay rumores todo el tiempo, nunca dejo de escuchar del todo. Pero esto trae tranquilidad y cuadra en todo el contexto, por eso es importante no separar las causas ni abrir por separado nuevas. Deberían unificarse en lo sucedido en agosto de 2017. Esta persona conecta todas las piezas", apuntó.

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