Este artículo se publicó hace 17 años.
Sarkozy, de negocios en Rabat
Nicolas Sarkozy ha iniciado una visita de Estado a Marruecos de la que espera volver con importantes contratos para las empresas francesas bajo el brazo. En lo político, el presidente francés impulsará su proyecto de Unión Medi
Francia es el espejo donde se mira Marruecos. O al menos el llamado Marruecos útil: el del dinero; el de quienes hablan un francés impecable y un árabe mediocre; el de los niños que a los cuatro años pasan un examen en la lengua de Molière para entrar en la Mission, la red de colegios franceses. Escasos son los marroquíes de postín que no han calentado sus pupitres.
A este país cuyas élites piensan en francés, llegó ayer Nicolas Sarkozy. Como sus predecesores, el presidente respetó la tradición de reservar a Marruecos el privilegio de su primera visita de Estado.
Sus planes eran otros. En julio, el nuevo jefe de Estado francés pretendía incluir Marruecos en una minigira por el Magreb. Pero Rabat protestó y le pidió una visita de más nivel. La que empezó ayer. Tres días que le llevarán de Marraquech a Tánger, pasando por Rabat.
Para Mohamed VI y su corte, demostrar una relación privilegiada con el país que tantos marroquíes consideran un gigante no es asunto baladí. De ahí, que un Sarkozy de sonrisa forzada tuviera que pasar ayer por el inevitable baño de multitudes en descapotable a la vera de Mohamed VI. El rey había acudido antes a recibirlo al aeropuerto de Marraquech.
"Democracia que avanza"
Sarkozy aterrizó ayer en Marruecos pero por la mañana lo había hecho en las portadas de la prensa maroquí. En las entrevistas que concedió a varios medios, además de echar flores a "la democracia marroquí que avanza", el presidente presentó el menú de su viaje.
Primero, la política. Sarkozy desea afianzar la presencia de Francia en Marruecos, aún dominante pero un poco empañada por la pujanza de España.
Para ello, intentará vender su proyecto de Unión Mediterránea en el seno de la Unión Europea. Además de la cooperación, el diálogo entre culturas o la seguridad, muchos creen que este plan francés escribe el epitafio del renqueante Proceso de Barcelona impulsado por España.
Segundo, pero no menos importante, la economía. Sarkozy quiere vender a Marruecos 18 cazas Rafale por valor de 2.300 millones de euros. Lo tiene difícil. Rabat se inclina más por la compra de 36 F 16 americanos, de segunda mano pero más baratos.
Pero Marruecos ya ha previsto el premio de consolación. Durante su visita, está previsto que ambos países firmen el acuerdo que concede al grupo francés Alstom la construcción del primer tren de alta velocidad marroquí que unirá Tánger (norte) con Marraquech (sur). El contrato se eleva a 3.000 millones de euros. Una cifra nada despreciable para un contrato concedido sin licitación internacional alguna.
Otro negocio en perspectiva que Sarkozy intentará llevarse a casa: la construcción de una central nuclear en la ciudad costera de Safi, a 500 kilómetros al sur de Rabat.
Mucho dinero y grandes intereses. No lo son menos para Marruecos. Francia es la principal valedora de las tesis marroquíes sobre el Sahara Occidental y el mayor inversor extranjero en el reino.
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