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Seúl se prepara para la guerra y olvida a sus desplazados

Los habitantes de la isla bombardeada por Corea del Norte no pueden regresar a sus hogares

DAVID BRUNAT

Los días pasan y los 1.700 evacuados de la isla de Yeonpyeong, donde el pasado martes murieron cuatro personas en un bombardeo de Corea del Norte, siguen sin saber qué va a ser de sus vidas. El ruido de los excesos verbales y las amenazas airadas entre las dos Coreas han provocado que estas personas, las grandes víctimas de la crisis, estén empezando a caer en un cierto olvido.

En un gimnasio de Incheon, la ciudad cuyo puerto enlaza la isla con el mundo exterior, hay hacinados más de 200 afectados. La mayoría de ellos abandonaron su casa con lo puesto. 'No tuve tiempo de coger algo de ropa ni dinero. Aquí no tengo nada y ni siquiera sé cuándo podré volver', cuenta sentada sobre su esterilla Kim Yung-hap.

China habla con EEUU y Corea del Norte para evitar 'más violencia'

El refugiado de Yeonpyeong tiene un perfil bastante marcado: edad avanzada, condición económica tirando a baja y de profesión pescador o agricultor. Por supuesto también hay adultos de mediana edad, y junto a ellos sus hijos.

Jun Sul-bi, 64 años, no es madre sino abuela de tres niños, que corretean arriba y abajo mientras ella es incapaz de contener las lágrimas. 'Estaba trabajando en el jardín cuando vi cómo una bomba caía en mi casa. Fue espantoso. Me lancé al suelo y la casa empezó a arder. Tengo mucha suerte de estar viva', relata a Público.

'La gente tiene pánico y muchos no quieren regresar a la isla'

'El estrés postraumático es el principal problema que sufren los evacuados', explica uno de los cuatro médicos que hay sentados en una esquina de la sala atendiendo a varios pacientes a la vez. 'Además, la mayoría es gente mayor que necesita sus medicamentos. Eso sin contar que hay diabéticos y otros enfermos que huyeron sin nada', subraya.

Aunque en este lugar hay más de 200 evacuados, apenas un puñado de ellos se muestran dispuestos a recordar el ataque. 'La gente tiene pánico y sé de bastantes personas que no quieren ni regresar a la isla', explica Lee Kyung-jae. 'Yo sí quiero volver. Yeonpyeong; es mi casa, nací allí. Mi abuelo era granjero, mi padre también y yo sigo siendo granjero en la misma casa. Pase lo que pase, quiero vivirlo allí'.

A menos de 24 horas para las maniobras militares de EEUU y Corea del Sur, las grandes potencias empezaron a reaccionar. China salió ayer de su letargo y negoció con la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y con el embajador de Corea del Norte en Pekín con el fin de evitar 'una repetición de la violencia de esta semana'.

Pyongyang afirma que las maniobras de mañana ponen muy cerca la guerra

'El objetivo prioritario es mantener la situación bajo control y asegurarse de que este tipo de situaciones no vuelven a repetirse', afirmó el ministro chino de Exteriores, Yang Jiechi.

La posibilidad de una guerra abierta a unos cientos de kilómetros de su territorio hace temblar a Pekín, consciente de que la estabilidad regional es fundamental para su plan de crecimiento económico.

Se trata del primer gesto importante dirigido a calmar los ánimos en los últimos días, y es especialmente importante porque de los gestos de China, único aliado político de Corea del Norte y su principal proveedor de ayuda económica, puede depender la actitud del régimen norcoreano ante las maniobras de mañana.

En Incheon, algunos evacuados, conmocionados por la tragedia, se paseaban ayer por el recinto totalmente ebrios, vociferando contra los políticos que se habían acercado para mostrar su apoyo a las víctimas y darse un baño de masas ante las cámaras de televisión.

Desde hace dos días los residentes de la isla pueden regresar por un par de horas a su hogar. El ejército surcoreano está permitiendo la salida de un único barco diario para cubrir los 80 kilómetros de travesía. Los evacuados van sin nada, inspeccionan el estado de sus pertenencias y regresan a la península cargados de cajas y enseres de todo tipo, conscientes de que pueden pasar bastantes días hasta que la situación se normalice.

Si se atiende a la retórica belicista de ambos bandos, la situación es crítica. Corea del Norte dijo ayer que las maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y Estados Unidos que empezarán mañana ponen a la península 'al borde de la guerra'. Pyongyang aseguró incluso que está preparado para 'aniquilar' a Corea del Sur.

Mucha gente en Seúl temió lo peor tras hacerse público a mediodía que se habían oído explosiones de artillería en la costa norcoreana, muy cerca de Yeonpyeong. Al poco, el ejército surcoreano confirmaba que se trataba de ejercicios que las tropas del país comunista estaba llevando a cabo dentro de su territorio. Ningún obús cruzó esta vez la frontera.

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