Este artículo se publicó hace 16 años.
La suspensión de la huelga rural da un respiro a los argentinos
Hoy se levanta el bloqueo de las carreteras ante la creciente falta de alimentos en las ciudades
En el marco de una crisis alimentaria mundial, Argentina, uno de los mayores graneros del mundo, vive una irónica escasez de comestibles. La huelga protagonizada por partes del sector agrícola ha provocado graves problemas de desabastecimiento en las ciudades. Los argentinos, rehénes de un conflicto que lleva 90 días, esperan que con la suspensión de la protesta a partir de hoy se les conceda un pequeño respiro y que haya alimentos en las estanterías de los supermercados.
El Gobierno y los productores agropecuarios tienen previsto abrir hoy una nueva fase de diálogo, aunque las perspectivas no parecen muy prometedoras. Las bases más duras de los agricultores amenazan con desoír el mandato de las patronales y quieren continuar las protestas contra la introducción de nuevas cargas fiscales para el sector rural.
El Gobierno de Cristina Fernández tampoco está dispuesto a ceder y se exime de toda culpa por la crisis. “Están viendo a dos sectores en pugna. No es así. El Gobierno legítimo tomó una decisión legítima y un sector económico la resiste. Punto. No hay más que eso”, escribió la presidente en un artículo publicado ayer por el diario La Nación.
A la protesta de los agricultores por el aumento de las retenciones a las exportaciones de soja, se sumó la contraprotesta de los camioneros que transportan granos y leche. Más de 20.000 camiones bloquearon las carreteras reclamando su derecho a trabajar.
En la tercera fase de la huelga en tres meses, se han vuelto a ver carreteras cortadas, escasez de alimentos, buses cancelados, falta de gasolina, enfrentamientos entre camioneros y ruralistas, un transportista herido de arma blanca. La imagen más desoladora fue la de familias recogiendo en cubos y botellas la leche que los camiones tuvieron que derramar en las cunetas de las carreteras para que no se pudriera.
Hay 12 millones de pobres en Argentina, el 30% de la población. Son familias que viven con menos de 200 euros al mes. Son también los principales afectados por la inflación que ronda el 25% y que se dispara por la caída de la oferta provocada por la continuidad del conflicto.
En el Mercado de Liniers en Buenos Aires, que nutre a las cadenas de supermercados que venden alimentos a unos 10 millones de habitantes entre el conurbano y la capital, la entrada de productos cayó un 40% el jueves. Faltan, sobre todo, leche, frutas y verduras. El abastecimiento de carne está asegurado sólo hasta hoy.
Los supermercados limitan la leche a 6 unidades por persona. Lo mismo sucede con las harinas y los aceites. Muchos se han anticipado al desabastecimiento y acopian alimentos en sus despensas.
El martes, la presidenta Cristina Fernández llevará la mitad de su mandato de seis meses con este conflicto a cuestas. El desgaste por el enfrentamiento se siente en la histeria generalizada. La población empieza a ser igual de crítica con el Gobierno que con los agricultores, sin importar ya quién tiene la razón. Según las encuestas, 8 de cada 10 ciudadanos se manifestaron “hartos” por el conflicto y quieren que las partes abran una negociación seria.
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