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Tokio se levanta tras el seísmo

Los transportes públicos y el aeropuerto empiezan a funcionar en una ciudad que aún teme nuevos temblores 

 

DAVID BRUNAT

Sólo Tokio es capaz de mostrarse, un día después del peor terremoto de su historia, como si apenas hubiera pasado nada.

A primera hora de la mañana el aeropuerto de Narita, el más grande de la capital, retomó parte de su tráfico aéreo, a pesar de estar asentado sobre una isla artificial en la costa del Pacífico y de que la alerta de tsunami seguía activa. Lo mismo sucedió en Tokio. El transporte público se fue recuperando a lo largo de la jornada y a media tarde la ciudad pudo retomar un cierto aire de normalidad. Ese era el objetivo ayer de los tokiotas: recuperar el ritmo de vida que les cercenó el terremoto, intentar resarcirse de la tragedia, vencer el pánico.

El único rastro material del temblor son unos pocos tejados derruidos

Encontrar rastros visibles del temblor en los edificios de la capital era un juego de precisión en el que no siempre era posible acertar. Barrio por barrio, la apariencia del mobiliario urbano, de las aceras, de la fachadas, era impecable.

Tokio está tan acostumbrado a los terremotos, su normativa de seguridad en la construcción de los edificios es tan estricta, que más allá del puñado de tejados que se derrumbó en el momento del seísmo, el temblor de tierra no ha dejado rastro alguno de desolación. La única forma de encontrar una huella de destrucción en Tokio es hurgar en los sentimientos de sus ciudadanos.

'Me da mucho miedo lo que pueda pasar con el reactor nuclear, pero no tenemos alternativa, necesitamos esa energía para mantener nuestros negocios y salir adelante', explicaba a Público Hiro Shinawa, un empresario de la ciudad.

El ánimo de los tokiotas ha quedado mucho más afectado que los edificios

El minuto a minuto de la planta nuclear de Fukushima fue, cómo no, el gran tema de conversación ayer en Tokio. Varios lugares, como el emblemático barrio de Shinjuku, célebre por sus neones y su bulliciosa vida nocturna, pasaron la noche a oscuras o con severos cortes eléctricos, provocados precisamente por el cierre de 11 plantas nucleares en el país. Era sábado noche y Tokio parecía más bien una ciudad fantasma.

Lo positivo es que nadie pasó la noche en la calle, como sí ocurrió la jornada anterior por falta de medios de transporte para regresar a casa. Lo que hicieron esta vez los tokiotas fue encerrarse en sus hogares a esperar la evolución de los acontecimientos. En especial, comprobar si el 'riesgo elevado' de otro gran terremoto y posterior tsunami que había anunciado durante la tarde el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, se hacía realidad.

La gente ha hecho acopio de víveres y la ciudad parece una urbe fantasma

No fue así, pero por si acaso la gente hizo acopio de víveres en los supermercados. Una vez que cayó la noche era casi imposible encontrar alimentos frescos como carnes y lácteos. Incluso algunos sitios carecían ya de agua embotellada. También contribuyeron a la escasez los enormes atascos de tráfico y los problemas de distribución de las granjas y fábricas que abastecen a Tokio desde el extrarradio.

'Hoy no pasa nadie por la calle, casi no tengo trabajo y el restaurante lleva todo el día vacío. Me temo que la cosa va a seguir así por lo menos una semana', resoplaba resignado el promotor de un restaurante plantado en la plaza de Akihabara, el corazón de las compras y la juerga para los adolescentes tokiotas.

No era el único. Muy pocos restaurantes daban signos de vida. Ni las adolescentes vestidas de personaje de cómic manga eran capaces de atraer a los bares a los transeúntes, y pululaban arriba y abajo resignadas a una inusual soledad. Hasta los pachinkos, las enormes y ruidosas salas recreativas en las que los japoneses adoran jugarse sus yenes, exhibían persianas cerradas y carteles avisando de que no reabrirán 'hasta que las condiciones sean idóneas'.

De hecho, uno de los grandes problemas que afronta la capital es el estancamiento económico que sufre desde hace ya 48 horas. Prolongar la inactividad durante muchos días más podría ser fatal para los pequeños comercios que nutren cada rincón de la ciudad. Algo para lo que no hay alternativa hasta que no se despeje el riesgo de fuga en la central de Fukushima o se reduzca el riesgo de un nuevo gran terremoto.

'Tengo familia en la zona afectada, pero por suerte están algo lejos de Sendai [la ciudad más cercana al epicentro]. Pude contactar con ellos y están bien, el problema es que me gustaría ir a verles y no hay forma de acceder allí', explicaba otro ciudadano, todavía 'impresionado' por el seísmo del viernes.

Acceder ahora a las prefecturas de Miyagi y Fukushima es poco menos que una misión imposible. El tráfico desde Tokio en dirección noreste está siendo interrumpido por la Policía apenas 60 kilómetros más allá de la capital. Los transportes públicos están totalmente cerrados. La única posibilidad, tomar un helicóptero hasta la zona afectada, fue también prohibida expresamente por el Gobierno. Acceder por mar, una alternativa que algunos empezaron a tomar ayer, es un ejercicio de alto riesgo por la alerta de un nuevomaremoto.

Por ahora, sólo está permitida la circulación de los 50.000 soldados desplegados ya en el lugar. Unos 190 aviones y 25 barcos les sirven de apoyo para las tareas de búsqueda de los supervivientes que hallan podido quedar sepultados y desescombro. Su trabajo será clave para empezar a vislumbrar la magnitud de la catástrofe.

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