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Turquía Amnistía pide a la UE que revise su relación con Turquía: “Han llevado la lucha contra los derechos humanos a otro nivel”

La jefa de la diplomacia europea se ha reunido con el director general de la organización, con motivo de la encarcelación de sus dirigentes en Turquía, antes del encuentro con los ministros de Exteriores y de Asuntos Europeos turcos.

El presidente de la rama turca de Amnistía Internacional, Taner Kiliç.

Beatriz Ríos

Son apenas las 10 de la mañana. Poco más de un centenar de personas se arremolina en la plaza que preside la rotonda de Schuman, en el corazón del barrio europeo de Bruselas. Elevan a un cielo salpicado de nubes las figuras de una decena de defensores de los derechos humanos encarcelados en Turquía y reclaman su libertad. Al otro lado de la calle, solo unos metros más allá, en el edificio Jusutus Lipsus que acoge la sede del Consejo de la UE, Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, se reúne con Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional que le exige que endurezca el tono con el gobierno turco, con cuyos representantes se reúne esa misma tarde: “Han llevado la lucha contra los derechos humanos a otro nivel”.

Federica Mogherini, alta representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, se reúne este martes con el ministro de Exteriores turco Mevlüt Çavuşoğlu y el ministro de Asuntos Europeos, Ömer Çelik para abordar el estado de las relaciones entre la UE y Turquía. Pero Mogherini ha optado por encontrarse primero con Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, un gesto que Shatty valora positivamente. Y es que una decena de colaboradores de la organización, entre ellos la directora y el presidente de Amnistía Internacional Turquía, Idil Eser y Taner Kılıç, están encarcelados en el país, acusados de pertenencia o apoyo a organización terrorista.

También el sueco Ali Gharavi y el alemán Peter Steudtner fueron detenidos y sus esposas han querido estar presentes en la protesta de hoy en Bruselas. Gharavi y Steudtner, explica a Público, Magdalena Freudenschuss, esposa de Steudtner, están acusados totalmente de lo contrario que ellos y otros defensores de los derechos humanos defienden: “Ellos defienden un enfoque no violento, se preocupan por la gente, por la sociedad”. El gobierno turco, sin embargo, los ha detenidos por supuesta pertenencia o apoyo a organización terrorista.

Ali y Peter iban a pasar apenas cinco días dando un curso de manejo de las tecnologías y gestión del estrés y el trauma a defensores de los derechos humanos. Hace semanas de eso. Ni Magdalena ni Laressa Dicken, esposa de Gharavi, han podido tener contacto directo alguno con sus maridos. Todo lo que saben, lo saben a través de sus abogados y de las autoridades suecas y alemanas que trabajan por la liberación de ambos. “No es como recibir una carta o su voz pero al menos es alguien diciéndote que tienen buen aspecto, parecen sanos, les gusta la comida… cosas que son realmente importantes en situaciones como esta”, insiste Dicken. Además, celebra Freudenschuss, Peter y Ali, aunque encarcelados, están ahora juntos y pueden apoyarse el uno al otro.

Las relaciones UE-Turquía, en punto muerto

El deterioro de la situación de los derechos humanos en Turquía era una realidad palpable antes del pasado verano, pero el intento de golpe de estado contra el gobierno de Recep Tayip Erdoran en julio de 2016, dio una excusa al mandatario para lanzar una caza de brujas. Además de las detenciones en el ejército, decenas de miles de funcionarios fueron depuestos de sus cargos, centenares de intelectuales, defensores de los derechos humanos y periodistas, detenidos y el gobierno comenzó a coquetear con la idea de reinstaurar la pena de muerte. Los que no son acusados de supuesta pertenencia a organización terrorista, lo son de connivencia con el golpe. Excusa, la de la seguridad, que ha servido a Erdogan para acabar con casi cualquier atisbo de oposición o libertad. Todo, ante una impasible Unión Europea.

El golpe y la posterior persecución masiva tuvieron lugar apenas unos meses después de que la UE y Turquía firmaran una declaración conjunta, de dudoso valor legal, que ponía fin a la ruta migratoria del Mediterráneo Oriental. Un acuerdo fuertemente criticado desde organizaciones internacionales y ONG que, unido al cierre selectivo de las fronteras en el espacio Schengen, ha tenido consecuencias desastrosas para los refugiados atrapados en Grecia y en Turquía. Ese acuerdo se ha convertido a la UE en rehén del gobierno turco.

Una de las cláusulas de la declaración implica avanzar en las negociaciones de adhesión pero la persecución contra oposición y defensores de derechos humanos llevaba a cabo por Erdogan va directamente contra los valores europeos y por tanto, pone – o debería poner- en tela de juicio la membresía de Turquía a la Unión Europea. Las voces que abogan por la congelación de las relaciones con Turquía comienzan a crecer en el seno de la UE, particularmente en Alemania. Muchos esperan que tras la reunión de Federica Mogherini con los representantes del gobierno turco, la Unión endurezca el tono.

Mogherini, comprometida

Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internaiconal, considera que en los últimos años se han sucedido en Turquía los ataques a la independencia de la justicia, los medios de comunicación y la sociedad civil. Esto, a juicio de Shetty, supone “un continuo deterioro de los principios básicos de la democracia”. Una situación agravada tras el intento de golpe que “ha servido a Turquía como excusa para frenar cualquier tipo de oposición, cualquier tipo de debate en el país”, insiste Shetty.

Turquía, denuncia insiste el secretario general, ha intimidado y perseguido a miles de personas que no tienen nada que ver con el intento de golpe. Pero la detención de Idil Eser y Taner Kılıç, directora y presidente de Amnistía Internacional Turquía, es algo insólito. Con ella, Turquía “ha llevado la lucha contra los derechos humanos a otro nivel”. Y para Shetty, debe ser una línea roja en las relaciones UE-Turquía porque si Erdogan se atreve a encarcelar a los líderes de una organización de reconocido prestigio internacional, qué no hará a los activistas de organizaciones locales. “Turquía no puede seguir así, sin enfrentar consecuencias por las violaciones de derechos humanos”, denuncia Salil Shetty.

Por eso el secretario general de Amnistía Internacional ha pedido a Federica Mogherini que envíe un mensaje claro al ministro de Exteriores (de Turquía) de que esta situación es simplemente inaceptable y que “estos defensores de los derechos humanos deben ser liberados incondicional e inmediatamente”. Para Salil Shetty “esto es una crisis. Es un ataque masivo a los derechos humanos y esto debe ser claramente reconocido por la UE en su discusión con el gobierno turco”. Mogherini se ha comprometido a abordar la situación de los derechos humanos en Turquía y la encarcelación de centenares de activistas en su reunión de esta tarde con Mevlüt Çavuşoğlu y Ömer Çelik.

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