Italia celebra este domingo elecciones en las regiones de Emilia-Romagna y Calabria, con las que el ultraderechista Matteo Salvini quiere reforzarse y erosionar al Gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el centroizquierda.

Casi cinco millones y medio de italianos están llamados a las urnas en Emilia-Romagna (3,5 millones) y Calabria (1,9) y los colegios estarán abiertos desde las 7 hasta las 23 horas. El escrutinio se prolongará durante la noche.

En el caso de la primera región, los dos candidatos principales son el presidente saliente, Stefano Bonaccini, del Partido Demócrata (PD, centroizquierda), y la senadora Lucia Borgonzoni, apoyada por la coalición de partidos de derechas liderada por Salvini.

En Calabria, gobernada desde 2014 por la izquierda, compiten la candidata de derechas, Jole Santelli, favorita en todas las encuestas; el de izquierda, Filippo Callipo; el del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Francesco Aiello, y el independiente Carlo Tansi.

Pero la atención se centra especialmente en Emilia-Romagna por ser el histórico bastión de la izquierda italiana, que la ha gobernado durante los últimos setenta años bajo diferentes siglas, desde el Partido Comunista, el Socialista o el actual PD.

Y todos los sondeos indican que las dos opciones en Emilia-Romagna están muy igualadas, por lo que los partidos se han volcado en la campaña, quebrantando incluso la jornada de reflexión.

Estos comicios están considerados de máxima importancia, ya que Salvini pretende arrebatar a la izquierda su histórico feudo y demostrar la fuerza de la coalición de partidos de derecha que lidera, con Forza Italia de Silvio Berlusconi, entre otras.

Pero sobre todo con su eventual avance aspira a erosionar al Gobierno central, en manos de la coalición entre el Cinco Estrellas, el PD, la izquierdista Libres e Iguales y la centrista Italia Viva.

El propio Salvini estuvo en el Gobierno con el Cinco Estrellas entre junio de 2018 y el pasado agosto, cuando dio por rota su alianza con ese partido en un intento de anticipar elecciones para aprovechar su empuje electoral, constatado en las elecciones europeas, cuando quedó como primer partido de Italia.

Sin embargo fue una intentona fallida y el Cinco Estrellas logró el apoyo de esos partidos de centroizquierda para seguir en el Gobierno, evitando los comicios deseados por el ultraderechista.

De ganar estas elecciones, la derecha afianzaría su hegemonía territorial en Italia, aumentada con sus éxitos en las elecciones regionales de los últimos años.

Controlaría catorce regiones (de un total de 20), pues Emilia-Romagna y Calabria se sumarían a Veneto, Liguria, Piamonte, Lombardía, Bolzano, Friuli-Venecia-Julia, Umbria, Abruzos, Molise, Basilicata y las islas de Sicilia y Cerdeña.

Mientras que la izquierda se quedaría con seis: Valle de Aosta, Las Marcas, Lacio, Toscana, Apulia y Campania.