Este artículo se publicó hace 3 años.
Unidad para desligarse de EEUU y fricciones sobre China: así contempla la Eurocámara su nueva relación con Washington
El Pleno de Estrasburgo pasa revista al estado de forma de la relación UE-Estados Unidos tras las últimas bofetadas propiciadas por la Administración Biden. La Eurocámara coincide en que la UE debe ser más independiente, aunque mira con diferente lupa el papel de China o el de un Ejército europeo. La UE quiere deshacerse de la tutela estadounidense, pero se empantana en sus divisiones internas y en falta de estrategia a largo plazo.
María G. Zornoza
Madrid-
Tras la tormenta transatlántica desatada por la crisis en Afganistán y del acuerdo de submarinos AUKUS, llega la calma. El shock inicial de los desplantes de Joe Biden a la UE está dando paso a la serenidad. El Parlamento Europeo ha celebrado este martes un debate para pasar revista a la relación Bruselas-Washington y extraer las primeras lecciones de los choques de los últimos meses. Mientras los populares se erigen como los mayores defensores del gigante norteamericano, socialdemócratas y liberales afean la "decepción" que han supuesto los últimos desaires de la nueva Administración. La Izquierda y la extrema derecha de Identidad y Democracia y de los Conservadores y Reformistas sellan sus diferencias en lo referente a China. Los primeros piden más cooperación con el gigante asiático; los segundos más mano dura con "la dictadura comunista".
Dos enseñanzas dejan las últimas tensiones transatlánticas en suelo comunitario. La primera es la sensación de que los Estados Unidos de Joe Biden no suponen la luna de miel que se esperaba tras su aterrizaje en la Casa Blanca. Pero a pesar de ello, es el aliado y socio estratégico más cercano de Bruselas. La segunda es que las últimas crisis suponen una "llamada de atención" para que Europa se deshaga de la custodia estadounidense y desarrolle su propia autonomía estratégica, un moto que lleva meses planeando por la capital comunitaria, pero que —de momento— es poco más que un eslogan.
Los eurodiputados han celebrado un debate en el Pleno de Estrasburgo para redibujar el futuro de la nueva alianza con su socio histórico. El miércoles votarán una resolución que aboga por mantener una postura coordinada con Rusia y China; por desarrollar una mayor defensa comunitaria; y por estrechar lazos con EEUU para hacer frente de forma conjunta a desafíos como el cambio climático, los derechos humanos o la lucha contra el terrorismo.
Previsiblemente saldrá adelante con una cómoda mayoría, aunque parte de la extrema derecha se abstendrá porque el documento contiene referencias a propuestas como combatir el racismo, defender los derechos LGTBI o los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, algo que las fuerzas ultraconservadoras consideran "una agenda de izquierdas". También la Izquierda Unitaria podría oponerse por considerarla insuficiente en la defensa de los derechos humanos y en confrontar el seguidismo a Estados Unidos.
El bloque comunitario está aprendiendo a hacerse mayor sin el escudo estadounidense. Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores, reconoce de forma habitual que Washington ya no librará las guerras de los demás. Tampoco las de los europeos. En un mundo crecientemente volátil y multipolar, las dos potencias comparten muchos intereses comunes, pero también les separan prioridades estratégicas. Y es en este punto donde se está reconfigurando la nueva relación de aliados imprescindibles, pero cada vez más independientes el uno del otro.
"Estados Unidos sigue siendo el socio estratégico más importante de la UE. Es así y tiene que continuar siéndolo"
"Estados Unidos sigue siendo el socio estratégico más importante de la UE. Es así y tiene que continuar siéndolo. No puede haber dudas al respecto", ha asegurado en su intervención el jefe de la diplomacia europea, que ha calificado la relación UE-EEUU como "vital" e "insustituible". Pero el español también ha enfatizado la necesidad de "desarrollar la autonomía europea" porque los intereses "no siempre coincidirán al 100%". Bruselas y Washington convergen en la defensa del multilateralismo, del libre comercia, de la vacunación global o del medioambiente. Pero les separa algo más que un océano: los aranceles mutuos, la relación de China, las reglas de propiedad intelectual o los impuestos a las grandes tecnológicas.
Pasar de las palabras a los hechos
Estados Unidos tiene clara su brújula estratégica: pasa por la región Asia Pacífico y culmina en frenar la expansión militar, económica y política de China. Es una realidad que se impuso durante la era Obama y que ha continuado la senda con la etapa Biden. Pero la UE ha pecado de más ingenuidad. Pensaba que sus últimos años de tensión con la Casa Blanca bebían de que estuviese habitada por un euroescéptico como Donald Trump. Afganistán, el acuerdo AUKUS o la permanencia de los aranceles sobre el acero y el aluminio han sido una sacudida, una llamada a que el bloque comunitario despierte y se desprenda de la tutela estadounidense.
La mayoría de la Eurocámara coincide en la idea de que la UE desarrolle una capacidad militar autónoma que le permita actuar con independencia, rapidez y efectividad ante eventos fortuitos como fue la evacuación del aeropuerto de Kabul. Y en tener una relación basada en la igualdad y no en la superioridad constante de Washington. Este apetito también es generalizado en las capitales, pero es en el salto de pasar de los anhelos a los hechos tangibles donde radica el gran problema europeo. Los avances son muy lentos. La necesidad de contar con unanimidad para las políticas de ámbito internacional, seguridad y defensa entorpecen cualquier avance. Países como Francia, Alemania o España abogan por suprimir la sagrada regla de la unanimidad y tomar las decisiones por mayoría cualificada para sortear los vetos en el Consejo de la UE. También se muestran dispuestos a desarrollar una fuerza militar común. Pero todo ello choca de frente con la negativa de países del Este, que continúan confiando la seguridad de sus fronteras a Estados Unidos y la OTAN.
¿Cuáles son los equilibrios en la Eurocámara?
Las fuerzas del arco parlamentario del Hemiciclo coinciden en la máxima de que Estados Unidos es un socio imprescindible, pero divergen en los matices. El Partido Popular Europeo es el mayor defensor de la alianza transatlántica. Durante el debate, apenas ha emitido críticas a las medidas unilaterales del hermano mayor. El principal partido de la Eurocámara considera que la defensa de los valores y los principios de Europa y Estados Unidos solo pueden blindarse a través de una relación transatlántica fuerte. Por ello, aboga por evitar nuevas tensiones y estrechar la relación, pero también por fortalecer la acción independiente de la UE.
Los Socialdemócratas convergen en el fondo, pero son más críticos con la gestión de Biden. Y defienden una visión pragmática: continuar priorizando la relación con su socio más histórico sin que ella obstaculice la creación de nuevas alianzas que le permitan defender sus intereses y valores. "Necesitamos una nueva asociación renovada y fortalecida que pueda hacer frente a los retos conjuntos. Para ello, Europa tiene que ponerse al día con la situación actual y plantear una relación de igual a igual con Estados Unidos", ha señalado el socialdemócrata Tonino Picula, ponente del informe.
Las voces más firmes con la nueva Administración norteamericana han salido de boca liberal. "En Estados Unidos deben entender que los aliados se consultan antes de tomar decisiones. Lo de actuar por su cuenta no es una receta de éxito. El mundo no es bipolar. Nuestros amigos estadounidenses deben comprender, además, que en las relaciones con China, Europa no toma partido y tiene sus prioridades estratégicas", ha señalado Dragos Tudorache, de Renovar Europea. Su compañera de filas, la belga Hilde Vaurmans, ha calificado de "decepción" las maniobras del presidente estadounidense. El grupo es uno de los más firmes en la defensa de un Ejército europeo, una iniciativa que lleva el sello de Emmanuel Macron.
Por su parte, Los Verdes quieren a Estados Unidos en el mismo barco para hacer frente a la emergencia climática y consumar la neutralidad climática para mitad de siglo. El grupo ecologista mantiene que tras la "euforia" inicial de la salida de Trump, ha llegado "la realidad". Pero aboga por crear políticas conjuntas para contener la carrera armamentística o fomentar un comercio justo que prohíba los productos made in esclavitud.
En esta línea, la Izquierda respalda promover una relación con el país que luche contra la desigualdad, el racismo, el cambio climático o la defensa de los derechos humanos. Algo que considera no es lo suficientemente explícito en la resolución a escrutinio. "Debemos emanciparnos de la tutela de Estados Unidos. Ni bajo Trump ni con Biden hemos sido capaces de salir de una especie de subordinación voluntaria", ha afeado el eurodiputado Emmanuel Maurel, de Izquierda Unitaria. "Con la elección de Biden estamos paralizados ante los hechos. Ha habido un cambio de conductor, pero la dirección es la misma. Hay que despertarse y ser autónomos", ha agregado. Su compañera de filas, Marisa Matias, ha pedido ser socios igualitarios y no "un brazo de EE.UU". Los eurodiputados de la izquierda piden aumentar la cooperación con China. El grupo es uno de los grandes valedores de Pekín en la Eurocámara. Con frecuencia votan en defensa del gigante asiático alegando que la UE debe evitar una política injerencista y seguidista de Estados Unidos.
Para la extrema derecha de Identidad y Democracia, donde se encuentra Marine Le Pen o Matteo Salvini, la autonomía estratégica es importante, pero para distanciarse de Estados Unidos más que para fortalecer a la UE. Los ultraconservadores rechazan una mayor integración comunitaria y, por ello, relegan toda acción sobre la seguridad y defensa europea a la OTAN. Defienden la relación transatlántica como una "garantía de equilibrio" para el "mundo libre y democrático" y piden aunar fuerzas contra las "amenazas del régimen comunista de China". En línea similar, los Conservadores y Reformistas —familia a la que pertenece Vox — exigen que Europa recupere su "respeto" y "dignidad" frente a la humillación de crisis como la afgana o la de los submarinos y estima que "China y Estados Unidos se ríen de la UE".
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