Ruth Matilda Anderson: la reivindicación de la historia de las mujeres de Galicia
El testimonio gráfico que dejó la fotógrafa estadounidense desvela una Galicia de mujeres que le hizo interesarse por la lengua y los textos de Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán para rescatar a las gallegas del olvido en la memoria colectiva.
Alba Rodriguez Saavedra
A Coruña-Actualizado a
Cuando, en 1939, The Hispanic Society of America (HSA) publica el libro de Ruth Matilda Anderson Gallegan Provinces of Spain. Pontevedra and La Coruña, Galicia vivía el comienzo de un hundimiento sociocultural que habría de durar cuarenta años. En el exilio interior o exterior, o bien víctima de una persecución feroz en la que el asesinato era práctica común, el conocimiento fue castigado sin descanso. Y así comienza el olvido de una autora comprometida con Galicia. Hasta nuestros días.
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Ruth Matilda Anderson, fotógrafa y conservadora en la filantrópica institución neoyorquina, fue una trabajadora minuciosa hasta el extremo. Este alto nivel de exigencia motivó que su llegada a Galicia estuviese precedida por una etapa de profunda documentación y preparación.
En consonancia con las pautas establecidas por Archer Milton Huntington, presidente y fundador de la HSA, todas las conservadoras ―él solo contrataba a mujeres, convencido de su mayor responsabilidad laboral― debían tener un fluido manejo del castellano. Pero Anderson decidió ir más allá y formarse también en gallego, con vistas a poder acceder con mayor facilidad a la información necesaria para componer su retrato de la Galicia que visitaría.
Una realidad a punto de desaparecer
Las indicaciones de The Hispanic Society of America para este trabajo eran claras: consideraban que, dado el avance imparable de la industrialización en Occidente, el tradicional modo de vida gallego poco tardaría en verse modificado y, por lo tanto, era necesario tomar nota cuanto antes de una realidad que, en su opinión, estaría a punto de desaparecer. Sin embargo, el golpe de Estado, la guerra y la dictadura dilataron casi tres décadas esa prevista modernización.
Ruth Matilda Anderson desembarcó en el puerto de Vigo el 7 de agosto de 1924, acompañada, en esa primera expedición, por su padre, Alfred Theodore Anderson, también fotógrafo, y que habría de ser un pilar para ella en los momentos de inseguridad y fatiga, porque, aunque trabajadora decidida, las cartas que el señor Anderson enviaba a la madre de Ruth Matilda, en Nebraska, hablaban de la incertidumbre que, en ocasiones, su hija sentía ante el reto entre manos.
No obstante, esos miedos iniciales fueron superados, y el viaje de investigación proporcionó una inmensa cantidad de material, tanto gráfico como textual, imprescindible para la elaboración de Gallegan Provinces. Tras un breve retorno a Estados Unidos, necesario también para organizar toda esta primera documentación, en el año 1925 Ruth Matilda Anderson regresó a Galicia, acompañada, en esta segunda vuelta, por Frances Spalding ―conservadora también en The Hispanic Society of America―, para completar la que sería una de las últimas investigaciones de larga estancia de la entidad.
Anderson buceó en los archivos de las instituciones gallegas y se entrevistó con figuras relevantes de la cultura del país
Ruth Matilda Anderson buceó en los archivos de las instituciones gallegas y se entrevistó con figuras relevantes de la cultura del país que la fueron orientando en los diferentes ámbitos. De este modo, por ejemplo, conoció a Casto Sampedro Folgar, presidente de la entidad predecesora del Museo de Pontevedra, o a José G. Otero Rúa, primo de Valle-Inclán, quien, entre otras muchas gestiones, le entregó, de parte de Castelao, una acuarela que el rianxeiro donaba a la HSA.
Este estudio de las fuentes oficiales historiográficas gallegas era complementado con el trabajo de campo desarrollado en el rural, donde se concentraba más del 90 % de la población del país en los años treinta del siglo pasado. Y así, combinando los registros escritos con las experiencias cotidianas, se fue componiendo un libro excepcional alrededor del campesinado, la infancia y las mujeres.
Su estudio de nuestro país se refuerza, además, con citas y alusiones a las que, para Anderson, eran las dos grandes figuras literarias de Galicia: Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán. Su admiración por ambas, claramente explicitada, se percibe también en el propio enfoque de la mirada y en la presencia permanente de las dos escritoras en esta obra, hasta el punto de que ambas son las figuras de autoridad sobre las que Anderson descansa su discurso analítico.
Lo femenino, bajo el foco principal
Son los extractos de sus textos los que sustentan la parte más teórica del estudio, y son solo los nombres de Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán los que figuran en el cuerpo central del libro como representantes del ámbito intelectual y literario gallego, mientras que ellos, los hombres de los círculos políticos y académicos, cuyas obras Ruth Matilda por supuesto había consultado, están listados en el apéndice dedicado a las referencias bibliográficas. Con un giro completamente rompedor, Anderson coloca lo femenino bajo el foco principal y relega lo masculino a los márgenes.
Anderson nos devuelve la crudeza de unas mujeres "condenadas a no encontrar nunca reposo sino en la tumba"
Allí donde otras viajeras y otros autores describían a lozanas muchachas alegres que con alegría aceptaban las cargas del trabajo dentro y fuera del hogar, Anderson nos devuelve la crudeza de unas mujeres que, en palabras de Rosalía, y como traduce Ruth Matilda, "solas la mayor parte del tiempo, teniendo que trabajar de sol a sol, y sin ayuda para mal mantenerse, para mantener a sus hijos, y quizás al padre valetudinario, parecen condenadas a no encontrar nunca reposo sino en la tumba".
Porque, como sigue denunciando la poeta, "la emigración y el Rey les arrebatan constantemente al amante, al hermano, a su marido, sostén de la familia a menudo numerosa; y así, abandonadas, llorando su desamparo, pasan la amarga vida".
Los fragmentos traducidos de composiciones de Rosalía de Castro, y también de Emilia Pardo Bazán, le sirven a Ruth Matilda para reforzar sus apreciaciones en torno a Galicia. Y, así, el libro de Anderson contiene el mayor número de traducciones de textos rosalianos desde el gallego al inglés hasta el año 1964, ofreciéndonos las primeras versiones a este idioma de esos escritos concretos.
Tan solo tenemos noticia de dos traducciones anteriores: la primera, de Anette B. Meakin que, en 1909, en su libro Galicia. The Switzerland of Spain, presenta en inglés el poema O cravo; y la segunda, de Aubrey F. G. Bell, cuando en 1922, en su Spanish Galicia, publica la versión de Pasa, río, pasa, río.
Traducido directamente del gallego
Aún así, resulta bastante probable pensar que Annette Meakin no tradujese directamente del gallego, dado que, como ella misma reconoce en su libro, desconocía la lengua y alude de manera permanente en la obra a algún intermediario que la ayuda a comunicarse con la gente.
En el caso de Bell, y teniendo en cuenta su formación como hispanista y clasicista, sí creemos que pueda tratarse de una traducción directa del propio autor. En cualquier caso, el libro de Anderson contiene el mayor número de textos de Rosalía en inglés, a partir del gallego, hasta 1964 y en ningún registro o catalogación se recoge este dato, lo cual nos sitúa ante una ausencia poderosamente intrigante.
Ruth Matilda Anderson encuentra un país de mujeres, "en Galicia, por cada hombre, hay cinco mujeres", dejó escrito. ¿Qué retrato, sino el de ellas, podía trasladar? Y, paradójicamente, este enfoque es una excepción en la historia gallega.
Su libro es el reflejo de lo que sucedía en nuestra Galicia pasada, es la descripción de nuestras ancestras, de las mujeres que sacaron el país adelante cargándoselo a sus espaldas y a quienes les debemos hoy en día ser la sociedad que somos, y que, ingratamente, fueron expulsadas de nuestros libros de historia, quedando relegadas a los márgenes, desde donde Ruth Matilda Anderson, como ya habían hecho antes Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, las convirtió en protagonistas de su obra.
El libro de Anderson es el reflejo de lo que sucedía en nuestra Galicia pasada, es la descripción de nuestras ancestras
Pero una obra desaparecida en el sistema gallego durante casi un siglo, quizás, precisamente, por atreverse a retratar esta durísima realidad gallega en femenino y en femenino plural; por colocarlas a ellas y a la ruralidad en el centro de su estudio; por reivindicar la pareja anticanónica de Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán; por mostrar a una Rosalía sarcástica, comprometida con las mujeres y abandonada por su entorno; por no citar, en calidad de fuentes de autoridad, a ninguno de los intelectuales gallegos en el cuerpo central del libro ―figuran casi todos en la bibliografía―; y por haber publicado el más exhaustivo y riguroso estudio sobre Galicia ―ella, mujer y extranjera― anticipándose cinco años a Sempre en Galiza de Castelao.
En Gallegan Provinces of Spain. Pontevedra and La Coruña, las mujeres rurales gallegas están, y aunque la élite no las quiso ver, hoy las reivindicamos, porque, como muy acertadamente señala la historiadora Ana Cabana Iglesia, "ellas están ahí, siempre han estado ahí, las menos visibles dentro de un grupo ya de por sí invisibilizado por la historigrafía. Pero hemos aprendido, porque se nos ha enseñado así, a no verlas".
Se sorprendía la historiadora Gerda Lerner, aún a finales de los años setenta del siglo xx, de la ausencia casi total de mujeres en la memoria colectiva de los hechos pasados. En aquel momento, estaba a punto de comenzar sus estudios de doctorado, con 40 años cumplidos, dos hijos criados y dos décadas de su vida dedicadas a cuidar de su familia.
En cuatro años de carrera, las mujeres en la historia académica que le habían enseñado se reducían a dos o tres nombres propios que, casi como sin querer, se habían escabullido del control de los escribas oficiales. Ni rastro del trabajo comunitario cotidiano que ella misma desarrollaba. Ni mención a quienes somos más de la mitad de la población total. Una ausencia clamorosa y, no obstante, silenciada.
Proceso milenario de ocultación
Y este proceso milenario de ocultación tiene una consecuencia directa en nuestro presente y en nuestro futuro: nos deja huérfanas de referentes, de espejos donde mirarnos. Y de ahí la relevancia del alzamiento de la voz de Rosalía de Castro y de Emilia Pardo Bazán, y del eco que de ellas se hizo, aumentándolo con textos e imágenes, Ruth Matilda Anderson.
En sus páginas está la historia de mis referentes. Está mi bisabuela, viuda de muerto y madre de nueve hijos que sacó adelante mientras ella sobrevivía comiendo hierbajos del monte. Está mi abuela, viuda de vivo, obligada a enlutarse y encerrarse en casa durante veinte años, mientras él se volvía a casar al otro lado del Atlántico.
Está mi abuela, que siempre tenía una taza de caldo y un montón de paja en el cubierto de la casa para quien llamaba a la puerta pidiendo. Está mi abuela, madre soltera que tuvo que alejarse más de mil kilómetros de su pequeña para conseguir dinero. Y está mi madre, nacida en la cuadra de la vaca y a quien esas pesetas evitaron ir descalza de niña. Y están, junto a ellas, todas las que pelearon cada día de su vida por nosotras.
Anderson desenmascaró en 1939 las estrategias de invisibilización y silenciamiento de la mujer
Ruth Matilda Anderson, en 1939, nos ofreció un libro con el que desenmascarar las estrategias de invisibilización y silenciamiento de quienes somos más de la mitad de la población, y con el que desbaratar los discursos canónicos y encorsetados de unos intelectuales incapaces de mirar a su alrededor y ver.
Ahora, cuando se cumplen cien años de la llegada de Ruth Matilda Anderson a Galicia, tenemos la oportunidad de llenar ese vacío en nuestra memoria escrita, de deshacernos de las manipulaciones y las ocultaciones y recuperar, por fin, nuestra voz y nuestra historia.
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