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Ana Lombardía, sexóloga: "El vibrador se empezó a comercializar como un electrodoméstico" 

Las mujeres heterosexuales son la combinación de género y orientación sexual que menos orgasmos tiene durante las relaciones. Lombardía, psicóloga y sexóloga, afirma que para cambiar esto hay que dar un vuelco a la educación sexual y poner el placer en el centro.

La sexóloga Ana Lombardía
La sexóloga Ana Lombardía. Cedida por Ana Lombardía

En las prácticas sexuales permean creencias y mitos asociadas al predominio de la masculinidad que perduran a día de hoy en la sociedad. Es por esto que el 8 de agosto, el Día Internacional del Orgasmo Femenino, más que un día para celebrar el placer de las mujeres, parece todavía necesario para reivindicarlo. 

La psicóloga y sexóloga Ana Lombardía defiende que la educación sexual debe centrarse en el placer y desprender a la sociedad de prejuicios que alejan a las mujeres de tener prácticas sexuales satisfactorias. Hace divulgación a través de su cuenta de Instagram y ha escrito un libro en el que explica los factores que condicionan la sexualidad masculina inspirada en sus experiencias en consulta: Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero.

En materia de educación sexual y en las formas de tener sexo, ¿ve que haya cambios en las nuevas generaciones de mujeres?

Desde luego, en la educación sexual están habiendo bastantes cambios. Todavía queda mucho camino por hacer. Pero ahora sí que tenemos más acceso por lo menos a más información. A lo mejor no a tanta educación, porque la educación sigue teniendo muchas lagunas, pero sí tenemos acceso a más información y yo creo que eso es bueno. Ahora necesitamos que se enseñe a la gente a interpretar esa información y que se le eduque, ¿no? En valores, en actitudes… Y yo creo que eso está suponiendo un cambio muy importante en cómo estamos viviendo la sexualidad.

Los succionadores del clítoris han creado un debate acerca de la masturbación 

Estamos viendo también la visibilización de otra serie de fenómenos como la utilización de los juguetes succionadores del clítoris. Esto ha abierto todo un debate acerca de la masturbación femenina y sobre la visibilidad del placer de la mujer a través del clítoris, que yo creo que es muy importante. La independencia que podemos tener sobre nuestro placer está cambiando un montón.

Todo el tema de los succionadores de clítoris ha conseguido que esas diferencias de las que me preguntabas entre distintas generaciones de mujeres se acorten y se unifiquen ciertas prácticas. Al final este ha sido un tipo de juguetes que han comprado chicas muy jóvenes y mujeres muy mayores y que se han regalado incluso en las familias a tus hijas, a tus hermanas, a tu madre o a tu abuela. Se está tendiendo a unificar un poco eso, aunque hay muchas diferencias intergeneracionales todavía.

¿Cuáles son estas diferencias? ¿Cambia mucho la manera que tiene una mujer de vivir su sexualidad en las distintas etapas vitales?

Las mujeres de generaciones anteriores todavía cuentan con menos acceso a información, con menos conocimiento sobre su cuerpo, con más prejuicios, con una sexualidad que a lo mejor es un poco más conservadora. Pero luego  también te sorprendes mucho. Al final hay cambios generacionales, por supuesto, pero muchas veces es más importante entender la historia particular de cada persona. Hay mujeres muy mayores que tienen una sexualidad súper trabajada, que además con la experiencia de los años han ganado mucho. Son mujeres que ahora con 60, 70, 80 años cuentan con un gran aprendizaje, muchas vivencias a sus espaldas, y disfrutan de una sexualidad magnífica. Y por otro lado, hay chicas de esta generación que con 18 o 20 añitos tienen todavía un montón de prejuicios, un montón de inseguridades y un montón de ideas erróneas acerca de la sexualidad. Y aún no les ha dado tiempo a debatirlas ni a cuestionárselas.

No sé si considera que la mirada y el deseo masculino que se dirige a las mujeres jóvenes ejerce una presión que no les permite  liberarse tanto al respecto de la sexualidad.

Por supuesto, sobre todo en las mujeres heterosexuales en este caso, cuando conseguimos liberarnos un poco de esa mirada masculina sobre nuestra propia sexualidad o sobre nuestro propio deseo cambia muchísimo el cuento. Y también pesa la presión que tenemos las mujeres para despertar el deseo masculino, para estimular su deseo o fomentar su placer por encima del nuestro. Cuando conseguimos ser un poco independientes de la sexualidad masculina en general o de nuestras parejas en particular podemos centrarnos más en nuestro placer. Eso no significa desatender al placer de la pareja, ni muchísimo menos. Pero podemos centrarnos más en nosotras mismas y vivir una sexualidad más centrada en nosotras, ¿no? Porque en las relaciones heterosexuales, de forma general, el placer en el sexo suele girar en torno al placer del hombre: en cuanto a prácticas, en cuanto a ritmos, en cuanto a frecuencias… Solo gira en torno a ellos, y suele ser lamentablemente tarde cuando nos damos cuenta de que en realidad ese modelo a nosotras no nos sirve.

"Si la sexualidad se vive como nosotras queremos, somos igual de rápidas y tenemos tantas ganas o más que ellos"

Nos hemos adaptado a una forma de vivir la sexualidad muy masculina sin tener en cuenta nuestras propias necesidades. De hecho, se habla muy erróneamente de que las mujeres tardamos menos en llegar al orgasmo, o es que las mujeres tienen menos. Y no, olvídate de eso. O sea, si la sexualidad se vive como nosotras queremos, somos igual de rápidas y tenemos tantas ganas o más que ellos. Si tenemos un encuentro sexual basado en unos ritmos que no van acorde a nosotras, en unas prácticas que no nos estimulan el clítoris o que no nos resultan suficientes satisfactorias o en la que o las que no tenemos ni voz ni voto por supuesto que vamos a tener menos ganas. Cuántas veces hemos escuchado a una mujer decir "no, es que no llego al orgasmo". Claro, cómo vas a llegar, alma de cántaro, si al final es bastante difícil que llegues de esta forma.

Mira, hay una escena de la serie Dollface que me hizo mucha gracia. Es un grupo de amigas charlando, una de ellas estaba conociendo a un chico y sus amigas le preguntan qué tal le iba en la cama con él. Entonces una de ellas le dice: "Vale pero, entonces, ¿te corres con él o no te corres?". Es una conversación paradigmática, porque en una conversación similar entre chicos no existiría esta cuestión, y así lo comentan en el grupo de amigas. Ellas se preguntan: "¿Tú te imaginas a un grupo de hombres hablando de esto a la inversa, y preguntando al amigo si se ha corrido? Pues no, claro, es que se da por hecho que ellos se corren siempre". Sin embargo, que nosotras consigamos tener un orgasmo en esas circunstancias es casi anecdótico, en el caso de los hombres eso se da por hecho.

Y centrándonos en el orgasmo femenino, ¿cuál es su perspectiva sobre la información que tenemos del clítoris? ¿Entra también en este desconocimiento que comenta, o ya no es un gran desconocido para la sociedad?

Bueno, yo hay veces que pienso "no, no, esto ya está más que de sobra sabido", pero lamentablemente todavía hay mucha gente que no lo conoce. La verdad es que creo que en los últimos años, gracias a las redes sociales, se ha dado a conocer el clítoris: donde está, cómo funciona… Pero todavía hay mucha gente que no ha tenido acceso a esa información o que no le ha calado hondo.

Y ya no es solo conocer la existencia del clítoris y cómo funciona, es que lamentablemente todavía pesa mucho más la creencia de que el clítoris está muy bien pero en realidad lo que importa, lo que 'da más puntos', es que tú tengas un orgasmo únicamente con la penetración. Entonces, claro, por mucho que tu entiendas cómo funciona el clítoris, si por ejemplo un hombre cuyo ego le está traicionando quiere que su pareja solo tenga orgasmos cuando le introduce el pene porque a él 'le da más puntos' como hombre, como varón, para reforzar su propia masculinidad, al final va a seguir centrándose en que ella tenga orgasmos de esta forma. ¿Qué pasa? Que estas ideas se las transmiten a ellas también. Esto les genera a ellas la sensación de ser un bicho raro por no poder llegar al orgasmo solo con la penetración, que es lo que su novio les está pidiendo. Porque además sienten que le tienen que satisfacer porque él se lo va a pasar mejor de esa forma.

Justo ayer me llegó la consulta de una chica que me contaba por Instagram que cuando tenía sexo con su pareja ella se estimulaba el clítoris durante la penetración y así ella se corría y acababa tan contenta. Me comentaba que su novio le insiste mucho en que tenga orgasmos sin que se toque y que están intentando hacerlo así pero que ella no llega de esa manera y los dos acaban frustrados. Con todo esto me preguntaba cómo podía hacer para llegar al orgasmo sin estimularse el clítoris. Pero, ¿por qué va a dejar de hacerlo? ¿Por qué tienes que satisfacer su ego si lo único que se va a beneficiar? Es que no hay más, él no va a sentir un placer físico mayor porque tú te corras de determinada manera, no, lo único que va a pasar es que se va a alimentar su ego, su seguridad como hombre o lo que sea. No busques otra manera de llegar al orgasmo solo para satisfacer sus expectativas o sus ideas erróneas acerca de la sexualidad. Es que esto es una gilipollez tremenda que viene de Freud.

¿Tanta relevancia ha tenido Freud en nuestra sexualidad?

La masturbación estimulando el clítoris fue un tratamiento para curar la histeria

Claro, sin duda. Freud hablaba de los orgasmos infantiles, que eran los que se conseguían con la estimulación del clítoris. Según él, los orgasmos maduros eran los que conseguían las mujeres con la estimulación del pene. Y esa idea, independientemente de que hayas leído a Freud o no, o que sepas siquiera quién era, nos sigue afectando. Es tremendamente visible en nuestra cultura, en nuestra sociedad, en la forma en la que vivimos las relaciones sexuales. Está imperante, porque se ha construido toda una ideología alrededor de eso.

En la película Hysteria se habla de un médico que existió en el siglo XIX y que se dedicaba a curar la llamada histeria femenina, que eran mujeres que sufrían de los nervios. Se decía que eran unas locas, que estaban desestabilizadas emocionalmente. Entonces lo que hacía este hombre era masturbar a sus pacientes con sus propias manos, estimulaba la zona genital, estimulaba la zona del clítoris hasta que ellas tenían un orgasmo y así se iban mucho más tranquilas de la consulta. Los maridos mandaban allí a sus esposas para que este médico les aplicase el tratamiento. Para ellos era una cosa médica, no una cuestión sexual. No se planteaba que las mujeres pudiesen disfrutar en la cama, que pudieran tener orgasmos. Este mismo médico, de hecho, es quien inventa el vibrador, que en su momento se empezó a comercializar como un electrodoméstico. Lo ponían al lado de las batidoras. No se planteaba que tuviera que ver con el placer algo que no involucraba si quiera la penetración.

¿Y hay ahora un consenso en cuanto a los orgasmos y la estimulación femenina en la sexología? ¿Existen diferentes tipos de orgasmo para las mujeres?

Hay un debate ahí entre los y las profesionales del campo. En realidad orgasmo solo hay uno y se origina en el cerebro. Luego lo que puede variar es qué lo desencadena. Puede ser una parte del cuerpo, puede ser el clítoris, puede ser el punto g, pueden ser los pies, las orejas, los pezones o cualquier cosa que a ti te resulte lo suficientemente estimulante. Por ejemplo, cuando tenemos orgasmos en sueños, ahí nadie te toca y nadie te estimula, es tu cerebro el que lo ocasiona. Hay situaciones que pueden ser para ti lo suficientemente excitantes y que tampoco necesites tocarte. A lo mejor viendo una película porno puedes tener un orgasmo o fantaseando puedes tener un orgasmo. Hay posturas que admiten que esto es así pero que, en realidad, desde la parte del cuerpo de la que se origina el orgasmo siempre es desde el clítoris. Bueno, hay todavía mucho debate y entre los profesionales muchas veces no nos ponemos de acuerdo sobre cómo funciona esto realmente.

La visión mayoritaria del sexo está puesta en las prácticas cisheterosexuales. ¿Está la educación sexual todavía muy centrada en este tipo de pareja de hombre y mujer cis?

Sí, lo más visible ahora mismo es la sexualidad heterosexual. Eso está clarísimo. Al final toda la educación sexual que hay, la poca que hay, gira en torno a ese tipo de relaciones. Entonces, claro, el resto de sexualidades se quedan fuera, y esto es tremendo. No se visibiliza. En muchos libros de texto de los que ven los chavales en el colegio no aparece el clítoris. ¿Cómo se explica la anatomía genital? Pues no se habla de placer, se habla muchas veces de la parte reproductiva y poco más.

"Cuando se enseña educación sexual se hace entorno a relaciones que se centran en el placer del hombre"

Y en cuanto a las diferentes sexualidades, hay un estudio muy interesante de hace un par de años en el que se analiza el porcentaje de orgasmos que se tienen en las relaciones sexuales dependiendo de la orientación sexual que se tenga. Este estudio señala que quienes más orgasmos tienen durante las relaciones son los hombres heterosexuales, que llegaban a él en un 95% de los casos, seguidos de los hombres homosexuales y estos a su vez seguidos de las mujeres lesbianas. Las mujeres heterosexuales eran las que menos orgasmos tenían, con una gran diferencia, solo alrededor de un 60% de las veces. Esto demuestra que nuestra capacidad para tener orgasmos tiene que ver con la dinámica que se establecen las relaciones sexuales, no con que seamos mujeres, porque las lesbianas tienen muchos más orgasmos que las heterosexuales. Es brutal al final que no se enseñe todo esto, porque cuando se enseña educación sexual se hace entorno a relaciones que se centran en el placer del hombre. El de la mujer, todavía en pleno siglo XXI, está todavía muy atrás.

¿Y cómo se cambia esto?¿Qué se puede hacer para tener una educación sexual más diversa y que le de la relevancia necesaria al placer femenino?

Pues justo eso, empezar a hablar del placer femenino y empezar a hablar del placer. Muchas veces cuando se hace educación sexual se habla de la prevención de riesgos, de contraer una infección de transmisión sexual o de tener un embarazo no planificado. Pero no se habla de placer. En el momento en el que se habla del placer ya prácticamente lo solucionas todo porque puedes incluir a todo tipo de géneros y de orientaciones sexuales. En el momento en el que hablas del placer hablas también de consentimiento, hablas de deseo, hablas de actitudes, hablas de cuidados.

El placer debería ser el centro de toda la educación sexual. Y a partir de ahí podemos construir. No puedes enseñar tampoco ni siquiera a unos chavales a que utilicen el preservativo sin ese enfoque, porque ellos ya saben que tienen que utilizar el preservativo. Si no lo usan no es porque no tengan la información. Si aceptan a no usar el condón, sobre todo las chicas en relaciones con chicos, es porque quieren ser aceptadas, porque quieren que su pareja las quiera, porque no quieren que las abandonen si no aceptan no tener un tipo de prácticas sexuales.

En el momento en el que hablas desde el placer, hablas desde el amor y desde el respeto. Y ahí entra todo el mundo. Y además, si esto se hace desde pequeñitos, los chavales entienden perfectamente. Somos más los adultos los que hacemos estas diferencias y tal. Ellos no, ellos lo aceptan como algo placentero y como algo bonito.

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