Divorcio digital, una clave para impedir que internet sea un paraíso para los maltratadores
Suplantación de identidad en redes sociales u otras aplicaciones, control de los dispositivos digitales, difusión de imágenes íntimas o acoso puro y duro. Son algunos de los delitos facilitados por los entornos digitales. Las víctimas son, en su mayoría, mujeres de entre 18 y 30 años.

"Una señora en un proceso de separación. La otra parte no lo acepta y la acosa con mensajes y llamadas telefónicas. Cuando ve que no consigue lo que quiere, la insulta, la amenaza. Ya llevan así muchos meses y ella no puede más". Es la llamada que Encarni Iglesias Pereira, perito forense, presidenta de la Asociación Stop Violencia de Género Digital y directora del Observatorio de Violencia Digital, acaba de atender justo antes de hablar con nosotros.
"Las víctimas tienen sus tiempos y no es bueno ni conveniente forzarlas a denunciar. Les puedes informar de lo que está ocurriendo, les puedes explicar que es un delito. Hablar y sentirse escuchadas les ayuda mucho. Y saber que no es la primera ni será la última mujer a la que le pase", nos explica.
Suplantación de identidad, difamación, difusión no consentida de imágenes y vigilancia con software espía son los delitos más frecuentes que padecen las personas que se acercan buscando ayuda a este canal de denuncias anónimo. La mayoría de ellas, mujeres.
Según el último informe del Observatorio de Violencia Digital, se atendieron 496 víctimas en el primer trimestre de 2025, un 75% de ellas, mujeres. El 50% de los casos se concentran entre los 18 y los 30 años. La siguiente franja más afectada está entre 31 y 45 años.
Desde la asociación, asesoran y acompañan, y ofrecen una serie de servicios con la colaboración de un equipo multidisciplinar de trabajadores sociales, abogados, psicólogos, peritos forenses, incluso, detectives.
Espiar a la ex pareja
"En una casa, lo normal es tener un contrato de teléfono familiar a nombre del cabeza de familia, que suele ser el hombre. Este incluye programas de control parental, que muchas veces se usan para espiar a la mujer", asegura Encarni Iglesias.
Es algo mucho más frecuente de lo que podríamos pensar. Saber en todo momento lo que hace su pareja o expareja encaja a la perfección con las ansias controladoras y posesivas de un maltratador machista. "Qué mejor forma de conseguir información que tener acceso a su teléfono móvil y todas sus aplicaciones", comenta.
Esta experta señala que hay muchas categorías de software espía y que "una persona con tiempo y mucha malicia puede instalar un programa que controle los altavoces, las cámaras del móvil. Por eso es importante dar a conocer este tipo de situaciones y que las víctimas potenciales estén prevenidas".
En este sentido, una medida básica es lo que Iglesias llama el "divorcio digital", que consiste en el cambio de claves y contraseñas, no solo del banco, sino también de redes sociales, correo electrónico y otras aplicaciones.
"En el ámbito digital, se mueve mucha información. Imagina, por ejemplo, los correos que intercambias con tu abogado en un proceso de separación. Y en la mayoría de las casas hay un ordenador que es que usan todos y que guarda las claves de forma informatizada", alerta.
Difusión de imágenes comprometidas
Esta es otro de los delitos que puede causar un daño irreparable a las víctimas. Es lo que ocurrió en 2019 con Verónica Rubio, una trabajadora de Iveco, madre de dos niños pequeños, que se suicidó a los 32 años, después de que entre la plantilla de su empresa se difundiera como la pólvora una grabación donde estaba manteniendo sexo extramatrimonial con uno de sus compañeros de trabajo.
"Pudo haber sido una oportunidad excelente para dar una sentencia ejemplarizante, pero no fue así. Fue increíble porque el juez no sancionó a nadie y el caso se archivó porque no se pudo probar quién había iniciado la difusión del vídeo sexual. Hubo dos delitos que quedaron impunes: descubrimiento de imágenes del ámbito privado y revelación de secretos. Pero tampoco se condenó a quienes habían colaborado en el delito", denuncia Iglesias.
Para prevenir que estos casos se repitan, aconseja mucha concienciación. "No solo porque la persona con quien compartes la grabación vaya a difundirla, sino porque te pueden robar el móvil o hackearlo". Uno de los consejos que da a las jóvenes en sus talleres es "si hacéis una grabación sexual, que nunca se os vea la cara".
"La rapidez con que se difunde todo es lo que suma gravedad a este problema. Hemos perdido el derecho a equivocarnos. Ese vídeo que te hiciste con tu ex novio puede de pronto llegar al mundo entero en unos minutos", advierte.
Es necesaria mayor regulación
Si alguien nos insulta o amenaza a través de cualquier canal digital -como el WhatsApp, que es el medio más frecuentemente utilizado para el acoso digital, seguido de Instagram y TikTok-, podemos denunciarlo exactamente igual que si lo hiciera cara a cara. Es el mismo delito.
Sin embargo, las penas que impone la ley son bastante ridículas. "Como mucho, una multa de 50 euros por una agresión a través del chat", observa Iglesias.
En su opinión, "debería cambiar el Código Penal y adecuarse al contexto actual. En España, la necesidad de cambiar una ley se decide a través de las estadísticas. Por eso, necesitamos que la gente denuncie. Si no lo hace, en las estadísticas figura que no hay agresiones digitales y nunca cambiarán las leyes".

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