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El asombro de las galaxias

MONCHO ALPUENTE

Por fin los astros nos son favorables y España, esa España suya, esa España vuestra, está a punto de ser el asombro de las galaxias. El ministro de los Guindos cambia su levita de economista que tan mal le sienta y se pone el cucurucho de astrólogo en la cabeza para darnos la Buena Nueva. El niño Dios vuelve a nacer en el Portal de Belén y la economía española renace de sus cenizas gracias a una excepcional alineación planetaria y Cristóbal Montoro confirma que todas las potencias terrenales coinciden en la asombrosa percepción de que España rebota y rebrota.

Los brotes bordes (a Rajoy se le trabó la lengua de la emoción) eran verdes y, por un milagro de la botánica, un prodigio de la alquimia, un portento de la magia potagia, han vivificado las raíces que ahora son raíces profundas, tambores lejanos que retumban en el horizonte de nuestra sorprendente recuperación. Con sus varitas mágicas florecidas Montoro y Guindos han hecho caer el precio del crudo, han reverdecido el crédito y han cambiado la cotización del euro para hacer posible el incontestable (y me temo que incontrastable) éxito que se perfila en nuestro paisaje económico y financiero: pasó la crisis y si todos no lo percibimos es porque como dice Mariano, aún padecemos las secuelas.

Por ejemplo: la caída del precio del crudo que beneficia a las empresas gasolineras resulta casi imperceptible para los bolsillos de los consumidores, son las secuelas, pero no olvidemos que el beneficio de las gasolineras acabará repercutiendo en el beneficio común, en el empleo no mucho porque el autoservicio se impone como medida de sensato ahorro, repercutirá poco en los precios pero se reducirá el incremento de las subidas periódicas en los surtidores y además nos regalarán bonos, boletos de rifas, llaveros y gadgets variados.

Trato de convencer a la salida del Metro a una joven amable y persistente de que no necesito dinero, pero no me cree e insiste en darme un crédito instantáneo y gratuito (sic). Debería aceptarlo, aunque no fuera más que por puro patriotismo para contribuir a la recuperación económica y hacer más feliz la Navidad de amigos y familiares. En todas las pantallas de televisión usureros de diseño nos tientan para que compremos juguetes para los niños, turrones, cavas y perfumes en magnitudes oceánicas para aventar el olor a podrido, a col fermentada y hambre atrasada.

Bienvenidos al banquete navideño, los canales de la TDT soliviantados programan filmes navideños, legiones de Papá Noeles solidarios corren por las calles y los bancos de alimentos se felicitan por el éxito de la recogida. Se acabó la miseria, en algunas autonomías no abrirán en navidades los comedores escolares para no avergonzar a sus usuarios y dejarles tiempo libre para que pidan limosna en estos días en los que florecen la caridad y el amor al prójimo. Lástima que el único Papá Noel plausible del equipo de Rajoy, Arias Cañete, esté ahora en Bruselas y la sonrisa de Ana Mato haya desaparecido.

Ayer vi en televisión, sonreír a Fátima Báñez y me resultó bastante inquietante. El gobierno, la patronal y los sindicatos mayoritarios firmaban el primer pacto social de la legislatura. Cándido Méndez, otro candidato a Papá Noel, sonreía agradecido por la limosna preelectoral, menos da una piedra y al que Dios se la de San Pedro se la bendiga. Las apariciones navideñas de nuestros gobernantes se prodigan, España va bien, repítanlo todos los días frente al espejo del baño al levantarse.

Sursum Corda, Arriba los Corazones, ya es primavera en España y en El Corte Inglés. Tire la casa por la ventana y pida un crédito en Ikea, derroche y despilfarre y no tema por las secuelas, la caída ha sido dura y el rebote aún puede ser doloroso pero la secuelas se aliviarán para los parados de larga duración, con cargas familiares y sin subsidio, se aliviarán durante seis meses, luego vendrán las elecciones, bipartidismo o caos, ustedes deciden ya se que parece que prefieren el caos pero los conjuros de Guindos y Montoro y los ensalmos de Rajoy han conmovido los cielos con su mensaje.

Si la secuelas persisten, si la ciudadanía no se traga lo de la recuperación, si prosiguen los desahucios y los subcontratos a tiempo parcial y siguen aflorando la corrupción y las estafas preferentes y asociadas, entonces Pablo Iglesias y sus secuaces arrasarán con todo lo que queda, si nos dejan algo cuando se vayan.